Eduardo Barreiros, empresario
Eduardo Barreiros muri¨® anteayer en La Habana (Cuba), a los 72 a?os, v¨ªctima de un infarto. El hombre que fund¨® una de las m¨¢s importantes empresas espa?olas de la historia reciente ha muerto en Cuba dedicado a la actividad que llen¨® su vida de ¨¦xitos y sobresaltos. Eduardo Barreiros estaba casado y ten¨ªa dos hijos.Naci¨® el 24 de octubre de 1919 en Nogueira de Ramu¨ªn (Orense). A los 10 a?os; en 1929, trabajaba en el autob¨²s de su padre, cobrando los billetes a los viajeros. Su primer negocio conocido fue la venta de una moto vieja que ¨¦l, familiarizado ya con la mec¨¢nica, vendi¨® a buen precio despu¨¦s de haberle modificado el motor. En 1950, con unos ahorros y la ayuda familiar, se traslad¨® a Madrid y mont¨® un taller de reparaciones que dio tan buenos rendimientos a los coches que le visitaban como a su econom¨ªa familiar. Empez¨® a ganar dinero tambi¨¦n con los gas¨®genos, unas m¨¢quinas que ahora parecer¨ªan prehist¨®ricas: los coches llevaban la capota cargada de carb¨®n, su pobre combustible. A?os despu¨¦s pens¨® que ser¨ªa un buen negocio la reconversi¨®n de veh¨ªculos de gasolina a motores Diesel. Un hallazgo . Adquiri¨® experiencia entre inventos y herramientas, y por eso en 1958 se atrevi¨® a concursar en Portugal en busca de un contrato para fabricar los motores de los camiones del Ej¨¦rcito luso. Acudieron ingenieros de General Motors, de Mercedes, de Berlier... Eduardo Barreiros lleg¨® montado en su propio cami¨®n, y el autom¨®vil super¨® todas las pruebas de resistencia mientras los dem¨¢s se iban quedando en el camino. Obtuvo el contrato. Eso le sirvi¨® para que el Ministerio de Industria espa?ol le concediera los permisos de fabricaci¨®n, no sin ciertas reticencias. El Gobierno de Franco consideraba que la f¨¢brica Pegaso ya era suficiente. Pero le dejaron montar 2.000 camiones al a?o.
Corr¨ªa 1965 cuando The New York Times le citaba ya como uno de los seis empresarios m¨¢s importantes del mundo, excluidos los norteamericanos. Exportaba a 27 pa¨ªses. Incluso se compr¨® un avi¨®n particular, por 25 millones de pesetas de los de entonces, para visitar las delegaciones en el extranjero. Su plantilla de trabajadores en la factor¨ªa de Villaverde lleg¨® a sumar 25.000 personas. Los camiones Barreiros circulaban por todo el mundo.
El dinero lleg¨® a espuertas. Tanto, que mont¨® una empresa de prospecciones petrol¨ªferas y una financiera. Muchas firmas extranjeras quisieron compartir con Barreiros el negocio de sus camiones. Finalmente lleg¨® a un acuerdo con los norteamericanos de Chrysler. Le comprar¨ªan un 40% a cambio de que pudiera utilizar su red comercial mundial. Esto no funcion¨® porque las pegas surgieron continuamente. Adem¨¢s, los norteamericanos no ve¨ªan bien la estrecha colaboraci¨®n de Barreiros con las autoridades cubanas (por el bloqueo de EE UU a Cuba), a las que, facturaba cada a?o importantes env¨ªos. Eran su primer cliente. Las relaciones se estropearon, y finalmente Chrysler compr¨® el 77% de las acciones. Barreiros se retir¨® del negocio. Se dedic¨® a la empresa financiera -Centro Financiero Inmobiliario- y a las prospecciones en Guinea. La llegada de Mac¨ªas al poder en Malabo acab¨® con aquello, y la financiera se hundi¨® "por circunstancias de la vida", seg¨²n explic¨® ¨¦l mismo. Hubo suspensi¨®n de pagos en 1980. Perdi¨® 5.000 millones. "Fue mucho lo perdido, pero vale m¨¢s lo que aprend¨ª", comentaba hace un a?o en una entrevista. Aprendi¨®, por ejemplo, a no dedicarse a empresas distintas de lo suyo: la automoci¨®n. Se prometi¨® no hacerlo nunca m¨¢s.
Los amigos cubanos aparecieron en su auxilio. Poco antes, hace ya 15 a?os, Barreiros hab¨ªa ganado una oferta internacional para fabricar motores destinados a Cuba. Ya antes hab¨ªa cumplido proyectos para la URSS y China, que le sirvieron como aval para el l¨ªder cubano, Fidel Castro. Y ahora super¨® en el examen a importantes industrias japonesas. Se fue a La Habana con 15 de sus ingenieros de Villaverde, y mont¨® una f¨¢brica cubana que acab¨® exportando camiones a la RDA. Fidel Castro le pidi¨® consejos. Y se los dio, aunque no siempre le hizo caso. Barreiros sal¨ªa del bloqueo al franquismo y aprovech¨® el bloqueo al castrismo: sus autobuses circulan ahora por las carreteras cubanas. Resid¨ªa en el hotel Habana Libre, pero una vez al mes viajaba a Madrid. Y en verano se desplazaba a La Toja o a Marbella.
Su vida empresarial hab¨ªa empezado con la reconstrucci¨®n de un motor de motocicleta, all¨¢ en Galicia. Despu¨¦s, con la reconstrucci¨®n de coches, en Madrid. Con los a?os, lleg¨® un momento en que debi¨® reconstruir su propio motor, averiado tras un fuerte golpe. Y lo hizo, en Cuba. Ahora se ha parado, tras 72 a?os de funcionamiento, pero sus camiones siguen circulando. "Un mill¨®n de kil¨®metros sin abrirles la tapa", sol¨ªa decir.
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