Los f¨¢ntasmas de la ¨®pera
Veinticinco a?os hab¨ªan transcurrido desde el ¨²ltimo estreno del Metropolitan Opera de Nueva York. James Levine quer¨ªa deshacer la turbadora situaci¨®n de un teatro de ¨®pera sin nuevas ¨®peras y encarg¨® una en 1979 a John Corigliano (Nueva York, 1938). Ten¨ªa una excusa inmediata: el centenario del MET en 1983. El proyecto ha tardado 12 a?os en salir a la luz.El libretista William M. Hoffman, habitual de Broadway, ha situado el texto de la ¨®pera en tres niveles de narraci¨®n diferentes: uno, habitado por fantasmas a partir de una historia de amor entre Mar¨ªa Antonieta y Beaumarchais, 200 a?os despu¨¦s de sus fallecimientos; otro, contemplado por personajes de las ¨®peras El barbero de Sevilla y Las bodas de F¨ªgaro, lo que da lugar a una representaci¨®n dentro de la representaci¨®n en el Petit Trianon, teatro de corte en Versalles de Mar¨ªa Antonieta, para la que Beaumarchais compone la ¨®pera A Figaro for Antonia basada en escenas de La madre culpable; y por ¨²ltimo, el mundo real de la historia en torno a algunos hechos de la Revoluci¨®n Francesa (la acci¨®n se desarrolla en 1793). Musicalmente conviven varios mundos sonoros.
The ghosts of Versalles
De John Corigliano (estreno mundial).Libreto: W. M. Hoffman, a partir de La madre culpable de Beaumarchais. Direcci¨®n musical: Jarnes Levine. Director esc¨¦nico: Colin Graham. Con Teresa Stratas, Marilyn Home, Gino Quilico, Hakan Hagegard, Graham Clark. Lincoln Center, Metropolitan Opera House. Nueva York, 27 de diciembre de 1991.
La mayor fantas¨ªa y complejidad de las escenas fantasmales se entrelaza con la nostalgia sentimental, apoyada por dise?os r¨ªtmicos y citas casi literales, de Rossini y Mozart. La melod¨ªa permanece, as¨ª como la divisi¨®n en n¨²meros aislados con sus correspondientes ¨¢reas, d¨²os, cuartetos o quintetos. Corigliano, autor de una Primera sinfon¨ªa como respuesta a las v¨ªctimas del sida, recientemente grabada con la Sinf¨®nica de Chicago, y Daniel Barenboim, que se ha situado en los primeros lugares de popularidad de las listas de m¨²sica cl¨¢sica en Estados Unidos, maneja con habilidad y eficacia los mecanismos de contraste y comunicatividad. El dominio del entramado orquestal es s¨®lido y el tratamiento vocal convencional.
En la puesta en escena se presta atenci¨®n a las alegor¨ªas de restos de una cultura oper¨ªstica y a los efectos especiales propiciados por los fantasmas. Hay una divertida situaci¨®n al final del primer acto en que se rinde homenaje a las escenas turcas, con un humor cercano al disparate y en el que destaca la brillante intervenci¨®n de Marilyn Horne con una cavatina y una cabaletta en el m¨¢s puro estilo teatral rossiniano.
James Levine dirigi¨® con entrega y convicci¨®n a la orquesta del MET y a un conjuntado grupo de cantantes frecuentemente interrumpidos con ovaciones a lo largo de la representaci¨®n. El ¨¦xito fue rotundo. ?La f¨®rmula del triunfo?
Es, aparentemente, sencilla: que la m¨²sica y sobre todo las voces suenen de un modo familiar al o¨ªdo. Todo ello aderezado con cantantes conocidos, historia atractiva, espect¨¢culo, melod¨ªa y sorpresas controlables. Lo cual no evita que uno se siga preguntando si este tipo de ¨®pera responde a lo que se espera del g¨¦nero en v¨ªsperas de un cambio de siglo.
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