El genio de lo insobornable
Agenda oculta
Direcci¨®n: Ken Loach. Gui¨®n: Jim Allen. Fotograf¨ªa: Clive Tickner. Reino Unido, 1989. Int¨¦rpretes: Frances McDormand, Brian Cox, Brad Dourif, Mai Zetterling. Estreno: Pompeya y, en V. O., Rosales.
No se hacen apenas pel¨ªculas de lucha pol¨ªtica. La brit¨¢nica Agenda oculta, como su director, Ken Loach, es una excepci¨®n, un desaf¨ªo contracorriente y a cuerpo limpio, que nos devuelve al cine considerado como arma pac¨ªfica de los disconformes, de los sojuzgados y de los que -en esta miserable ¨¦poca que nos quieren hacer tragar como de triunfo de la libertad cuando en realidad es lo contrario- sienten el glorioso malestar del esc¨¢ndalo y la indignaci¨®n. La siguiente obra de Loach -Riff-Raff, de inminente estreno- eleva a la perfecci¨®n el mazazo de este solitario cineasta brit¨¢nico que devuelve al cine el honor perdido.La industria cinematogr¨¢fica dominante, sobre todo norteamericana, impone modas y modos, busca y crea modelos, consolida tendencias, promueve y estimula pel¨ªculas que no comprometen las cuentas corrientes econ¨®micas y sobre todo pol¨ªticas de quienes las hacen y venden. Pero hacer una obra como Agenda oculta -de radicalidad absoluta, destinada a combatir, sin guardar sus espaldas, a la mentalidad conservadora dominante en las islas Brit¨¢nicas y fuera de ellas- conlleva riesgos incluso f¨ªsicos, de los que pueden dar testimonio los exhibidores londinenses que desoyeron los consejos de los gorilas de la se?ora Thatcher y se atrevieron a estrenarla bajo la amenaza de la ley de la porra y la manopla, cuando no de la bomba y el tiro en la nuca. De ah¨ª que s¨®lo algunas escasas cadenas de televisi¨®n que logran burlar (como el Canal 4 brit¨¢nico) con su independencia las censuras pol¨ªticas, institucionales o privadas, sean quienes mantienen el fuego casi extinguido del cine-arma y el cine-idea, del que Agenda oculta y Riff-Raff son joyas impagables.
Demostrar la verdad
Agenda oculta es uno de estos escasos y penetrantes filmes de origen televisivo y resonancia cinematogr¨¢fica genial por insobornable. Su estilo es la renuncia al estilo, la elecci¨®n como cauce de una secuencia desdramatizada, propia de un documento cazado furtivamente en las calles del norte de Irlanda, a salto de esquina. La pel¨ªcula discurre a trav¨¦s de composiciones casi documentales, elaboradas con im¨¢genes aparentemente poco cuidadas, hechas con desali?o premeditado. La direcci¨®n de actores es funcional y se desentiende de las minucias ps¨ªquicas de los personajes: busca otro grano que el acostumbrado. Y es evidente en ella que encuentra las -casi olvidadas por la pantalla- grandes construcciones did¨¢cticas: aquellas que ponen m¨¢s empe?o en mostrar la verdad que en hacernos olvidarla.
En el caso del cine de Ken Loach estamos ante un estilo documental aparente y esto debe leerse literalmente: bajo esa apariencia -como siembre ocurre con toda apariencia, si es tal: el objeto del filme es precisamente el desvelamiento de una apariencia, de una impostura hay en Agenda oculta otra cosa distinta de la aparentada, cuando no opuesta. Y efectivamente vemos, detr¨¢s o debajo de ese su estilo di d¨¢ctico y documental, una pode rosa voluntad de ficci¨®n, en el sentido m¨¢s noble del t¨¦rmino, que emerge a lo largo de la trama des velada por el filme -el golpe de Estado oculto que encaram¨® a Margaret Thatcher al poder- y acaba por apoderarse de ¨¦l. Estamos por ello ante una pel¨ªcula que utiliza armas est¨¦ticas del puro documento (destinado a mover) para alcanzar con ellas resultados de pura ficci¨®n (destinada a conmover): una indagaci¨®n visual orientada a proporcionar al mismo tiempo raz¨®n y emoci¨®n.
Si se contempla as¨ª este filme se hacen evidentes aspectos de ¨¦l que de otra manera quedar¨ªan en, un segundo t¨¦rmino irrelevante. Por ejemplo, la tosquedad de im¨¢genes y composiciones puede verse, de esta manera, como secreta finura y delicada elaboraci¨®n l¨®gica de los contenidos. No es Agenda secreta una pel¨ªcula torpe, sino todo lo contrario: su aparente descuido formal es un recurso para que el espectador absorba los fondos y trasfondos sin enmara?arse en la telara?a de las formas. Si en el cine convencional importa m¨¢s c¨®mo ocurren las cosas que esas cosas que ocurren, Loach invierte inicialmente la ecuaci¨®n y finalmente la equilibra: forma y fondo es una sola cosa, dos rincones de la antesala de un mismo infierno de este mundo.
Debido a ello, en Agenda oculta los sucesos se suceden de manera que su contenido se hace signo formal: un disparo, lleno de energ¨ªa e inteligencia demoledora, de im¨¢genes. El contenido, el terrible contenido de este austero y magistral filme, es as¨ª elevado violentamente a forma, lo que es la esencia del genuino cine de combate pol¨ªtico. Bertolt Brecht -quien dijo que "s¨®lo la violencia ayuda all¨ª donde la violencia reina"- se admirar¨ªa ante la audacia y precisi¨®n del trabajo de este su disc¨ªpulo brit¨¢nico.
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