"No sabr¨¦ nunca lo que es envejecer"
Desde la ventana del actual domicilio de Terenci Moix en Barcelona pueden verse, erizadas de antenas de televisi¨®n, las azoteas del barrio de su infancia. No queda lejos la plaza de nombre inefable -del Peso de la Paja- donde jugaba Terenci de ni?o (entonces se llamaba Ram¨®n) y que dio nombre a la primera parte de sus memorias. Tampoco queda lejos el cine Goya (ahora convertido en teatro), al que acud¨ªa a ver programas dobles. Ni el mercado de Sant Antoni, adonde iba los domingos en busca del tebeo pendiente. Es su paisaje de siempre, pero es tambi¨¦n un escenario en el que le cuesta cada vez m¨¢s reconocerse."Me salva de la melancol¨ªa", se?ala, "que a la Barcelona de mi infancia la hayan cambiado toda. Han cerrado los cines, han hecho plazas duras... Se mantiene de milagro el nombre de mi calle, pero... aprendes con el tiempo a ver las cosas como etapas que empiezan y se cierran".
Lo de los 50 a?os lo ha pasado Terenci sin traumas. Unos d¨ªas antes, en Navidad, estaba en Disneyworld, disfrutando de las atracciones como un ni?o. Despu¨¦s vino una escapada a T¨²nez para extasiarse con las ruinas romanas y reafirmar su odio al turismo de masas. Y el d¨ªa 5, una peque?a fiesta con los amigos.
Morir a los 30
"Me encanta tener 50 a?os", afirma. "Yo era un ni?o muy rom¨¢ntico y siempre pensaba que me morir¨ªa a los 30 como lord Byron o que me suicidar¨ªa... Y hubiera sido una l¨¢stima porque me habr¨ªa perdido 20 a?os muy plenos. No hay duda de que el tiempo te trae sorpresas. La muerte, por ejemplo. Sobre todo esa sorpresa: gente entra?able y excepcional que va desapareciendo, gente como Jaime Gil, Montse Roig, Maria Aur¨¨lia Capmany... "
A lo largo de los a?os hay unos temas que han ido quedando como muy terencianos. Egipto, por ejemplo, adonde Terenci ha viajado nada menos que 23 veces y que vuelve a asomarse en su ¨²ltima novela, La herida de la Esfinge (Planeta), que cuenta tambi¨¦n con unas dosis de ¨®pera, desmadre sexual, insolencia y aventureros del XIX. "Ha sido un buen ejercicio de depuraci¨®n, porque en Garras... me hab¨ªa excedido", se?ala con una sonrisa hollywoodiana. "Con La herida de la Esfinge quise constre?irme a una disciplina, a una historia con unos personajes, una intriga, unos ambientes... Detesto el trascendentalismo en literatura y siempre que escribo recuerdo lo que dec¨ªa Fellini: 'Mi oficio es contar historias'. Siempre he querido ir por ah¨ª".
Al recordar su primer premio literario, en una fecha tan lejana como 1967, Terenci no duda en evocarlo con cari?o. "La torre dels vicis capitals fue un gran ?mpacto", recuerda, para a?adir Inmediatamente: "?Hace 25 a?os ya? ?Ufl El libro tuvo ¨¦xito porque era muy fresco y desinhibido. En 1967 ten¨ªas que escribir La placa del Diamant o algo parecido a lo que hac¨ªa Pedrolo para que te tuvieran en consideraci¨®n. Yo, en cambio, escrib¨ª algo con mucho descaro literario, un poco como hice con Mundo macho, un libro que estaba hecho a mi medida, una especie de locura".
