Ser duro e ir de duro
Los vaivenes de la carrera del actor y director estadounidense Dennis Hopper son una oscura -susurrada a media voz- historia que se remonta a los a?os 50, cuando se dio a conocer como miembro de la tribu de j¨®venes airados cuya n¨®mina encabez¨® James Dean, con quien Hopper actu¨® un par de veces. Les fue mal en la vida a muchos de estos adolescentes, casi siempre menos iracundos de lo que parece. Hopper no fue una excepci¨®n. Su carrera est¨¢ llenade saltos hacia la cumbre seguidos de ca¨ªdas hacia abismos personales y profesionales, de los que -y ese es parad¨®jicamente su lado debil- siempre sobrevive.
Despu¨¦s de a?os sin br¨²jula, Hopper encontr¨® cauce en Easy Rider, que fue, m¨¢s que una pel¨ªcula, una bandera de enganche de las abruptas cunetas de la vida marginal en Estados Unidos durante los ¨²ltimos y broncos a?os sesenta.
Labios ardientes
Direcci¨®n: Dennis Hopper, Nona Tyson y Charles Williams. M¨²sica: Jack Nitzsche. Fotograf¨ªa: Ueli Steiger. EE UU, 1991. Int¨¦rpretes: Don Johnson, Virginia Madsen, Jennifer Connelly. Cines Madrid, Vaguada, Albufera, Colombia y, en v. o., Lumiere.
M¨¢s tarde, el talento de Hopper volvi¨®, con algunos rel¨¢mpagos entre medias, a dormitar, hasta que sali¨® a la luz de nuevo, aupado por Francis Coppola, en su interpretaci¨®n en Rumble Fish, que es, por ahora, el momento m¨¢s inspirado, y quiz¨¢s insuperable, de su carrera.
Mirada esc¨¦ptica
Dando tumbos Hopper alcanz¨® el equilibrio del superviviente, en el que se mantiene sin hacer demasiadas eses. Hay por ello razones para considerar sincera su mirada esc¨¦ptica a lo que le rodea; y no fingida su inclinaci¨®n a no escatimar im¨¢genes que quieren representar la dureza, la violencia e incluso el horror de vivir. Capaz de lo mejor y lo peor, hay veces que sus intentos se convierten en buen cine; pero hay otros en que se quedan en balbuceo. Su reciente Labios ardientes pertenece, a nuestro parecer, a esta segunda especie: al furg¨®n de cola de la quebrada filmograf¨ªa de este singular hombre de cine.En cine una cosa es ser duro y otra ir de duro. Para lo primero hace falta el silencio taciturno de quien camina con la boca cerrada, a cuerpo limpio bajo la lluvia, en un callej¨®n sin salida. Para lo segundo basta con matonear, bajo la lluvia pero con paraguas, con charlatener¨ªas de mala novela negra en un callej¨®n con salida a una confortable moralina. El primero penetra en un camino sin vuelta; el segundo es un sujeto inmovil, que gasta en saliva lo que el otro gasta en suela de zapato.
Labios ardientes es un thriller que va de duro, pero que no lo es. Quiere contar una historia de la Am¨¦rica Profunda, pero cuenta un cuento tan superficial y tan de cualquier lado, que ni es de Am¨¦rica ni mucho menos de la profunda. Est¨¢ construido con personajes que hablan con esta dureza: Chica: "No me importa que me insulten cuando me follan ?A donde te vas, Harry?"; Chico: "Yo a mi casa; t¨² a la mierda". O la chica, insinuante, a su marido: "Te voy a follar hasta que te mueras"; y obviamente el marido muere. No el chico, a quien no hay lagarta que asesine con tal arma, pues: "Nena, mi vida es una sucesi¨®n de l¨ªos con putas de todas clases". Egregia definicion de la supervivencia, comparable a esta invitaci¨®n a la cama, despilfarro de ingenio: Chico: "?Qu¨¦ se puede hacer en este pueblo?"; Chica: "S¨®lo dos cosas ?Tienes televisi¨®n?"; Chico: "No"; Chica: "Entonces, s¨®lo una".
Gui¨®n -alargado, lleno de di¨¢logos mec¨¢nicos- y direcci¨®n -rutinaria, sin hondura ni ritmo- mantienen la atenci¨®n apoyados en resultones gui?os de porno blando y de violencia fisica, cuando carecen de erotismo y de violencia moral.
Una bella m¨²sica
Hopper se limita a seguir en el montaje una bella m¨²sica, para dar apariencia de ritmo a una sucesi¨®n de im¨¢genes que carece interionnente de ¨¦l.Los actores dan cuerpo a quienes quieren interpretar, pero no llegan a darles corporeidad, identidad. Don Johnson no actua, s¨®lo pone la cara, siempre la misma, y aunque su personaje vive una mutaci¨®n, el actor no la expresa y hay que adivinarla -pues no se ve en su rostro- en lo que dice: "Soy duro por fuera, pero por dentro lo soy m¨¢s". Virginia Madsen, en su perversa al estilo de Barbara Stanwyck, bordea el rid¨ªculo.
Y todo por el estilo en este filme de vocaci¨®n rebelde y resultado conservador.
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