La delaci¨®n como enfermedad
El acceso p¨²blico a los archivos de la Stas? muestra la podredumbre de la ex RDA
El escritor Stefen Heym, un intelectual de la antigua Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA) que mantuvo una curiosa relaci¨®n con el r¨¦gimen comunista, que le permit¨ªa publicar sus novelas en Occidente mientras se lo negaba a sus conciudadanos, y uno de los pensadores claves en el proceso de la unificaci¨®n, cuenta en su ¨²ltimo libro, Construido en la arena, el caso de un impecable funcionario del Estado, comunista convencido, que tras la unificaci¨®n se niega a aceptar el fracaso del sistema y busca argumentos para mantener sus principios.
En su desesperada b¨²squeda encuentra finalmente el dato que da el mazazo definitivo a sus creencias: la Stasi, la omnipresente polic¨ªa pol¨ªtica, le ha estado utilizando durante todos esos a?os para que esp¨ªe a su propia esposa. Pese a que la evidencia es palmaria, se hab¨ªa negado a verlo. La enfermedad, viene a decir Heym, no estaba en el sistema: el virus se hab¨ªa instalado en cada uno de sus s¨²bditos.El cuento de Heym confirma que la realidad imita al arte. El matrimonio de Vera y Knud Wollemberger, ambos hijos de la ¨¦lite pol¨ªtica e intelectual de la ex RDA, ambos encuadrados en la disidencia militante, ambos pacifistas. Durante ocho a?os, Knud inform¨® a la polic¨ªa pol¨ªtica de las m¨¢s nimias andanzas de su mujer, incluidas sus relaciones y conversaciones m¨¢s ¨ªntimas.
"S¨¦ que es dif¨ªcil entenderlo ahora", reconoc¨ªa en una reciente entrevista. Sus largos informes eran su manera de comunicar al Estado policial las inquietudes de la sociedad, "de decirles que no ten¨ªan por qu¨¦ preocuparse de las actividades del Movimiento para la Paz ni de los grupos disidentes del interior, cuya ¨²nica intenci¨®n era reformar el sistema para mejorarlo". A Knud no se le pas¨® por la cabeza que denunciar a su esposa fuera una bajeza.
Hasta la fecha, los seis millones de fichas que almacen¨® la Stasi, y que llenan 202 kil¨®metros de estanter¨ªas, permanecen in¨¦ditas a excepci¨®n de las de un pu?ado de pol¨ªticos y disidentes que han tenido la oportunidad de acceder a las suyas. Pero desde el pasado d¨ªa 2, casi medio mill¨®n de personas han rellenado los impresos para pedir su carpeta. Cuando la institucl ¨®n que custodia las actas, dirigida por el ya famoso Joachim Gauck, d¨¦ con ellas, se comunicar¨¢ con cada uno de estos ciudadanos, concertar¨¢ una cita y les permitir¨¢ leer su biografia policial, y sacar copias si lo desean. Se espera que los primeros lleguen dentro de una semana.
Actuaciones criminales
Entonces se empezar¨¢ a desencadenar el infierno. Las sorpresas que se esconden entre las fichas no se limitan al espionaje y la delaci¨®n, algo predecible en el caso de disidentes y personajes p¨²blicos, sino que, en algunos casos, muestran actuaciones criminales, mientras que en otros aparece la aut¨¦ntica faz de parientes y vecinos, amigos y compa?eros de trabajo, que delataron tan s¨®lo para obtener miserables beneficios materiales o rid¨ªculas ventajas administrativas.El actual ministro de Justicia de Sajonia, Heinz Eggert, por ejemplo, nunca hab¨ªa sospechado que aquella extra?a dolencia, que posteriormente degener¨® en una depresi¨®n aguda cuando no era m¨¢s que el pastor de una peque?a iglesia rural, tuviera su origen en la polic¨ªa pol¨ªtica. La Stasi hab¨ªa decidido, simplemente, acabar con ¨¦l.
