Asilo a medias
EL GOBIERNO franc¨¦s podr¨ªa haber descartado como simple mala suerte el ¨²ltimo esc¨¢ndalo que le ha estallado entre las manos, si no fuera porque le pilla en el peor momento de impopularidad de los ¨²ltimos a?os. Se trata de la casi esperp¨¦ntica peripecia de la fugaz presencia en Par¨ªs de Georges Habash, l¨ªder del Frente Popular para la Liberaci¨®n de Palestina (FPLP) y uno de los m¨¢s c¨¦lebres partidarios de la lucha armada internacional de las ¨²ltimas d¨¦cadas.Sin considerar necesario informar o consultar a sus superiores, funcionarios franceses de alto rango dieron la semana pasada autorizaci¨®n para que el pediatra palestino fuera internado en una cl¨ªnica parisiense con objeto de ser sometido a una revisi¨®n m¨¦dica (y no a tratamiento por un derrame cerebral, que fue la raz¨®n humanitaria alegada cuando estall¨® el esc¨¢ndalo). Fue una acci¨®n irreflexiva que no ten¨ªa en cuenta las consecuencias de la presencia de un personaje como Habash si llegaba a ser conocida. De ello se encarg¨® la emisora de televisi¨®n Antenne 2, y acab¨® de complicar el tema un juez que orden¨® que Habash fuera detenido para ser interrogado. El Gobierno de Par¨ªs se apresur¨® a reexpedir al pol¨ªtico palestino a T¨²nez, y el mundo pol¨ªtico ¨¢rabe se mostr¨® encantado de c¨®mo se hab¨ªa resuelto el peque?o problema. La crisis de relaciones hab¨ªa sido evitada aun a costa de complicarle la vida al Ejecutivo franc¨¦s.
Se dir¨ªa que, por esta vez, la habilidad del presidente Mitterrand no conseguir¨¢ anular las consecuencias negativas de este paso en falso. ?Le servir¨¢ de algo a la hora de enderezar el curso de? maltrecho Partido Socialista y sus disensiones interiores para su sustituci¨®n en las futuras contiendas electorales? No parece probable si no hace saltar a la impopular primera ministra o a los ministros de Exteriores e Interior, cuyos funcionarios crearon el problema Habash. En democracia, los errores graves deben pagarse al m¨¢s alto nivel: la expulsi¨®n de Habash fue una buena medida para acallar las cr¨ªticas, pero a ella no le sigui¨® la consecuencia de la crisis ministerial.
Tampoco parece probable el enderezamiento de la vida pol¨ªtica francesa porque, con inusitada frecuencia, desde el tristemente c¨¦lebre asunto de] hundimiento del barco ecologista Rainbow Warrior, ha aflorado a su superficie una filosofia de conducci¨®n de las relaciones internacionales y de los asuntos de la vida interna que choca abiertamente con el comportamiento moral que cabe esperar de una democracia. Se trata, simplemente, de que el Ejecutivo franc¨¦s tiene la tendencia a ser sorprendido practicando una pol¨ªtica exterior que no se arredra ante cuestiones poco limpias, con tal de que favorezcan lo que se percibe como intereses de Francia.
Georges Habash es uno de los l¨ªderes m¨¢s pol¨¦micos del movimiento palestino. Pero no es el primero de los pol¨ªticos ¨¢rabes rechazados por sus acciones a quien se da cobijo m¨¢s o menos regular con la excusa de que se benefician as¨ª las buenas relaciones con el mundo ¨¢rabe, o la pol¨ªtica de Francia hacia Oriente Pr¨®ximo, o incluso las necesidades de la realpolitik en el caso de terroristas iran¨ªes.
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