La teolog¨ªa del padre Llanos
Todos tenemos una teolog¨ªa. En el fondo todos se han hecho una concepci¨®n, m¨¢s o menos expl¨ªcita, del problema de Dios. Y todos tenemos derecho a no seguir ciegamente lo que nos han dicho. Sea para aceptar a Dios, para negarlo o para dudar de su existencia.Eso es lo que hizo el padre Llanos desde joven. Lo que no quiere decir que s¨®lo se guiase por la raz¨®n pura, que nunca existi¨® as¨ª en el ser humano de carne y hueso. Porque el hombre y la mujer son cabeza y coraz¨®n; y no podemos prescindir de nuestra constituci¨®n, porque ¨²nicamente el ser integral es el que se pone en situaci¨®n y puede acercarse a los m¨¢s profundos problemas que afectan decisivamente a su propia vida. Lo cual no quiere decir -ni mucho menos- que hagamos cesi¨®n de nuestra condici¨®n intelectual.
Siempre se gui¨® Llanos por corazonadas, que no es lo mismo que un sentimentalismo blando y poco serio. Se dirigi¨® por el discernimiento que propugn¨® su gu¨ªa san Ignacio, el cual nunca hizo dejaci¨®n de la raz¨®n ni de la evidencia racional, aunque se ayud¨® de los impulsos b¨¢sicos y hondos del ser humano, para encontrar el camino ¨²ltimo de la vida. As¨ª se han podido hacer los m¨¢s prodigiosos hallazgos hasta de la matem¨¢tica, como demostr¨® el matem¨¢tico y psic¨®logo Hadamard primero y el matem¨¢tico G?d¨¦l despu¨¦s.
La reflexi¨®n religiosa del padre Llanos -o sea su teolog¨ªa- se compone de todo esto: es raz¨®n, intuici¨®n y experiencia. Por eso tiene un gran valor, y debe servirnos de confrontaci¨®n de nuestras ideas, quiz¨¢ menos inmersas en la vida real de lo que deber¨ªan ser.
Su juventud estuvo marcada por un fuerte idealismo. Eran aquellas ¨¦pocas de la inicial Acci¨®n Cat¨®lica, llena de viveza y compromiso, aunque muchas veces salida de la realidad pr¨¢ctica. Sin embargo, siempre ser¨¢ verdad que sin una utop¨ªa nada podemos hacer para mejorar el mundo. Lo que hace falta, y a ¨¦l le falt¨® entonces, es pretender, como el inteligente E. Bloch ped¨ªa, "una utop¨ªa realista" que de verdad hiciera impronta positiva sobre los problemas del hombre. Por eso la vida de Llanos es un hacer y deshacer, para acercarse a la verdad humana y social.
Su centro vital fue la figura de Jes¨²s; pero una figura recia que vio plasmada finalmente en el te¨®logo E. Schillebeeckx, o. p. Por eso no le gustaba el fr¨ªo Cristo de Vel¨¢zquez ni las poes¨ªas de Unamuno. Ni tampoco le atra¨ªan religiosamente los santos que remplazasen al mediador ¨²nico, que debe ser Cristo, seg¨²n Lutero, el gran maestro religioso, al cual vuelve hoy Roma hasta por boca del Papa. Si Jes¨²s fue el absolutamente humano, los santos estaban en cambio llenos de defectos -de car¨¢cter y de ideas como Llanos-, con iras tormentosas como san Jer¨®nimo o con ideas obsoletas como el cura de Ars; y nunca pueden parangonarse con el fundador del cristianismo. Que no necesita de nuevas canonizaciones para comprenderle mejor, como Llanos no quiso para sus hermanos asesinados en la guerra civil.
Nunca tuvo dudas de fe porque sab¨ªa que la religi¨®n es cosa de experiencia m¨¢s que de ciencia. Y, sin embargo, conect¨® con toda suerte de autores de nuestra cultura religiosa y profana avanzada, como por ejemplo Heidegger, entre estos ¨²ltimos. Dios para ¨¦l era un misterio, que no pod¨ªa ser definido con nuestras palabras, porque as¨ª lo empeque?ecemos; y ni siquiera padre podemos llamarlo, porque esa palabra est¨¢ hecha a nuestra medida humana, y Dios supera todo l¨ªmite: es m¨¢s bien una vivencia de profundidad y de superaci¨®n, como se?alaba el agn¨®stico profesor Lombardo Radice, que, como todo agn¨®stico, est¨¢ m¨¢s cerca de los m¨ªsticos que de los te¨®logos de profesi¨®n.
