El Real Madrid se reencontr¨® en el Camp Nou
![Ramon Besa](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F042b42c5-ca63-411a-883d-cb74d8d0d911.jpg?auth=3ea973647cbe92600acf20aba2329a6d83143025ecc0001b5b83e4d6be68bb1e&width=100&height=100&smart=true)
El Madrid regres¨® a sus or¨ªgenes en el Camp Nou y sali¨® muy airoso de su afrenta porque negoci¨® un empate que, t¨¢cticamente, pareci¨® una victoria. El Barcelona, en cambio, no respondi¨® a las exigencias del choque, pues estuvo timorato y evidenci¨® que su f¨²tbol no admite retoques porque estrat¨¦gicamente siempre se enreda cuando falla la pizarra y el marcador le es extra?o. El m¨¦rito del Madrid fue demostrar la vulnerabilidad azulgrana hurt¨¢ndole el bal¨®n, una empresa loable y definitiva, porque los barcelonistas no saben qu¨¦ hacer cuando no tienen el cuero ni saben defenderse, pues s¨®lo han sido instruidos para atacar. El Madrid, adem¨¢s, acab¨® m¨¢s entero en el campo que el Bar?a.
El grupo de Cruyff plasm¨® de salida su superioridad, marc¨® cuando el partido maduraba y acarici¨® una sentencia que se le escap¨® por minutos. El descanso fue fruct¨ªfero para el colectivo de Beenhakker. El madridista corrigi¨® el partido para darle un vuelco. Y es que Cruyff invent¨® el f¨²tbol y lo explica, mientras que Beenhakker lo lee y lo corrige.El choque planteaba, en t¨¦rminos maximalistas, una inc¨®gnita que, fuera cual fuera su formulaci¨®n, siempre' favorec¨ªa al equipo azulgrana: ?c¨®mo atacar¨ªa el Barcelona a la defensa del Real Madrid?, o ?c¨®mo se defender¨ªa el Real del ataque del Bar?a? En una lucha entre el trabajo y la calidad -como la plante¨® Cruyff- o entre el ataque y la defensa -como lo defini¨® Beenhakker- siempre part¨ªa con ventaja el primero. Planteado as¨ª, el Madrid result¨® superior al Barcelona. El partido confirm¨®, al fin y al cabo, las penurias azulgrana para sacar adelante los partidos de casa: tres victorias m¨ªnimas y dos empates.
El Barcelona sali¨® al Camp Nou como si jugara en el Bernab¨¦u: renunci¨® a los extremos a cambio de engrosar la divisoria; dej¨® a Stoichkov en punta, generalmente volcado hacia la banda izquierda; tap¨® en lugar de abrir la banda derecha con la alineaci¨®n de Nadal, pendiente de Villarroya; traslad¨® al diestro Eusebio al flanco zurdo para atajar a Michel; y recicl¨® a Txiki como medio centro para que operara con Laudrup en la gestaci¨®n de balones aptos para las arrancadas del b¨²lgaro. Un planteamiento inicialmente temeroso y privado de un hombre clave, Bakero, considerado por Toshack como la extensi¨®n del t¨¦cnico.
La r¨¦plica del Real Madrid fue loable. Beenhakker opt¨® por bajar el bal¨®n al pasto, como dir¨ªa Di St¨¦fano, apostando por el criterio de Milla en lugar del esp¨ªritu de Lasa, y as¨ª el equipo tuvo siempre un punto de referencia. Pareci¨® un Madrid m¨¢s acorde con su historia, presidida por el f¨²tbol colectivo de toque corto, apoyo, pared y apertura a la banda, y esquema cl¨¢sico, un 4-4-2 muy el¨¢stico. La asociaci¨®n madridista resisti¨® en su proyecto de presionar hasta ahogar al contrario con Rocha como eje, puesto que hasta Butrague?o colaboraba en la tarea de tapar a Koeman. El problema del Madrid es que s¨®lo se plante¨® defenderse, consciente de que lo dif¨ªcil no es meterle un gol al Barcelona, sino evitar que te marque dos. Y ah¨ª cometi¨® un error, porque dej¨® una v¨¢lvula de escape como fue Guardiola, un jugador que corri¨® siempre en auxilio de sus compa?eros m¨¢s agobiados.
El Barcelona fue manejando el cuero con criterio y el Madrid trabajando a destajo. El equilibrio en el marcador lo rompi¨® un factor ajeno a cualquier t¨¢ctica. Nada se puede hacer cuando el bal¨®n pegado por Koeman supera la barrera. El gol premiaba la paciencia e inteligencia azulgrana, exhibida hasta ahora solamente en campo ajeno. Los madridistas reaccionaron a tiempo. Conscientes de que la derrota no les serv¨ªa, los jugadores de Beenhakker decidieron agruparse en campo contrario en lugar del propio, mientras Hierro ataba en corto a Guardiola. Llorente dej¨® de enredar por el centro y se ech¨® a la banda izquierda, y el Madrid encontr¨® un gran alivio ofensivo porque hab¨ªa doblado su capacidad para sorprender al contrario, reservada hasta entonces a las penetraciones por el bando. derecho de Michel.
Fue entonces cuando el Barcelona, privado de la agresividad de Bakero, con Laudrup y Begiristain perdidos en la divisoria y sin alternativas ofensivas, perdi¨® el sitio y sus defensas quedaron en inferioridad. El Madrid le hurt¨® el bal¨®n reiteradamente y jug¨® de forma descarada. Y es que el Barcelona est¨¢ perdido cuando no consigue parar al rival en la divisoria. El gol del empate, lleg¨® por un error de Zubizarreta, pero la jugada de Butrague?o merec¨ªa cualquier recompensa. El Madrid combin¨® mucho m¨¢s que el propio Barcelona, rob¨® muchos m¨¢s balones y gest¨® muchas m¨¢s jugadas, aunque err¨® en los centros y, consecuentemente, en la definici¨®n. Pero el Madrid hizo todo lo que s¨®lo se le supon¨ªa al Barcelona.
Cruyff ech¨® entonces mano del banquillo y se enred¨®. Todo lo que sabe est¨¢ dicho en la pizarra, y muchas veces no acierta en los retoques cuando el partido se complica. La lesi¨®n de Juan Carlos acab¨® por complicarle la vida y redujo sus posibilidades para los cambios. Prescindi¨® de Salinas, desplaz¨® a Nadal a la izquierda y recurri¨® a Goikoetxea. La nueva orden era abrir balones hacia la derecha para que Goikoetxea centrara al segundo palo, cuando el navarro ha perdido el punto de mi ira y no hab¨ªa ariete en el punto de penalti, porque Stoichkov, el factor decisivo ¨²ltimamente, qued¨® olvidado en el flanco izquierdo. Nunca encontr¨® el Barcelona el ritmo adecuado para el bal¨®n. Ah¨ª se labr¨® el empate del Madrid.
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