Desarme dr¨¢stico
POCAS HORAS despu¨¦s de las declaraciones del presidente Bush en favor de medidas radicales de desarme, Bor¨ªs Yeltsin ha hecho propuestas sobre el mismo tema que tienden tambi¨¦n a reducir dr¨¢sticamente los arsenales nucleares de Estados Unidos y Rusia. Es una coincidencia l¨®gica no s¨®lo por la necesidad de ambos Gobiernos de disminuir sus gastos militares para hacer frente a problemas econ¨®micos agudos -de distinto grado en uno y otro sitio-, sino porque la desaparici¨®n de la URSS y el fin de la guerra fr¨ªa exigen una revisi¨®n total de lo que ha sido la pol¨ªtica militar en las ¨²ltimas d¨¦cadas.No se trata ya de las nuevas posibilidades de desarme que se abrieron con la pol¨ªtica de distensi¨®n de Gorbachov. El tratado START, firmado por Bush y el presidente sovi¨¦tico el verano pasado en Mosc¨², estipulaba una disminuci¨®n del 30% de las armas nucleares estrat¨¦gicas. Pero ese tratado no ha sido ratificado: una de sus partes, el Estado sovi¨¦tico, ha desaparecido. Ahora la situaci¨®n es distinta. Rusia, y lo mismo ocurre con las otras rep¨²blicas de la CEI, es un pa¨ªs depauperado que depende de la ayuda occidental para subsistir, y que sigue en pol¨ªtica internacional, por lo general, las pautas de Estados Unidos.
Una novedad de esta fase internacional es el anuncio de reducciones unilaterales de armas nucleares, en ciertos casos muy importantes. Pero tales medidas no son controladas, y obviamente no son suficientes. Los pasos decisivos deben darse mediante acuerdos negociados. Para ello hay un punto com¨²n en las propues tas de Bush y Yeltsin: se centran en una fuerte disminuci¨®n -superior a la prevista en START- de las armas estrat¨¦gicas. El primero ofrece la supresi¨®n de los misiles en tierra con cargas m¨²ltiples y de un tercio de los misiles en submarinos a cambio de que Rusia suprima sus misiles en tierra de carga m¨²ltiple. Yeltsin va m¨¢s lejos: su propuesta de disminuci¨®n dejar¨ªa a cada parte unas 2.500 cabezas nucleares en lugar de las 4.500 del plan de Bush.
El actual estado del planeta permite sin duda reducciones muy radicales. Sobre ello insisten varios congresistas dem¨®cratas, que consideran que se puede conservar una capacidad disuasoria con niveles de armas nucleares inferiores a los propuestos por Bush. Es cierto que estamos en un mundo borrascoso; existen serios peligros de conflictos, pero no de un tipo en el que sea veros¨ªmil el empleo de armas nucleares.
En todo caso, incluso si se logra -y hoy es muy probable- un acuerdo sobre reducciones estrat¨¦gicas con los debidos controles, subsistir¨¢n dos graves problemas: las armas t¨¢cticas, repartidas en diferentes partes de la antigua URSS, y los especialistas sovi¨¦ticos en materia at¨®mica, cuya emigraci¨®n a ciertos pa¨ªses podr¨ªa contribuir a una proliferaci¨®n del armamento nuclear. Sobre el primer problema, el ministro alem¨¢n Genscher propugna un acuerdo para su destrucci¨®n controlada. Es la ¨²nica soluci¨®n sensata y eficaz, ya que permitir¨ªa establecer equipos de control en el territorio de la antigua URSS. Desgraciadamente choca con ciertas resistencias en Occidente, sin duda por el deseo de algunos Gobiernos de seguir utilizando la amenaza de ese tipo de armas. En cuanto a los especialistas, varias iniciativas est¨¢n en marcha para evitar que se desplacen hacia pa¨ªses con pol¨ªticas agresivas. Los Gobiernos occidentales tienen una ocasi¨®n ¨²nica de dar un impulso hist¨®rico al desarme nuclear.
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