En favor de la paz
DE MODO casi simult¨¢neo, los cascos azules de la ONU se disponen. a tomar posiciones en dos lugares tan alejados como Camboya y Yugoslavia y con un mismo objetivo: poner fin a unos combates que han causado miles de muertos y posibilitar que los problemas se resuelvan pac¨ªficamente. En la actual fase de la vida internacional, liquidado el sistema bipolar de la guerra fr¨ªa, parecen multiplicarse los conflictos y peligros de guerra, y la ONU es, en la mayor¨ªa de los casos, la ¨²nica organizaci¨®n capaz de tomar medidas eficaces para evitarlos. En estos momentos, ante una brusca agravaci¨®n del enfrentamiento entre Armenia y Azerbaiy¨¢n por la zona en disputa de Nagorni Karabaj, el presidente armenio se ha dirigido a la ONU para que intervenga con una misi¨®n pacificadora.Este creciente papel de la ONU -lejos ha quedado el tiempo en que s¨®lo serv¨ªa para in¨²tiles debates propagand¨ªsticos- se debe a que ha acumulado una experiencia positiva, sobre todo en el empleo de unidades militares (los cascos azules), para establecer barreras entre fuerzas en guerra y para garantizar un orden que ofrezca iguales garant¨ªas a todas las partes. En Yugoslavia, la tarea inmediata de los cascos azules estriba en consolidar un alto el fuego a¨²n fr¨¢gil entre serbios y croatas, evitar que los combates puedan extenderse a Bosnia-Herzegovina y as¨ª poder estudiar en la mesa de negociaci¨®n las nuevas relaciones entre las rep¨²blicas, la garant¨ªa de los derechos humanos y de los derechos de las minor¨ªas nacionales.
En Camboya, la ONU ha puesto en marcha la operaci¨®n de mayor envergadura que jam¨¢s ha realizado en. su historia, con unos efectivos de 22.000 hombres. Pero no se trata s¨®lo de n¨²mero. El car¨¢cter mismo de la operaci¨®n, que debe preparar unas elecciones libres en 1993, tiene un alcance extraordinario. La APRONUC (autoridad provisional en Camboya creada por la ONU) va a asumir poderes de Estado en la etapa provisional hasta los comicios.
Entre sus misiones est¨¢ la de garantizar el respeto de los derechos humanos, asegurar el funcionamiento administrativo y el orden p¨²blico, organizar el retorno de los refugiados y poner las bases de la reconstrucci¨®n. Su primera tarea es hacer el recuento de las fuerzas annadas de los cuatro grupos (jemeres rojos, nacionalistas, neutralistas de Sihanuk y el partido que hoy gobierna en Phnom Penh) enfrentados en una guerra civil interminable y desarmar el 70% de sus efectivos. Este paso es decisivo para que la lucha por el poder se sit¨²e en el terreno electoral. Pero los obst¨¢culos ser¨¢n serios: los jemeres rojos, el grupo m¨¢s fuerte en la resistencia, que no tiene ninguna posibilidad de ganar en unas elecciones limpias -no se ha borrado el recuerdo del genocidio que cometieron-, se esfuerzan por disimular parte de su armamento para seguir ejerciendo as¨ª una presi¨®n violenta sobre la poblaci¨®n.
Por otra parte, en el partido (ex comunista) que ejerce el poder en Phnom Penh, el sector aperturista del primer ministro Hun Sen, que apoy¨® el retorno de Sihanuk y favorece el pluripartidismo, se enfrenta a un sector duro encabezado por Chea Sim (presidente del partido), que quiere conservar el control del Ministerio del Interior. El factor m¨¢s importante para que la transici¨®n en Camboya se realice con ¨¦xito es el pr¨ªncipe Sihanuk, ya instalado en Phnom Penh, presidente de un Consejo Nacional en el que figuran todos los grupos pol¨ªticos y cuya misi¨®n esencial es promover la reconciliaci¨®n. Al frente de la misi¨®n de la ONU, el secretario general -que visitar¨¢ Camboya en abril- ha colocado al japon¨¦s Yasushi Akashi, decisi¨®n significativa que puede ayudar a realzar el papel de Jap¨®n en los trabajos de la ONU.
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