Y de su contacto con los no creyente! sac¨® la idea de que eran muchas veces excelentes personas, a veces mejores que el creyente oficial. Y les respet¨¦ pensando que la teor¨ªa del te¨®logo Rahner, y de Schillebeeckx, de los cristianos an¨®nimos, no es acertada porque ni viven a Jes¨²s ni tienen fe cristiana, por tanto. Sin embargo, no los condena eternamente al infierno, porque su esperanza -igual que en la teolog¨ªa oriental- es que todos se salvar¨¢n por su fe humana, en la que est¨¢ impl¨ªcita la gracia, como se?al¨® el Concilio Vaticano II.
Sabe distinguir una cosa tradicional, olvidada hoy por los cat¨®licos conservadores, y sus mentores, tan del agrado del Papa actual: que no es lo mismo la autoridad de un dogma -que por otro lado bien pocos hay, y no pueden confundirse con sus explicaciones que deben variar seg¨²n culturas- y el valor de un documento romano, sea del Papa o de sus dicasterios, que pueden equivocarse mucho m¨¢s que aqu¨¦l.
Har¨¢ reflexionar a los partidarios de cualquier teor¨ªa teol¨®gica de moda su cr¨ªtica de la moral que se atribuye a Jes¨²s, en un equivocado deseo de magnificar sus ense?anzas humanas y distinguirlo del com¨²n de los seres humanos, sea cual fuere su ideolog¨ªa. No: Jes¨²s ense?¨® las reglas comunes de cualquier moral natural, como ha demostrado Dodd o los olvidados moralistas tradicionales, igual que Schillebeeckx. No debemos apropiamos una elevaci¨®n ¨¦tica inhumana para ser m¨¢s que nadie.
De ah¨ª su cr¨ªtica de los aspectos triunfalistas de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, porque Jes¨²s no descubri¨® lo que encontraron los grandes cr¨ªticos sociales del siglo pasado y de ¨¦ste. Y hacer ahora de la Biblia una especie de manual revolucionario -al estilo de lo que hace Miranda, entre otros, con su ingenuo libro Marx y la Biblia- es demasiado. Los cristianos hemos tenido que esperar 19 siglos para descubrir esta injusticia social, y hemos luchado m¨¢s contra los que la denunciaron que favorecido a los que intentaron remediarla.
O el nuevo invento, a remolque de lo descubierto profanamente, de la doctrina social de la Iglesia, que apenas ha modificado el ego¨ªsmo social pr¨¢ctico de los cat¨®licos que est¨¢n arriba o abajo, pero dentro de la Iglesia. Y la llamada opci¨®n por los pobres, que ¨¦l sostiene ser a veces un invento de los bien situados, para seguir viviendo como los que no son pobres, pero su propaganda les suena bien.
Y, ?cu¨¢l fue su comunismo?: ni siquiera fue un bamiz de marxismo, que apenas conoci¨® ni le interes¨® a Llanos; sino aquello que defini¨® como luchar en com¨²n por la justicia". El cristianismo no soluciona ni la cuarta parte de las cosas que se le atribuyen. El creyente tiene que ser, como el padre Llanos, m¨¢s modesto y aprender de los dem¨¢s ¨¦tica y socialmente, aunque no est¨¦n en sus filas. Ni siquiera la difusi¨®n masiva de la fe la pudo transmitir en el barrio suyo; y por esa raz¨®n me recuerda a los jesuitas indios o a la Madre Teresa, que no pretende llevar el agua a su molino, sino respetar e impulsar la buena fe de los dem¨¢s, que no es la fe cristiana ni tiene por qu¨¦ serlo, si se mira al panorama que Dios ha querido para el mundo, que no es cristiano, pero debe fomentarse en ¨¦l por todos una responsabilidad ¨¦tica c¨ªvica y personal, sin creerse nadie superior.
?sa es la teolog¨ªa de palabras y vida que nos deja el padre Llanos, mejor te¨®logo que muchos que alardean de ese oficio.
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