Antonio Flores de Lemus Gim¨¦nez, matem¨¢tico
El pasado 19 de enero falleci¨® en Barcelona el matem¨¢tico Antonio Flores de Lemus Gim¨¦nez. Nacido en 1913, realiz¨® su licenciatura en dos a?os, integrado en una promoci¨®n singular de matem¨¢ticos que sali¨® de la Universidad de Madrid en 1932.Era el a?o 1934 cuando Flores regres¨® a Madrid tras trabajar durante dos a?os bajo la direcci¨®n de Karl Menger, en el ambiente de alto nivel cient¨ªfico de la Escuela de Viena, sobre problemas topol¨®gicos de inmersi¨®n. Demostr¨® un notable teorema de topolog¨ªa, que se public¨® en una de las m¨¢s importantes revistas europeas (A. I. Flores, 'Uber n-dimensionales Komplexe die im R^2m+1 Absolute selbstverschlungen sind'. Ergebnisse Eines Mathematischen Kolloquium, 1934).
Este teorema, con el nombre de Flores, inmediatamente se incorpor¨® a los libros fundamentales de Hurewicz, Walman... Con este triunfo ep¨®nimo se hab¨ªa convertido Antonio en un matem¨¢tico europeo, y todos esper¨¢bamos de ¨¦l una continuidad en su producci¨®n y ¨¦xitos futuros.
Sin duda ¨¦ste fue un gran est¨ªmulo inicial para nuestra generaci¨®n del 32 y para algunos miembros valiosos de otras anteriores (San Juan, Ancochea ... ), que constituyen la llamada generaci¨®n de los investigadores y es la que m¨¢s peso ha tenido sobre el desarrollo de la matem¨¢tica espa?ola desde la creaci¨®n de la Facultad en 1843.
En 1935, Antonio Flores fue becado para trabajar en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, en donde se encontraban los m¨¢s importantes matem¨¢ticos de la ¨¦poca: Von Neumann, Einstein..., y all¨ª inici¨® su segunda singladura; pero enseguida comenz¨® nuestra guerra civil (1936), y Flores, fuertemente afectado por los graves sucesos espa?oles, decidi¨®, tras discusiones con su padre, el gran economista Antonio Flores de Lemus, y sus amigos, regresar a la Espa?a republicana. Como era natural, tuvo al llegar problemas y dificultades porque en un ambiente oficial y social tan complicado muchos no consideraban coherente su regreso con ser pacifista, como ¨¦l se declaraba. ?ste es el origen de una curiosa an¨¦cdota que me cont¨® su gran mentor y amigo Pipa¨®n. Incorporado al Ej¨¦rcito republicano, fue llevado al Jarama para dirigir una bater¨ªa, suponiendo sus jefes que sus matem¨¢ticas le ayudar¨ªan mucho, pero ¨¦l se neg¨® incluso a estudiar las tablas de tiro y a tener cualquier otra actividad b¨¦lica directa. En cambio colabor¨® con eficacia en algunos problemas t¨¦cnicos del Ej¨¦rcito.
En los a?os siguientes a la guerra no quiso aprovechar su prestigio internacional para trabajar en alg¨²n centro extranjero, como, por ejemplo, en Princeton, lo que fue probablemente el mayor error de su vida. Gast¨® muchas energ¨ªas en la ense?anza privada: era un espect¨¢culo verle como un Don Quijote de las matem¨¢ticas enfrent¨¢ndose un buen n¨²mero de horas diarias, con grupos de 50 alumnos aspirantes al ingreso en la Escuela de Caminos, para resolver en breves minutos cada uno de los problemas rebuscados para aquellos malandrines para lograr que alguna vez se pegara, lo que nunca consiguieron. Pero en ¨¦stas y otras juveniles haza?as... dilapid¨® demasiadas energ¨ªas, que habr¨ªan sido mejor empleadas en hacer matem¨¢tica de calidad, para lo que ya hab¨ªa demostrado excepcionales aptitudes. Algo hizo, siempre respetando el axioma de no aceptar ninguna ayuda oficial (salvo alguna beca del Banco Urquijo).
A pesar de todo era un privilegio escucharle en la tertulia de Ancochea las novedades que encontraba sobre dif¨ªciles y antiguos problemas como de los "n cuerpos", pero que nunca quiso redactar ni publicar, quiz¨¢ como respuesta irrealista, coherente con su posici¨®n inconforme con la Espa?a de la posguerra.
Al trasladar su residencia a Barcelona hace algunos a?os perdimos el contacto directo; pero siempre recordaremos su extraordinaria capacidad matem¨¢tica y su esp¨ªritu desinteresado y caballeroso, admirado por sus disc¨ªpulos y amigos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.