?De qu¨¦ convergencia se habla?
Se?ala el articulista la incompatibilidad, al menos parcial, que existe entre la convergencia con las pol¨ªticas econ¨®micas comunitarias y la deseada cohesi¨®n y apuesta por la conveniencia de que se pacten socialmente las opciones elegidas.
Sistema monetario europeo, banda estrecha, mercado ¨²nico, union economica y monetaria, convergencia, cohesi¨®n, son algunos de los t¨¦rminos que se repiten cada d¨ªa en los medios de comunicaci¨®n. Sin embargo, a la mayor parte de la opini¨®n p¨²blica se le escapan su importancia y los efectos que las decisiones sobre los mismos tienen en su vida diaria. Por ejemplo, la entrada, en junio de 1989, de la peseta en el mecanismo de cambios del sistema monetario europeo con un tipo central fuera de toda realidad de 65 pesetas un marco ha probado tener m¨¢s inconvenientes que ventajas, pues su contribuci¨®n antiinflacionista ha sido insignificante y en cambio ha servido claramente como desest¨ªmulo a las exportaciones de bienes y servicios y de est¨ªmulo adicional a las importaciones de bienes, teniendo todo ello un indudable coste, por ejemplo, en t¨¦rminos de destrucci¨®n y no creaci¨®n de empleo.El proceso de integraci¨®n de los pa¨ªses que forman la Comunidad Europea alcanza en los inmediatos a?os unos momentos clave de cesi¨®n de soberan¨ªa econ¨®mica y de efectos en sus econom¨ªas y sociedades. En eso consiste precisamente un proceso de ese tipo, que una vez superada la fase m¨¢s sencilla, como es la de la libre circulaci¨®n de mercanc¨ªas (uni¨®n aduanera), se encamina a la de los servicios, capitales y personas y hacia pol¨ªticas ¨²nicas en algunos campos y coordinadas y armonizadas en otros (mercado ¨²nico y uni¨®n econ¨®mica y monetaria). El proceso es, por tanto, m¨¢s complejo y de efectos m¨¢s profundos en los Doce.
El tema central para nuestra econom¨ªa es c¨®mo se haga ese tr¨¢nsito (tiempo total, periodos, modalidades, precauciones, etc¨¦tera), c¨®mo lo encajan las empresas y toda la sociedad y cu¨¢l sea el saldo final. En dos aspectos se ha insistido: el saldo final para los Doce -o el n¨²mero que sea- ser¨¢ positivo, pero en el camino y en el final habr¨¢ ganadores y perdedores, porque un proceso de estas caracter¨ªsticas -como dice la teor¨ªa y demuestra la experiencia- supone una readecuaci¨®n de empresas, sectores econ¨®micos, factores de producci¨®n, etc¨¦tera, y el saldo final es diferente al del comienzo.
Los tiempos y las condiciones para la uni¨®n econ¨®mica y monetaria -n¨²cleo central de la integraci¨®n- ya est¨¢n fijados. Afortunadamente, el criterio clave, esto es, el alem¨¢n -todav¨ªa muy reticente respecto a todo este asunto tanto en sus niveles de Gobierno y parlamentario como en su opini¨®n p¨²blica-, ha impuesto plazos m¨¢s dilatados de los que se hablaba al principio.
El esquema consiste en que se establecen unas condiciones rigurosas de convergencia en cuatro indicadores monetarios y financieros (inflaci¨®n, deuda y d¨¦ficit p¨²blicos, tipos de inter¨¦s a largo plazo, tipo de cambio) que deben cumplir los pa¨ªses que quieran ir adelante, entendiendo que al cumplir esos m¨ªnimos existe una coherencia suficiente en sus econom¨ªas y sus pol¨ªticas econ¨®micas. Cabe pensar que al darse esa convergencia y coherencia se acepta que el proceso de uni¨®n econ¨®mica y monetaria repartir¨ªa sus beneficios y costes equitativamente entre y dentro de esos pa¨ªses, salv¨¢ndose as¨ª el segundo principio de la Comunidad, que es el de la cohesi¨®n econ¨®mica y social.
