Toni Monka, el honor del reportero
Leo en los peri¨®dicos que ha muerto el fotoperiodista Toni Monka a los 68 a?os y s¨®lo ahora recuerdo que en realidad se llamaba Antoni Montcaujuss¨¤, un apellido demasiado largo para los que tienen ue hacer su trabajo a toda prisa. Ha muerto Monka y en esta curiosa familia de explicadores de lo que pasa ha quedado una silla vac¨ªa. M¨¢s que una silla, es como si hubiera quedado un sill¨®n de orejas, de esos que sirven para viajar sin moverse del sitio y que son la mejor tribuna para forjar leyendas.Entre el Monka gr¨¢fico y el Monka oral hay la diferencia que va entre la letra peque?a de lo que sucede y la letra grande de lo que pudo haber sucedido. Las fotos y los reportajes de este veterano paparazzo de Lecturas nos permit¨ªan introducirnos en los salones y en las ba?eras de esos famosos que lo eran cuando entraban en contacto con la mirada de Monka.
Pero las historias que Monka nos contaba a los colegas nos empeque?ec¨ªan a todos. Las esperas en los aeropuertos, los tiempos muertos antes de las entrevistas, eran una aut¨¦ntica c¨¢tedra de la vida period¨ªstica cuando Monka contaba sus cosas. Este trabajo nuestro no tiene nunca g¨¦neros peque?os. Y la veteran¨ªa del periodista no conoce matices entre la bobada de la estrella y la proclama del gobernante. Lo dif¨ªcil es estar ah¨ª, en el momento oportuno, rozando los l¨ªmites de la tenacidad para poder colocar la c¨¢mara y la mirada ah¨ª donde los dem¨¢s abandonan. Monka ten¨ªa ese instinto period¨ªstico que ennoblece las miserias de este oficio y que nos da la materia prima para que los columnistas podamos columpiamos sobre algo.
No vamos sobrados de maestros. Ni maestros de la teor¨ªa ni mucho menos de la pr¨¢ctica. Con Monka se va uno de esos maestros iniciales, aquellos que nos ense?an el abecedario para que alg¨²n d¨ªa podamos leer filosof¨ªa y que nos recuerdan que sin le?adores la ebanister¨ªa es imposible.
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