John Major anuncia una rebaja de impuestos para los brit¨¢nicos a un mes de las elecciones

El canciller del Exchequer, Norman Lamont, hizo ayer todo lo que pod¨ªa hacerse por mejorar la popularidad de su jefe, John Major. El responsable de las finanzas brit¨¢nicas baj¨® ligeramente los impuestos directos y anunci¨® que en la pr¨®xima legislatura -con permiso de los electores- el tipo general ser¨¢ del 20%, en lugar del actual 25%. Tambi¨¦n abarat¨® los coches reduciendo su IVA, prometi¨® todo tipo de ayudas para las peque?as empresas e incluso estableci¨® ventajas fiscales para las apuestas y las carreras de caballos.

Ahora le toca a Major armarse de valor y convocar, probablemente hoy mismo, unas elecciones generales de resultado incierto. El pr¨®ximo 9 de abril es la fecha casi segura para la votaci¨®n.El malet¨ªn rojo que guarda el presupuesto fiscal brit¨¢nico desde hace siglo y medio conten¨ªa ayer un mont¨®n de regalos para el electorado. El regalazo, la reducci¨®n de los impuestos, se complementar¨¢ un d¨ªa de estos con una bajada de los tipos de Inter¨¦s: Lamont afirm¨® que la inflaci¨®n quedar¨¢ por debajo del 4% este a?o y del 3% en 1993, lo que fue interpretado en la City como el anuncio de una pol¨ªtica monetaria m¨¢s relajada. El canciller repiti¨® su frase m¨¢s c¨¦lebre, la que viene repitiendo desde hace un a?o y le acredita como un p¨¦simo adivino: el fin de la recesi¨®n, insisti¨®, est¨¢ pr¨®ximo.

Los regalos electorales saldr¨¢n muy caros. El endeudamiento del Tesoro en 1992-1993 superar¨¢ los cinco billones de pesetas (casi el 5% del Producto Interior Bruto) y, seg¨²n admiti¨® como de pasada el propio Lamont, el desempleo seguir¨¢ aumentando. Ahora ya afecta, tras 21 meses de recesi¨®n, a 2,6 millones de personas, el 8,5% de la poblaci¨®n activa.

No est¨¢ nada claro que a la poderosa City londinense le guste la nueva actitud derrochadora de los conservadores, que pone en peligro la estabilidad de la libra (la moneda m¨¢s d¨¦bil del Sistema Monetario Europeo) y amenaza a la Bolsa con su promesa de emitir monta?as de deuda bien remunerada. Las primeras reacciones de los analistas financieros fueron negativas. S¨®lo la industria del autom¨®vil estaba entusiasmada.

Neil Kinnock, jefe de la oposici¨®n, intervino tras el discurso de Lamont para ensa?arse con el aumento de la deuda p¨²blica. Kinnock se divirti¨® lanzando miradas sarc¨¢sticas a una mujer vestida de azul que ocupaba un esca?o alejado. Margaret Thatcher, sentada quiz¨¢ por ¨²ltima vez en la C¨¢mara de los Comunes, manten¨ªa los labios apretados mientras el l¨ªder laborista recordaba que los conservadores ganaron tres elecciones con la promesa de controlar el gasto.

Ahora hacen lo contrario. "Intentan", dijo Kinnock, "sobornar al electorado".

Kinnock aprovech¨® la sesi¨®n parlamentaria del Budket Day (D¨ªa del Presupuesto), que suscita una enorme atenci¨®n entre los brit¨¢nicos, para presentar las l¨ªneas maestras de su alternativa econ¨®mica: no a la bajada de impuestos y, a cambio, m¨¢s inversi¨®n p¨²blica en los servicios, la sanidad y la educaci¨®n.

El primer ministro, John Major, tiene esta tarde una cita con la reina Isabel II. Se supone que le comunicar¨¢ la convocatoria de elecciones y la disoluci¨®n del Parlamento.