Sexo y pol¨ªtica
UNA VEZ m¨¢s, al iniciarse la campa?a presidencial en EE UU, un presunto esc¨¢ndalo sexual ha sido colocado por la prensa amarilla en el centro de la contienda. En 1987, Gary Hart, la figura del Partido Dem¨®crata que ten¨ªa m¨¢s posibilidades de derrotar a George Bush, tuvo que retirarse de las elecciones primarias (encargadas de designar el candidato de cada uno de los partidos) a causa de una campa?a que aireaba sus relaciones con una modelo. Ahora, el gobernador de Arkansas, Bill Clinton, es atacado por una presunta relaci¨®n extramarital con una bailarina, cuyas declaraciones sobre este tema han encontrado amplio eco en publicaciones dedicadas al esc¨¢ndalo.Lo verdaderamente sorprendente es que en una sociedad como la norteamericana, acosada por grav¨ªsimos problemas econ¨®micos, parece como si la condici¨®n m¨¢s importante para aspirar a la presidencia sea la de haber guardado fidelidad absoluta a la esposa y no la capacidad de dar respuestas acertadas a las cuestiones econ¨®micas, pol¨ªticas y sociales. En tal sentido sorprende que toda la energ¨ªa dedicada a analizar la conducta sexual del gobernador no se hubiera aplicado, al menos en parte, a discutir su decisi¨®n de no permutar la pena de muerte a un retrasado mental, Rickey Ray Rector, ejecutado el pasado 24 de enero, en su Estado, Arkansas. La pena de muerte concita, al parecer, menos inter¨¦s o pol¨¦mica que las novias no legalizadas.
La esposa del gobernador de Arkansas, una abogada de prestigio, ha sido la carta m¨¢s eficaz para responder a la campa?a contra su marido. Reconociendo que hubo problemas en el matrimonio, se ha negado a entrar en ese tema, reivindicando el derecho a tener una zona de vida privada. "Son cuestiones", dijo, "que s¨®lo conciernen a mi marido y a m¨ª". Esta actitud ha encontrado el apoyo de los diarios m¨¢s prestigiosos, como The New York Times o The Washington Post. El primero titula su editorial sobre el tema La l¨ªnea sensata, refiri¨¦ndose a la que debe separar el deseo l¨®gico del elector de conocer la vida y cualidades de un candidato y la curiosidad morbosa fomentada por ciertos medios de comunicaci¨®n.
?Hasta qu¨¦ punto influir¨¢ este problema sobre la campa?a electoral? George Bush parece mantener -pese a todos los problemas interiores- una posici¨®n fuerte. Cuando un presidente se presenta a un segundo mandato, su reelecci¨®n es casi segura. Sin embargo, los sondeos de la revista Time indican que perder¨ªa frente a un hipot¨¦tico buen candidato dem¨®crata. Pero tal candidato no existe. Frente a Clinton, Bush ganar¨ªa con el 47% ante un 3,1%. En todo caso, hasta ahora, Clinton es el aspirante dem¨®crata mejor colocado para la candidatura. Dentro de tres semanas tendr¨¢ lugar en New Hampshire la primera elecci¨®n primaria. Ser¨¢ el momento de comprobar el impacto de la campa?a contra Clinton. En las encuestas previas, una electora justific¨® su voluntad de votar a Clinton diciendo: "Se trata de elegir al presidente, no al Papa". Si esta vez fracasa la maniobra que tuvo ¨¦xito en 1987 contra Hart, ser¨ªa un dato positivo sobre la salud mental de los votantes norteamericanos.
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