G¨®mez de la Serna regresa con 'El lun¨¢tico'
Emilio Hern¨¢ndez monta en Madrid tres obras teatrales del escritor acerca del deseo
Madrid se inicia teatralmente en la capitalidad cultural de Europa con un feliz acontecimiento, el regreso de la obra de Ram¨®n G¨®mez de la Serna a los escenarios de Madrid, ma?ana en la sala Olimpia, con El lun¨¢tico, un espect¨¢culo dirigido por Emilio Hern¨¢ndez, compuesto por tres obras cortas de G¨®mez de la Serna: El lun¨¢tico, Beatriz y El palacio deshabitado, tres textos que gravitan en torno a la obsesi¨®n por el deseo insatisfecho. "Entre las tres obras que se representan hay un nexo y una agresividad com¨²n: la frustraci¨®n del mundo del deseo" declara Emilio Hern¨¢ndez.
"Nuestra propuesta es la historia de una obsesi¨®n, tal vez la del propio autor", a?ade Hern¨¢ndez. 'La atm¨®sfera de estas piezas es la caja m¨¢gica de la noche, donde habitan una serie de personajes salidos del libertario sombrero de copa de Ram¨®n, hijos de su m¨®rbida inspiraci¨®n, que se debaten por un amor carnal, total, insaciable. Pero no es ¨¦sta una historia desesperada, sino ir¨®nica, de una iron¨ªa hamletiana, la misma que da vida y sentido a la existencia de Ram¨®n".Estas tres obras fueron escritas por G¨®mez de la Serna en su tard¨ªa adolescencia, entre 1912 y 1914, "una etapa en la que se es due?o de un teatro interior, con el p¨²blico y los espectadores tambi¨¦n nuestros. Un teatro que nuestra credulidad ha inventado y donde vemos proyectarse esas sombras que escribimos", afirmaba G¨®mez de la Serna.
Pero este rato excepcional de la cultura espa?ola, patriarca de las vanguardias, que teatraliz¨® constantemente su vida y su obra, no encontr¨® en el teatro un campo de asentamiento para su vasta creatividad. S¨®lo una de sus obras teatrales, Los medios seres, fue llevada a escena, obteniendo con ella un gran fracaso.
Charlot ramoniano
"Ram¨®n es hu¨¦rfano de todo, de s¨ª mismo tambi¨¦n: como Charlot, con quien se le compara. Y como Charlot, parece triste a fuerza de alegr¨ªa. Como Charlot, Ram¨®n es razonable, el m¨¢s razonable de todos: el que ha encontrado el ¨²ltimo refugio de la raz¨®n en la incongruencia", escrib¨ªa Jos¨¦ Bergam¨ªn del autor de las greguer¨ªas. La fascinaci¨®n de G¨®mez de la Serna por el cine, por el jazz, por todas las manifestaciones de la modernidad, est¨¢n presentes en El lun¨¢tico."En este espect¨¢culo he pretendido sugerir, m¨¢s que recrear, formas narrativas que estuvieron presentes en la obra de Ram¨®n. El primer cine mudo, Charlot, Tiempos modernos, el mundo del circo, la morbosa iconograf¨ªa de la religi¨®n, el jazz y el blues, que gravitan sobre este montaje como un aroma com¨²n de las vanguardias dice Emilio H¨¦rn¨¢ndez. "Ram¨®n, como Alberti, Lorca, Max Aub o Valle-Incl¨¢n, quer¨ªan destruir un teatro, decadente que dominaba y desgraciadamente sigue dominando nuestra escena. Llevarmos un siglo intentando destruir un teatro caduco y todav¨ªa no lo hemos conseguido. Muchos nuevos autores escriben como si fueran viejos. Muchas veces las obras de autores muertos est¨¢n m¨¢s vivas que las de nuestros contempor¨¢neos. Estamos necesitados de beber donde sea y resulta que tenemos fuentes en nuestro propio siglo y en nuestro propio teatro, y una de ellas es G¨®mez de la Serna", afirma Emilio Hern¨¢ndez.
Tras haber dirigido El hombre deshabitado, de Rafael Alberti, y Voces de gesta, de Valle-Incl¨¢n, Emilio Hern¨¢ndez completa con El lun¨¢tico su primera trilog¨ªa del teatro espa?ol oculto del siglo XX. El lun¨¢tico, que se representar¨¢ hasta el pr¨®ximo d¨ªa 2 de febrero, est¨¢ interpretado por ?lvaro Lav¨ªn, Clara Sanch¨ªs, Sandra Toral, Balbino Lacosta, Joaqu¨ªn Liment y Jes¨²s Prieto, entre otros.
Llevo varios a?os intentando incorporar nuevos actores a mis espect¨¢culos, a veces como protagonistas. Hago pruebas y audiciones para intentar cazar gente nueva que abra un camino. El teatro espa?ol est¨¢ necesitado de ellos y de nuevos directores, escen¨®grafos, autores..., que le hagan crecer y expandirse", dice Hern¨¢ndez. "Pero esto no ocurre porque el teatro est¨¢ abandonado en gran parte por los rectores de la cultura".
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