Patriotismo, palabra de moda en Rusia
Entre sus compatriotas, la imagen p¨²blica del presidente de Rusia, Bor¨ªs Yeltsin, ha iniciado una fase de deterioro que puede verse acelerada r¨¢pidamente si la reforma econ¨®mica no da resultados visibles en el futuro pr¨®ximo y si persisten y cobran credibilidad las informaciones sobre la irresponsable afici¨®n a la bebida del presidente. ?sta es la impresi¨®n que transmiten diferentes interlocutores pol¨ªticos, pertenecientes tanto al grupo de partidarios de Yeltsin como al de aquellos que piensan que Mija¨ªl Gorbachov, con todos sus defectos, ten¨ªa un estilo m¨¢s democr¨¢tico que el actual l¨ªder ruso.Las impresiones vienen avaladas por las encuestas, que advierten ya una tendencia a la baja en la popularidad de Yeltsin. En una escala de 10 puntos, el presidente de Rusia ha obtenido una nota de 4,5 en el mes de enero, seg¨²n un sondeo realizado por el prestigioso Centro de Estudio de la Opini¨®n P¨²blica, dirigido por la soci¨®loga Tatiana Zasl¨¢vskaia. En octubre, Yeltsin obtuvo seis puntos, y en noviembre, cinco. El descenso en la popularidad de Yeltsin no supone, sin embargo, que los rusos consideren al ex presidente de la URSS como una posible alternativa. Un 47% de los ciudadanos, seg¨²n la misma encuesta, piensa que Gorbachov no puede volver a la vida pol¨ªtica activa, en tanto que un 31% no lo descarta y un 23% no sabe qu¨¦ contestar.
El ex presidente de la URSS, que ha superado ya el trauma y las humillaciones sufridas el pasado diciembre, no ha renunciado a recuperar un protagonismo pol¨ªtico a¨²n no definido, seg¨²n aseguran varios colaboradores suyos. La direcci¨®n rusa, aseguran estas fuentes, ejerce una constante vigilancia para evitar que el nuevo organismo de estudios pol¨ªticos dirigido por Gorbachov pueda transformarse en un centro de oposici¨®n.
Varios intelectuales moscovitas, en conversaciones con esta corresponsal, consideran que la falta de una oposici¨®n organizada y democr¨¢tica es hoy precisamente uno de los problemas m¨¢s graves y peligrosos con los que se enfrenta Rusia. En la ¨¦poca conocida como perestroika, el Partido Comunista de la URSS (PCUS) era la columna vertebral del Estado, pero dentro de aquel marco de juego Gorbachov representaba un papel de centro con una oposici¨®n de derecha y otra de izquierda.
Partidos poco arraigados
En el marco de referencia actual, ya disuelto el PCUS y abolido el antiguo Estado sovi¨¦tico, las formaciones y partidos pol¨ªticos existentes son muchos pero tienen escaso arraigo, porque los intereses de grupo del pasado se han pulverizado. Mientras tanto, los intereses del futuro, correspondientes a una nueva clase media o burgues¨ªa o a un nuevo empresariado, todav¨ªa no han tenido las condiciones para cohesionarse en nuevos y fuertes grupos de presi¨®n.
La palabra de moda hoy en Rusia es patriotismo, un t¨¦rmino tras el que se ocultan nostalgias imperiales sovi¨¦ticas. Hoy, el patriotismo parece ser un elemento de cohesi¨®n m¨¢s fuerte que los intereses econ¨®micos insuficientemente diversificados de la nueva sociedad. El conflicto con Ucrania sobre Crimea y la flota del mar Negro y la insubordinaci¨®n de las antiguas rep¨²blicas aut¨®nomas de la Federaci¨®n Rusa hacen que algunos sectores de la intelligentsia rusa teman la aparici¨®n de un patriotismo agresivo dispuesto incluso a llegar a las armas para defender un gran Estado ruso hoy cuestionado por la realidad.
Una expresi¨®n de ese patriotismo ha sido la decisi¨®n del S¨®viet Supremo de Rusia de revisar la constitucionalidad de la decisi¨®n de entregar Crimea a Ucrania tomada por Nikita Jruschov en 1954. El patriotismo ruso hace que hoy sea dif¨ªcil que Rusia haga concesiones sobre las islas Kuriles a Jap¨®n y podr¨ªa explicar de alguna manera que Yeltsin, en contra de las expectativas de Bonn, s¨®lo est¨¦ dispuesto a permitir una rep¨²blica aut¨®noma alemana en una antigua base de pruebas de misiles y en el supuesto de que un 90% de la poblaci¨®n fueran alemanes.
Las filas de los patriotas se han ampliado mucho ¨²ltimamente. A ellas pertenecen activistas pol¨ªticos que vienen de campos diferenciados, como el vicepresidente de Rusia, Alexandr Rutskoi, antiguo aviador condecorado por su participaci¨®n en la guerra de Afganist¨¢n. A ellas pertenecen pol¨ªticos como Oleg Rumiantsev, l¨ªder socialdem¨®crata y uno de los autores del proyecto de Constituci¨®n de Rusia, y Vlad¨ªmir Luk¨ªn, presidente de la Comisi¨®n de Relaciones Internacionales del Parlamento. Junto a los patriotas institucionales existe un amplio sector revanchista, organizado en grupos de extrema derecha, que no se ha reconciliado a¨²n con la desaparici¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Yeltsin se enfrenta a un complicado dilema. Apoyarse en el patriotismo puede ser una tentaci¨®n f¨¢cil y peligrosa para un l¨ªder de car¨¢cter populista como ¨¦l. Pero igualmente peligroso es permitir que el patriotismo se convierta en la ¨²nica oposici¨®n organizada a las fuerzas en el poder, sometidas al enorme desgaste de llevar a t¨¦rmino una dura terapia de choque econ¨®mico.
"En vez de jug¨¢rselo todo a la carta de Bor¨ªs Yeltsin, hasta el punto de encubrir las debilidades personales del presidente, los dem¨®cratas deber¨ªan escindirse para formar una oposici¨®n con un proyecto pol¨ªtico alternativo", se?alaba un socio del club de intelectuales La Tribuna de Mosc¨².
Ni el movimiento que dirige el antiguo ministro de Exteriores de la URSS Edvard Shevardnadze ni los proyectos pol¨ªticos de Gorbachov son hoy fuerzas motoras de amplios sectores sociales. El sentimiento de que hay que disponer de una oposici¨®n democr¨¢tica distinta a la que ha existido hasta ahora crece en la medida en que Yeltsin desconcierta a sus compatriotas con un comportamiento imprevisible. Los rumores sobre su afici¨®n al alcohol (el tema de cotilleo preferido hoy en Mosc¨²) se superponen a las quejas sobre el estilo conspirativo de los colaboradores del presidente. "Hay tres hombres claves hoy en Rusia", afirmaba el observador pol¨ªtico Sergu¨¦i Parjomenko: "Guennadi Burbulis (primer vicepresidente del Gobierno), que tiene las ideas; Sergu¨¦i Shajrai (vicepresidente del Gobierno), que las formula, y Yeltsin, que las firma".
Algunos de los rasgos distintivos del sistema de ordeno y mando, como el secretismo, la ausencia de transparencia informativa, el gusto por la conspiraci¨®n y la intriga y el sentido exacerbado de la jerarqu¨ªa reaparecen hoy en el equipo dirigente ruso.
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