Un d¨ªa se sinti¨® mal, cay¨® enfermo. Poco despu¨¦s le sigui¨® toda su familia. La enfermedad parec¨ªa cr¨®nica. Los m¨¦dicos le dijeron que se trataba de un extra?o virus para el que no hab¨ªa una cura definida.
No es seguro que el virus le fuera inoculado, pero sus fichas explican que, con la ayuda de varios colaboradores de la Stasi que pasaban por amigos y concidos suyos, el oscuro funcionario policial que llevaba su caso como "disidente" consigui¨® encaminarlo hacia una cl¨ªnica mental, tras convencerle de que hab¨ªa ca¨ªdo en una grave depresi¨®n como secuela de la enfermedad.
All¨ª, en la consulta del doctor Reinhard Wolf, recibi¨® durante seis semanas un tratamiento de choque que no hizo sino agravar su estado. Convertido en una piltrafa humana, el doctor Wolf le diagnostic¨® que su enfermedad era irreversible, lo cual le impedir¨ªa ejercer su trabajo si no quer¨ªa seguir empeorando.
Wolf ha sido inhabilitado y se investiga la posibilidad de que el caso de Eggert no fuera el ¨²nico tratado en su cl¨ªnica. Pero si la disidencia de un pastor protestante de una localidad rural de Sajonia provocaba tal reacci¨®n del aparato represivo del Estado, es f¨¢cil deducir las dimensiones de la penetraci¨®n de la Stasi a todos los niveles de la vida social y cotidiana de la RDA, lo que ha sorprendido incluso a los disidentes que sufrieron persecuci¨®n.
Gerd Poppe, uno de los fundadores de la Iniciativa para la Paz y los Derechos Humanos, explicaba estupefacto c¨®mo al leer parte de los 50 vol¨²menes que le estaban dedicados descubri¨® que 10 de los 20 principales militantes del movimiento eran soplones de la polic¨ªa pol¨ªtica, y que ¨¦sta, adem¨¢s, hab¨ªa empleado hasta a 60 personas para seguir sus movimientos.
"El aparato se ahogaba en su propia furia inquisidora", coment¨® Poppe tras descubrir cartas que nunca le llegaron, fotos e informes sobre la instalaci¨®n de micr¨®fonos secretos y transcripciones interminables de conversaciones de tel¨¦fono.
Pero lo que m¨¢s le afect¨® fue el descubrimiento de un plan de medidas contra ¨¦l en el que se inclu¨ªan tambi¨¦n a sus hijos. "La Stasi fue al colegio de mi hijo, que entonces ten¨ªa siete a?os, y hablaron con la directora, reunieron a todos los maestros y elaboraron una estrategia para poner a mi hijo en la v¨ªa recta, es decir, d¨ªstanciarlo de su padre. No funcion¨®, no pod¨ªa funcionar, pero ¨¦sas eran sus ideas".
"Higiene social"
A la escultora Barbel B?hley, una de las fundadoras de Nuevo Foro, la lectura de los 40 vol¨²menes que le dedic¨® la Stas? le produjo una sensaci¨®n de banalidad, aunque, admiti¨®, "esto me servir¨¢ para poner en pr¨¢ctica la higiene social que quiero crear en mis relaciones". El poeta y cantante Wolf Biermann, que fue expulsado de la RDA en 1976, descubri¨® entre las 30.000 p¨¢ginas de su informe que las 40 personas dedicadas a seguirle, "ni siquiera han dejado escapar las observaciones m¨¢s nimias sobre mi vida amorosa".Las redes de la Stasi se extend¨ªan tambi¨¦n a Alemania Occidental, especialmente hacia los que lograron escapar. Incluso parece que instalaron micr¨®fonos en el famoso Caf¨¦ Einstein de Berl¨ªn Occidental, lugar cl¨¢sico de reuni¨®n del mundo intelectual de la ciudad.
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