Su novela clave, El dia que va morir Marilyn, la public¨® dos a?os despu¨¦s y se convirti¨® en un acontecimiento en la literatura catalana. "Hace 20 a?os", cuenta, "me lanzaba a escribir como un torrente, sin parar. Estuve nada menos que seis a?os corrigiendo y rehaciendo El dia que va morir Marilyn. Ahora me cuesta m¨¢s. Lo que, pasa es que cuando escrib¨ª Marilyn mi dios era Joyce, ya que estaba muy influido por la etapa de Londres. Quer¨ªa hacer un Ulysses y, claro, si no eres Joyee, no hay dios que lo lea. La primera versi¨®n de la novela se llamaba El desorden y estaba escrita en castellano. Todo eran mon¨®logos intemos que se entrecruzaban y complicaban. Se lo di a leer a mi amigo Pere Gimferrer y medijo: 'Tienes que ordenarlo'. Lo rehice y despu¨¦s Joaquim Molas y Maria Aur?lia Capmany me ayudaron mucho en el terreno ling¨¹¨ªstico".
No se corta Terenci a la hora de atacar, aunque asegura no estar resentido por el trato que le da la Generalitat: "Ahora vivo entre Madrid y Barcelona, lo que me permite ver las cosas de lejos. Al consejero de Cultura me lo cruzo por la calle y ni me saluda. Dio la Generalitat una fiesta para el milenario de Catalu?a a la que invitaron a 2.000 personas y yo ni me enter¨¦. Creo que en una lista de2.000 puedo entrar... Para el nurnerito que montan por Sant Jordi nunca me han mvitado, pero me da igual. Mientras Yo firmo ejemplares por toda Espa?a, ellos est¨¢n tomando su chocolate con churros en el Palau de la Generalitat".
La carrera literaria de Terenci Moix -¨¦l prefiere peripecia a carrera- est¨¢ jalonada de libros y m¨¢s libros. En 1991, sin ir m¨¢s lejos, public¨® tres. El se?ala que si es tan prol¨ªfico se debe a que es un trabajador incansable, tenaz como buen Capricornio. "Estoy orgullos o de haber hecho casi siempre lo que me ha dado la gana por mis propios medios", puntualiza. "Ninguna instituci¨®n me ha pagado ni una beca, ni una subvenci¨®n, ni un caf¨¦ con leche. Si de alguna cosa puedo presumir es de haber ido de libre por la vida".
Ante el panorama cada vez m¨¢s en auge de tanta subvenci¨®n literaria y de escritores funcionarios, afirma Terenci que le asalta peri¨®dicamente la idea de escribir sobre este mundillo. "Quiz¨¢s haga alg¨²n d¨ªa un panfleto", dice, "porque cuando la realidad te indigna no tiene que mezclarse con la ficci¨®n. Ahora me es dif¨ªcil creerme todos los prestigios que se est¨¢n inventando, porque conozco lo que hay detr¨¢s".
Al repasar su obra, Terenci salva la mayor¨ªa de sus libros, pero hay otros que prefiere olvidar. "Mirando hacia atr¨¢s veo que he cometido algunos errores y hay libros que no dejo reeditar, como La caiguda de l`imperi sodomita, el libro sobre los comics, Cr¨°niques italianes y Terenci als USA. Este, ni que me crucificaran en el Tibidabo".
El cambio del Planeta
Una fecha clave en Terenci es 1986, cuando gan¨® el Premio Planeta con No digas que fue un sue?o. "Lo que escrib¨ªa antes eran libros que s¨®lo pod¨ªa escribirlos yo, como Mundo macho, Ammami Alfredo, etc¨¦tera", dice. "Y los cr¨ªticos me aplaud¨ªan. Pero cuando gan¨¦ el Planeta la cosa cambi¨®. Deb¨ªan de considerar que la comercialidad y la calidad no pueden ir juntas... Pero es igual, de No digas que fue un sue?o ya he vendido 1,2 millones de ejemplares, que no es poco. Los cr¨ªticos a¨²n se meten conmigo, pero me da igual. No tengo que pedir perd¨®n por eso ya que creo que ganar el Planeta es lo mejor que me ha pasado en mi vida. Adem¨¢s, tengo claro que cada cinco o seis a?os los gustos y corrientes literarios cambian, y quiz¨¢s llegar¨¢ un d¨ªa que un chaval descubrir¨¢ que No digas que fue un sue?o era una novela magn¨ªfica. Alg¨²n cr¨ªtico lleg¨® a decir que era como Cecil B. de Mille. Es lo que pasa en este pa¨ªs: plagias a Shakespeare y a Plutarco y dicen que haces Cecil B. de Mille..."
