Rebajas con pedigr¨ª
Las tiendas lujosas apuestan por la discreci¨®n en sus ofertas
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Eulalia y Teresa, profesoras en el mismo instituto, sal¨ªan ayer por la ma?ana de Giorgio Armani, donde en rebajas un traje de 300.000 pesetas cuesta unas 150.000, sin nada en las manos, pero despu¨¦s de haberlo tocado todo. "Vamos a tiendas caras como si fu¨¦ramos a un museo, y aunque no las podamos pagar, ¨¦stas son las ¨²nicas rebajas. que merecen la pena", dice Eulalia. Armani, como todas las tiendas de lujo, anuncia sus rebajas con discreci¨®n y avisa por tel¨¦fono a sus clientes. En los grandes almacenes, mientras tanto, hab¨ªa ayer que pelearse por conseguir el saldo deseado.
"Despu¨¦s de Nochebuena comenzamos las rebajas para nuestros clientes. Llamamos por tel¨¦fono a unas 200 personas", dice la directora de la tienda de Arman? de Madrid, una Armani pura: andr¨®gina rubia de metro ochenta y dientes blancos que no quiere dar su nombre y se esfuerza por sonre¨ªr. "Hay personas que vienen durante el a?o y se compran unos guantes o un pa?uelo y luego, en las rebajas, se compran el traje", a?ade la responsable comercial del local."Casi nunca, compro esta ropa, pero me la pruebo, y por eso no me ponen mala cara, al menos aqu¨ª", dice una de las profesoras de instituto. "En las tiendas buenas de verdad suelen ser muy amables, pero en otras, que se creen m¨¢s de lo que son, son unas est¨²pidas", a?ade, ri¨¦ndose.
Enfrente, Chanel est¨¢ m¨¢s tranquila. "Es que lo vendemos casi todo antes de las rebajas", dice triunfante la directora de esta tienda, en la que un traje de fiesta sin rebajar ronda las 400.000 pesetas.
"Llamamos a algunos clientes, pero luego no seguimos; bueno, s¨®lo un peque?o anuncio en Abc", a?ade. "Pero es que, de verdad, cuando llegan las rebajas ya no queda nada en el stock".
En la tienda de Christian Lacroix -donde una chaqueta ya rebajada cuesta unas 100.000 pesetas-, su directora, Agneta Forsberg, habla con simpat¨ªa de las nuevas clientas que se hacen en rebajas.
"Avisamos por carta a nuestras clientas habituales, aunque durante las rebajas vienen otras mujeres que a lo mejor no se compran un traje, pero s¨ª unos pendientes que acaban cost¨¢ndoles igual que unos de El Corte Ingl¨¦s". Y a?ade con su acento franc¨¦s: "Lacroix tiene buenas clientas de rebajas". Este mismo entusiasmo por las elientas de rebajas le sale a la peletera Elena Benarroch, que ayer al mediod¨ªa preparaba para "la avalancha" el local de la calle de Zurbar¨¢n donde vende sus abrigos junto a los zapatos de Walter Steiger, los sombreros de Philippe Model y los bolsos y maletas de Bottega Veneta.
Abrigo de seis millones
En esta tienda colgaba un abrigo de unos seis millones de pesetas rebajado a la mitad. "Tenemos clientas exclusivas de rebajas, y eso est¨¢ muy bien", dice Benarroch mientras ordena el local. "Es gente que s¨®lo puede comprar art¨ªculos tan caros en rebajas, y eso nos viene bien a nosotros y a ellas".Una de las dependientas del local -para cuyas rebajas han avisado por carta a 4.000 clientas- a?ade: "Por la tarde esto se llena. Revuelven todos los zapatos". "Yo estoy agotada s¨®lo de pensarlo", dice otra. "En rebajas se vende todo, pero todo", dice Benarroch.
Mientras, por la tienda se pasea en silencio el ch¨®fer de una clienta que ha venido a recoger unos zapatos, un hombre mayor que mira at¨®nito el traj¨ªn, aunque no parece que sea la primera vez que entra all¨ª. Aparece Cari Lapique -una de las caras t¨ªpicas de las revistas del coraz¨®n-, y la hija de Revilla se va. Se han adelantado a las dem¨¢s.
"Yo estoy enganchada a las rebajas", dice Marisa, una mujer de unos 40 a?os bajita y bien vestida; "creo que soy el prototipo que deber¨ªan estudiar los psic¨®logos, porque para m¨ª es una droga. No me gasto nada en todo el a?o, pero cuando llegan las rebajas me voy a una tienda cara y, como hoy, me gasto 70.000 pesetas". "El d¨ªa 7 de enero no puedo quedarme en casa: me pongo muy nerviosa, tengo que salir y comprar".
Esta euforia es la que vio ayer por la ma?ana Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez, dependienta de Galer¨ªas Preciados de la calle de Goya. Estos almacenes han planeado una campa?a publicitaria a lo ingl¨¦s: Primero que llega, primero que se lo lleva.
"Es una locura. Aqu¨ª hab¨ªa gente haciendo cola desde muy temprano. Sobre todo gente joven que quer¨ªa comprar ropa", dice Mar¨ªa Luisa, que vendi¨® pocos minutos despu¨¦s de abrir los dos relojes de oro, a mitad de precio, que se vend¨ªan por 150.000 pesetas.
"Se los vend¨ª a un chico que hab¨ªa enviado su madre con el dinero, el pobre llevaba un buen rato esperando. Es incre¨ªble lo que est¨¢ ocurriendo", asegura Mar¨ªa Luisa.
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