Un estreno de Roberto Gerhard, estrella de la temporada de ¨®pera en Madrid
Contra lo anunciado, el Teatro Real no podr¨¢ acoger en 1992 ninguna representaci¨®n
La estrella cultural del a?o en la temporada de ¨®pera de Madrid es el estreno mundial de La due?a (1945-1947), de Roberto Gerhard, el 21 de enero, catal¨¢n afincado en el Reino Unido y uno de los mayores compositores que ha dado Espa?a desde el Siglo de Oro. En coproducci¨®n con el Liceo de Barcelona, donde se representar¨¢ en febrero, cuenta con dos puntales de excepci¨®n, Antonio Ros Marb¨¢ y Jos¨¦ Carlos Plaza, en las direcciones musical y esc¨¦nica. La provisionalidad marca la temporda del teatro de La Zarzuela: contra lo anunciado, el Teatro Real no funcionar¨¢.
La temporada del teatro de la Zarzuela, aun dentro de sus limitaciones est¨¢ bien estructurada y tiene aciertos innegables. Dos t¨ªtulos populares, como El trovador Gulio) y El barbero de Sevilla (abril), introducen importantes novedades: el primero, la coproducci¨®n con Valencia (donde se estrena) y Oviedo, primer paso de una pol¨ªtica de acercamiento perif¨¦rico que, como m¨ªnimo, abarata costes; El barbero tiene un segundo reparto, formado por j¨®venes cantantes espa?oles, lo que supone un est¨ªmulo nada desde?able para los que comienzan.Al servicio de los divos est¨¢n varios t¨ªtulos: La favorita Ounio), con Alfiredo Kraus y Shir ley Verrett; Carmen (marzo) con Teresa Berganza, Luis Lima y Mar¨ªa Bayo; Sancha de Castilla (en versi¨®n de concierto), con Montserrat Caball¨¦ (febrero).
Entre las sorpresas est¨¢n la ¨®pera b¨¢rroca francesa Atyson (febrero), de Lully William Christie, y Les artsfl¨®rissants, aclamada hasta la saciedad all¨ª donde se ha puesto. Los estrenos espa?oles son Guim¨®n de Atenas, de Jacobo Dur¨¢n L¨®riga y Llu¨ªs Carandell (abril), en la sala Olimpia, y Belisa, de Miguel ?ngel Coria y Antonio Gallego (mayo), estando este ¨²ltimo t¨ªtulo acompa?ado por La.hora espa?ola, de Ravel.
En recital actuar¨¢n la exquisita Victoria de los ?ngeles (febrero), la elegante Frederita von Stade (mayo) y la inconmensurable Mirella Freni Gunio), as¨ª como el impredecible Pl¨¢cido Domingo Gulio)
Est¨ªmulos
La temporada es, pues, atractiva y equilibrada. Lo que m¨¢s se echa en falta es la presencia de un. t¨ªtulo latinoamericano con la excusa del 92 un Bomarzo, de Ginastera, por ejemplo. Pero, en cualquier caso, hay suficientes est¨ªmulos para recibir con inter¨¦s e ilusi¨®n.La ¨®pera de Madrid en 1992 est¨¢ centrada fundamentalmente en estas actividades del teatro de la Zarzuela, de enero a julio., El Consorcio para la Capitalidad Cultural no ha apostado por el teatro l¨ªrico (zarzuela, aparte), salvo un interesante Einstein en la playa, de P. Glass, en el oto?o. Por otra parte,. el ya familiar Festival Mozart, con compa?¨ªas del Este reforzadas por cantantes espa?oles y alg¨²n nombre internacional de prestigio, ofrece en junio cinco t¨ªtulos de Mozart y cuatro de Rossini.
La Zarzuela contin¨²a con sus siete programas habituales (uno m¨¢s si se considera el estreno de la sala Olimpia). La situaci¨®n el de provisionalidad hasta la apertura del Teatro Real, que, contra lo anunciado a bombo y platillo en su d¨ªa, no estar¨¢ en funcionamiento en 1992, en un alarde de p¨¦sima planificaci¨®n.
La claridad informativa no es precisamente una de las caracter¨ªsticas del INAEM en este tema. El Real no tiene todav¨ªa anunciada oficialmente fecha de apertura, y se desconocen sus. enfoques art¨ªstico y organizativo.
S¨ª se ha apresurado, sin embargo, el INAEM a reducir la mitAd de los abonos de los Amigos de la ¨®pera, medida m¨¢s que discutible en este momento, si se tiene en cuenta la escasa afici¨®n existente en Madrid, sin una tradici¨®n de la continuidad de Barcelona o incluso d¨¦ B¨ªlbao u Oviedo. El Real va a necesitar tanto al p¨²blico nuevo como al de toda la vida para llenar su aforo, siempre y cuando la programaci¨®n no sea superconvencional y el n¨²mero de funciones est¨¦ a la altura de una capital europea de cierta entidad.
El aumento de abonos libres se ha extendido a todas las representaciones, con lo que han desaparecido los precios populares de las dos ¨²ltimas funciones.
El sistema de adjudicaci¨®n de los nuevos abonos ha propiciado situaciones de picaresca en oficinas y casas de vecinos. Muchos aspirantes han enviado gran n¨²mero de solicitudes con iniciales de amigos y compa?eros distribuidas por todo el alfabeto, con lo que quedaban garantizadas sus entradas en el sorteo, al premiarse correlativamente a partir de un determinado apellido. Ahora ofrecen las localidades sobrantes al primero que pillan.
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