El arte como denuncia social
Un tanto al hilo de cierto arte hoy en boga interesado en recuperar actitudes de comproni¨ªsio que trascienden el pacto m¨¢s 0 menos formal del creador hacia su obra, nos llega, v¨ªa importaci¨®n, esta colectiva concebida por las cr¨ªticas de arte B¨¦atrice Simonot y Liliana Albertazzi y que pudo ser vista en su estado original en la ciudad francesa de Rouen.Y un tanto diezmada con respecto a lo que fue su concepci¨®n primigenia, como castigada por los rigores espaciales del l¨²gubre recinto que la acoge -y que parece desproveerla de buena parte de la intensidad y mordiente primeras- se nos da a conocer.
Mediante una meritoria, por amplia y pluridisciplinaria, selecci¨®n de nombres y de t¨¦cnicas empleadas, y sin entrar en la cuesti¨®n del tono cualitativo de lo expuesto, con Denunciaci¨®n -o Denuncia, que suena mejor- se logra, cuando menos, hacer cre¨ªble la existencia en el viejo continente -casi todos los artistas no incluidos en el apartado de v¨ªdeo son europeos- de una corriente que cree en la denuncia social como principal contenido a vehicular por una obra de arte.
D¨¦nonciation
Centre d'Art Santa M¨¦nica. Rambla de Santa M¨®nica, 7. Barcelona. Hasta el 1 de mazo.
Varias son las formas de denunciar y variada la raigambre e intenciones de las denuncias.
Una, que es la m¨¢s c¨®moda y la menos peligrosa por cuanto implica ambig¨¹edad en la actitud del denunciante -la m¨¢s extendida- es aqu¨¦lla que se limita a enunciar y exponer los errores del sistema. Que tira la piedra y esconde la mano porque, en el fondo, son los propietarios de la cristalera quienes alimentan, animan y permiten la visualizaci¨®n de futuros apedreamientos.
Luego est¨¢n los que, sin carn¨¦ alguno en el bolsillo y sin caer en la conversi¨®n de sus trabajos en mero trasunto de directrices partidistas, critican abiertamente, se posicionan, eluden el equ¨ªvoco y buscan la subversi¨®n sin dar grandes giros, ni facturales ni conceptuales, a algo que es tan intr¨ªnseco al hombre como antiguos son los modos con que ha venido canalizando unos problemas contextuales que, a fin de cuentas, siempre son los mismos.
Y entre gente y gente que muestra y opina, encuadra y se cuadra, quedar¨¢ para el espectador y para su mayor o menor avidez de moralina la identificaci¨®n con unos u otros trabajos o actitudes. Quedar¨¢ para lo obvio, que son los resultados patentes en las obras, que abundan estrategias harto vistas en la escena americana y que nombres como los de Samba, Metzel o Kerbrat, inteligentes ellos, ni confunden actualidad del discurso con actualidad de medios, ni saben demasiado de medias tintas.
A pesar de todo, es ¨¦sta una muestra bien sintom¨¢tica del estado de esta cuesti¨®n, m¨¢xime si ¨¦sta se enriquece con el tiempo necesario para contemplar las m¨¢s de ocho horas de v¨ªdeo programadas en una sala anexa y producidas por artistas de procedencia bien diversa.
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