Inquietud en el periodismo franc¨¦s por la p¨¦rdida de credibilidad de los medios
El esc¨¢ndalo de la falsificaci¨®n de una entrevista con Fidel Castro por Patrick Poivre d'Arvor, el presentador estrella de la televisi¨®n francesa, ha llevado a numerosos periodistas galos a encender una luz roja de alarma. La conversi¨®n de los telediarios en espect¨¢culos, la difusi¨®n de noticias sensacionalistas y hasta falsas y la feroz lucha por la imagen m¨¢s chocante, provocan el descr¨¦dito de sus informaciones. El fen¨®meno arrastra al conjunto de los medios de comunicaci¨®n y lleva a que la mitad de los franceses proclamen que ¨¦stos carecen de credibilidad.
"El exceso de informaci¨®n provoca desinformaci¨®n", dice Dominique Wolton, autor de War game (Juegos de guerra), un libro que analiza los patinazos informativos cometidos durante la guerra del Golfo. "El p¨²blico", a?ade Wolton, "empieza a desconfiar seriamente de la avalancha de informaciones". Thomas Ferenczi, de Le Monde, comparte este an¨¢lisis y a?ade que el crecimiento del volumen de informaci¨®n obliga a los periodistas a ser "m¨¢s rigurosos que nunca en la selecci¨®n y elaboraci¨®n de las noticias".Alarmado por las informaciones exageradas o falsas difundidas por los medios franceses, en particular las cadenas de televisi¨®n, Georges Kiejinan, ministro socialista de la Comunicaci¨®n, invita a los periodistas a establecer con urgencia sus propios criterios deontol¨®gicos. Si no lo hacen, dice, la presi¨®n de las v¨ªctimas de la "desinformaci¨®n" obligar¨¢ al Estado a realizarlo.
Parece sorprendente que en una vieja democracia como la francesa, con una larga tradici¨®n de libertad de prensa, un ministro como Kiejman se vea obligado a recordar que el periodista "debe poseer las pruebas de lo que dice". O que en un art¨ªculo de primera p¨¢gina de Le Monde, Yves-Marie Lab¨¦ e Yves Mamou refresquen a sus colegas algunas reglas elementales del oficio, como la necesidad de confirmar las informaciones por, al menos, dos fuentes seguras, o el saludable principio de que es mejor no contar nada o contarlo tarde que contar mentiras.
Lo m¨¢s grave de la actual situaci¨®n francesa es la aparici¨®n de noticias falsificadas por los propios periodistas, un fen¨®meno nacido con el auge del negocio televisivo y la lucha feroz por la audiencia. A diferencia de los lectores tradicionales de peri¨®dicos, los telespectares, dicen Lab¨¦ y Mamou, "no premian la calidad de la informaci¨®n de una cadena, sino sobre todo la descarga de adrenalina que les provoca".
Estos rapapolvos tienen su origen en la serie de mentiras protagonizada en los dos ¨²ltimos a?os por las televisiones francesas. Todo empez¨® en diciembre de 1989, cuando todas difundieron con grandes alharacas la falsa historia de la matanza de la localidad rumana de Timisoara. La prensa escrita cometi¨® el mismo error, pero el diario Lib¨¦ration salv¨® el honor colectivo con una posterior edici¨®n especial autocr¨ªtica.
Resbalones continuos
Durante la guerra del Golfo, los resbalones fueron continuos. La Cinq anunci¨® el comienzo de "la Tercera Guerra Mundial". Luego difundi¨® un "reportaje exclusivo" sobre una manifestaci¨®n proiraqu¨ª en Argelia repleta de individuos en armas. Esos individuos hab¨ªan sido filmados en L¨ªbano. Meses antes, a fin de obtener un reportaje "en vivo" sobre el racismo en Francia, esa misma cadena hab¨ªa animado a unos skin heads a apalear a inmigrantes ¨¢rabes y africanos.La conversi¨®n de los presentadores de los telediarios en vedettes est¨¢ a punto de enloquecer a las cadenas privadas. El caso de Poivre d'Arvor es ejemplar. Este anchorman o presentador estrella del telediario de TF-1, la cadena del "rey del cemento" franc¨¦s, se present¨® en Cuba convencido de que Fidel Castro le conoc¨ªa y le iba a conceder una entrevista. Como no fue as¨ª, hizo un montaje a partir de las im¨¢genes grabadas durante una conferencia de prensa del l¨ªder cubano. Los t¨¦cnicos intercalaron imagenes de estudio del presentador con las respuestas de Castro en la conferencia de prensa. El producto fue anunciado como "una entrevista personal y exclusiva". El periodista, aun reconociendo su "error", no ha presentado su dimisi¨®n, y TF-1 tampoco se la ha exigido.
La televisi¨®n es, seg¨²n las encuestas de opini¨®n, la principal v¨ªctima del descenso de credibilidad entre los franceses de los medios de comunicaci¨®n. La prensa escrita, por el contrario, aumenta ligeramente la suya. Pero las prisas y la competencia tambi¨¦n llevan a los diarios a cometer errores. Reci¨¦n terminada la guerra del Golfo, Le Monde inform¨® del viaje que Sadam Husein preparaba a Argelia, donde pensaba pedir asilo pol¨ªtico. Un a?o despu¨¦s, Sadam sigue en Bagdad y en la Redacci¨®n del rotativo parisiense se explica el "lamentable caso" como fruto de la competencia con la televisi¨®n.
Mitterrand est¨¢ convencido de que los llamados talk shows son responsables en gran medida del populismo antidemocr¨¢tico que invade Francia.
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