Dos cuestiones esenciales
Todo ello plantea para la econo m¨ªa espa?ola dos temas de importancia trascendental: los indicadores de convergencia y la cohesi¨®n econ¨®mica y social, dos temas que adem¨¢s hay que ver si presentan o no grados de patibilidades.
Antes se han se?alado los indicadores de convergencia acordados. Pero ?por qu¨¦ s¨®lo ¨¦sos y no otros? ?Qu¨¦ pasa con otros par¨¢metros macroecon¨®micos fundamentales como el d¨¦ficit en la balanza de pagos, el desem pleo, la renta per c¨¢pita, los des equilibrios territoriales, etc¨¦tera? ?U otros como el nivel per c¨¢pita de infraestructuras o de dotaciones de capital p¨²blico? ?O incluso los sociales como distribuci¨®n de la renta per c¨¢pita o gastos en protecci¨®n social, por ejemplo?
Los indicadores acordados no son la radiograf¨ªa final socioecon¨®mica de un pa¨ªs, ni siquiera la econ¨®mica. Cabe pensar en una convergencia en esos indicadores y una divergencia profunda en otros porque -y esto es importante- no basta obtener los primeros, y los segundos vendr¨¢n como una resultante.
El tema no es balad¨ª. En el caso espa?ol, la proximidad es hoy mayor en los indicadores de convergencia acordados que en todos los otros. A esto hay que a?adir algo que a veces se olvida, y es que nuestro pa¨ªs est¨¢ muy alejado geogr¨¢ficamente del centro neur¨¢lgico de la CE (la actual y la futura), que est¨¢ situado en torno a Alemania.
Un esfuerzo prolongado en los indicadores de convergencia acordados puede tener el precio de aumentar las diferencias con el n¨²cleo central de la CE, o, dicho de otra manera, a costa de la cohesi¨®n econ¨®mica y social. Especialmente cuando es claro que a la hora de la verdad, es decir, a la de poner recursos financieros (por otra parte una suma insignificante del PIB de los Doce) y a la de incorporar el criterio de esa cohesi¨®n en todas sus pol¨ªticas, los pa¨ªses m¨¢s importantes de los Doce valoran m¨ªnimamente este principio.
Por supuesto que el esfuerzo en converger en esos indicadores acordados es deseable e incluso imprescindible. Pero no a costa de todo. ?Qu¨¦ es todo? Dicho brevemente, un crecimiento eco" n¨®mico sostenible desde el doble punto de vista de los equilibrio! macroecon¨®micos y de los recursos naturales y al mismo tiempo equitativo socialmente. Esto se, olvida a veces y se pone el carro delante de los bueyes confundiendo fines y medios, y prestigio con racionalidad.
El esfuerzo exigido es grande. y t¨¦cnica y pol¨ªticamente complejo, pues hay incompatibilidades claras entre la convergencia y la cohesi¨®n, al menos en algunos temas y en algunos momentos. El rigor y la pol¨ªtica defiacionista exigidos por la convergencia en los indicadores acordados supondr¨¢n unos costes que, como la experiencia demuestra, ser¨¢n mal repartidos, alimentando la fragmentaci¨®n social y territorial. Esas incompatibilidades exigir¨¢n optar, y en eso consiste la labor de gobernar. Esas opciones pueden hacerse en el contexto de un di¨¢logo y un acuerdo sociales, o sin los mismos. Es obvio que es mejor lo primero, pero lo que resulta claro es que, al menos hoy por hoy, es m¨¢s probable lo segundo, lo que afiadir¨ªa m¨¢s dificultades y m¨¢s efectos negativos a un tema dif¨ªcil y tambi¨¦n clave para nuestro pa¨ªs.
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