Un liderazgo en entredicho
Cuestionada la capacidad del Presidente para dirigir el partido republicano
Pat Buchanan, en San Antonio: "El presidente Bush es como el clima en Nueva Inglaterra, si no te gusta s¨®lo tienes que esperar 15 minutos para que cambie". "La m¨ªa no es ¨²nicamente una carrera para sacar a George Bush de la Casa Blanca. Esta es una carrera para que se pueda cumplir lo que el Partido Republicano quiere". Son, desde luego, frases electorales, pronunciadas con un objetivo electoral. Pero son tambi¨¦n afirmaciones que atacan el punto m¨¢s d¨¦bil del presidente: su capacidad de liderazgo en las filas republicanas.La mayor¨ªa de los analistas coincide en que las principales consecuencias de los buenos resultados electorales de Buchanan hasta este momento no han sido poner en peligro la reelecci¨®n de Bush -que parece todav¨ªa un hecho muy probable-, sino crear un clima de intranquilidad en el partido que ocupa la Casa Blanca desde hace 12 a?os. "Los conservadores del Partido Republicano, que nunca confiaron demasiado en Bush, est¨¢n empezando a abandonarle y a trasladar sus votos en favor de Buchanan, exactamente igual que los liberales del Partido Dem¨®crata abandonaron a Jimmy Carter en 1980 y desviaron sus votos hacia el senador Edward Kennedy", opina el diario The Wall Street Journal.
Esos sectores conservadores se quejan de que Bush nunca ha sido lo suficientemente en¨¦rgico con el Congreso, controlado por los dem¨®cratas. Aseguran que negoci¨® en demasiadas ocasiones en favor de su propia estabilidad.
Hay algunas cosas que la derecha republicana no perdona a Bush: su pacto presupuestario de 1990 para subir los impuestos de la clase media, la nueva ley de derechos civiles aprobada en 1991 y su pol¨ªtica templada en relaci¨®n con el aborto, asunto sobre el que el presidente ha quedado a medio camino entre los promotores de la libre decisi¨®n y las organizaciones que bloquean las cl¨ªnicas abortistas pidiendo la ilegalizaci¨®n de esa pr¨¢ctica.
La falta de definici¨®n
Como consecuencia, Bush aparece hoy a los ojos de los conservadores como un l¨ªder inseguro, atemorizado e incapaz de garantizar la preponderancia republicana en su segundo mandato.
"Bush est¨¢ pagando los frutos de su propia incapacidad para definirse", asegura Mitch Daniels, antiguo consejero de Ronald Reagan. El diario The Washington Post afirma que el encuentro de la pasada semana en Los ?ngeles entre el ex presidente y Bush fue muy fr¨ªo. Reagan lo neg¨® despu¨¦s y asegur¨® que respaldar¨¢ a su sucesor, pero nadie pudo explicar por qu¨¦ no se permiti¨® a la prensa cubrir la entrevista entre ambos.
Buchanan, que fue estrecho colaborador de Reagan, ha conseguido convencer a muchos en su propio partido de que la herencia del ex presidente est¨¢ siendo dilapidada. El jefe de la campa?a electoral de Bush, Robert Teeter, niega estas cr¨ªticas y afirma que "la gente lo ve como un presidente eficaz y fuerte". Sin embargo, el propio Teeter est¨¢ siendo estos d¨ªas objeto de las quejas conservadoras, que echan de menos a Lee Atwater y James Baker, los hombres que construyeron la plataforma electoral de Bush en 1988.
George Bush ha tomado en las ¨²ltimas semanas algunas medidas dirigidas a dar satisfacci¨®n a las filas conservadoras, pero esas medidas s¨®lo han servido hasta ahora para con fundir a¨²n m¨¢s al electorado y para confirmar su imagen de hombre excesivamente pragm¨¢tico.
Primero, Bush se deshizo de John Sununu y coloc¨® como jefe de Gabinete de la Casa Blanca a Samuel Skinner, que modific¨® la estrategia para obligar al p residente a reconocer que la econom¨ªa iba mal. La consecuencia de eso ha sido ¨²nicamente la de crear m¨¢s dudas sobre las posibilidades de Bush de resolver la crisis. Adem¨¢s, el presidente endureci¨®, su posici¨®n contra el aborto, empuj¨® reformas conservadoras en las escuelas y admiti¨® que se hab¨ªa equivocado al aceptar el pacto sobre los impuestos. Una vez m¨¢s, todo sirvi¨® para corroborar la impresi¨®n de que Bush es como el tiempo en Nueva Inglaterra.
Por el momento, estas diferencias de criterio entre los republicanos no son motivo de alarma. Al fin y al cabo, Bush es la ¨²nica alternativa que tiene el partido para permanecer en la Casa Blanca. Pero la situaci¨®n puede hac¨¦rsele m¨¢s dif¨ªcil al presidente si su figura contin¨²a siendo maltratada en las pr¨®ximas elecciones primarias.
Los sondeos dan a Bush una ventaja del 51% al 39% sobre Bill Clinton y del 50% al 38% sobre Paul Tsongas. Esto representa una modificaci¨®n sustancial a lo que se cre¨ªa que iba a ser un paseo de Bush hacia la reelecci¨®n.
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