Sopor¨ªfero empate entre Espa?a y la CEI
Los partidos amistosos ya son s¨®lo pasto de consumidores masoquistas de f¨²tbol. Si a esto a?adimos el fr¨ªo y la lluvia que cay¨® sobre Valencia, no es dificil comprender por qu¨¦ el p¨²blico valenciano dio la espalda a la selecci¨®n espa?ola. Juan Jos¨¦ Mill¨¢s, cuando escribi¨® La soledad era esto, debi¨® inspirarse en Mestalla en una noche de descafeinado f¨²tbol internacional.Los jugadores de Miera, con la mente ocupada por los partidos de Liga o de Copa del Rey, mostraron el mismo escaso inter¨¦s que los aficionados. Del equipo espa?ol s¨®lo se salvaron algunas acciones aisladas de los debutantes -caso Fonseca- o de los que no tienen ganado el puesto, como Giner.
Respecto a los jugadores de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) hay que partir de un planteamiento radicalmente opuesto al de los espa?oles. Hombres como Tsveiba o Piatnitski buscaron su marketing personal, se empe?aron en venderse, ante la sorpresa del resto de los jugadores.
El partido en s¨ª estuvo tan desangelado como el mal tiempo hac¨ªa prever. El morbo consist¨ªa en ver el recibimiento a Michel o el grado de entendimiento de la nueva pareja atacante: Butrague?o y Fonseca. Respecto a Michel poco o nada hay que a?adir. La noche no estaba para bromas y, tras unos silbidos iniciales, los espectadores pensaron que siempre calientan m¨¢s las palmas que recurrir al t¨ªpico abucheo. En cuanto a Fonseca, es suficiente con destacar su voluntad.
El duelo, eso s¨ª, fue limpito. Los jugadores entraron al choque lo justo y normalmente obligados por un terreno de juego resbaladizo. En la primera parte Fernando Hierro fue el cerebro, algo que, l¨®gicamente, no le corresponde. Tras el descanso, y con la entrada de Geli y Fernando, Miera busc¨® la sorpresa. El centrocampista del Valencia ocup¨® una plaza junto a Fonseca en lugar de tomar la batuta. Geli, aunque ayud¨® por la banda derecha, no pudo impedir que Hierro desafinara como director de orquesta. Al final, empate y gracias.
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