Cuando se le indica que es uno de los autores que m¨¢s vende en Espa?a, Terenci se esfuerza en relativizarlo. "Eso del triunfo es muy relativo", opina. "En la vida, bastantes cosas me han llegado sin buscarlas. A mi me fascina ver lo provisional que es el ¨¦xito, como se ve en el libro que acabo de publicar (Mis inmortales del cine, Planeta). No me enga?o. S¨¦ que los lectores,se pueden cansar de hoy para ma?ana. No me considero un triunfador, me considero un senor que se gana las cosas a tope".
Unas memorias que le duele continuar
En 1991 public¨® Terenci la primera parte de sus memorias (El peso de la paja, Plaza y Jan¨¦s), pero queda pendiente una continuaci¨®n que se resiste a escribir. "A¨²n tengo que empezar la segunda parte, que se llamar¨¢ El beso de Peter Pan", explica. "No me he fijado un l¨ªmite, porque en el primer libro me lo pas¨¦ muy mal por lo que ten¨ªa de paso del tiempo. Y es que pas¨¢rtelo mal recordando la infancia... Ya sabes que es algo que no ten¨ªa que perdurar, pero recordar ahora los a?os sesenta es distinto. Son unos a?os que parec¨ªa que no se me ir¨ªan nunca de las manos. Y claro, recordar eso, que ha sido tan transformado, tan mitificado, es un ejercicio bastante masoquista. No me duele el pasado, pero los a?os sesenta fueron m¨¢s que buenos, fueron muy intensos. En aquellos a?os ten¨ªas el derecho de equivocarte. Y no una vez, sino muchas. La vida se iba haciendo y deshaciendo continuamente".En la memoria del escritor, el cine desempe?a un papel b¨¢sico, y son los actores del Hollywood de los cuarenta el tema de su ¨²ltimo libro sobre este mundo que siempre ha mitificado. Pero si bien antes acud¨ªa al cine de barrio, ahora se recrea en su sala privada y en su extensa videoteca. "Se ha perdido el sentido que ten¨ªa el cine de ritual", reflexiona al observar ese contraste. "Esto lo ha ocupado la televisi¨®n, que no me interesa. De todos modos, no lo echo en falta. Mantengo -el fetiche. La gracia del cine es que es el ¨²nico imperio que hemos visto nacer y morir".
Si bien Terenci mantiene intacta su adrhiraci¨®n por el cine de antes, se muestra cr¨ªtico respecto al de ahora. "Me gust¨® El cielo, protector, aunque me sobran los ¨²ltimos 10 minutos, que son una collonada, que dir¨ªa Pla", dice. "Tambi¨¦n me gusta mucho Woody Allen. Pero tanto en literatura como en cine tiendo mucho a volver a los cl¨¢sicos. Volv¨ª a ver hace poco El s¨¦ptimo sello y comprob¨¦ que sigue siendo una obra maestra. En cambio, Twin Peaks me parece una mascarada. En el 90% de los casos el cine actual est¨¢ hecho para que no pienses ni un momento. Se han acostumbrado al ritmo de la televisi¨®n. Hay pel¨ªculas que est¨¢n bien, como la ¨²ltima de Pilar Mir¨® o Bagdad Caf¨¦, pero el cine como fen¨®meno de masas ya no es lo que era. Este cine se hace ahora para mentalidades de 13 a?os. Es un cine de hamburguesa. Como todo eso de Terminator o Loca academia de polic¨ªa...".
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