Muere el cineasta Richard Brooks, uno de los ¨²ltimos supervivientes del Hollywood cl¨¢sico
Cre¨® en sus 'westerns' una imagen muy cr¨ªtica de la identidad hist¨®rica de EE UU
El cineasta estadounidense. Richard Brooks, escritor y director de cine que alcanz¨® gran celebridad en las postrimer¨ªas de la plenitud de Hollywood -a?os 40 y 50- muri¨® la noche del mi¨¦rcoles en su casa californiana de Beverly Hills, a los 79 a?os. Estuvo casado con la actriz brit¨¢nica Jean Simmons. Contrajo hace un mes una enfermedad pulmonar. Naci¨® en Filadelfia, Pensilvania, en 1912; y lleg¨® a Hollywod en 1942, procedente de la radio y el teatro, donde se form¨® a la sombra de Orson Welles. Tras ocho a?os como guionista, debut¨® en la direcci¨®n en 1950. Fue un cineasta de corte intelectual, pese a dedicarse a obras de g¨¦nero, con thrillers de la densidad de A sangre fr¨ªa y westerns como El ¨²ltimo cazador y La ¨²ltima bala.
Fue Richard Brooks uno de los ¨²ltimos herederos de las tradiciones generadas por la idelog¨ªa rooseveltiana del New Deal en el cine estadounidense. Dentro de la ¨®rbita de este movimiento renovador de la vida intelectual y pol¨ªtica de Estados Unidos en los a?os 30 y 40, Brooks ocup¨® un lugar en el ala de los radicales. Fue tal vez por ello uno de los pocos cineastas de Hollywood que no ten¨ªan inconveniente en autoconsiderarse intelectuales.En la radicalidad y el esp¨ªritu cr¨ªtico rooseveltianos se mantuvo con coherencia Brooks durante toda su brillante carrera, que comenz¨® en el anonimato de los equipos de choque de la radio neoyorquina en los a?os 30, empujados por la ola que desencadenaron en este medio las osad¨ªas de Orson Welles y su teatro Mercury en sus legendarios programas de radioteatro.
Orson Welles fue tambi¨¦n maestro de Brooks en las bambalinas de los escenarios del Broadway neoyorquino, donde el Mercury llev¨® a cabo algunos de sus incatalogables montajes. Pero hay en la formaci¨®n de la identidad art¨ªstica de Brooks otra prehistoria menos conocida, pero igualmente decisiva, ya que fue el origen de un rasgo definitorio de su estilo como cineasta.
Esta prehistoria fue su trabajo en el periodismo deportivo n¨®mada, que marc¨® su car¨¢cter e incluso conform¨® su visi¨®n del mundo, tal como les ocurri¨® a Ernest Hemingway y a John Huston, cineasta pr¨®ximo a Brooks. Su hostilidad ante los aspectos competitivos de la vida en Estados Unidos, su ternura por la figura de los hombres perdedores, su culto a la profesionalidad y su fascinaci¨®n por la aventura considerada como juego, provienen de las caminatas del joven Brooks con una pluma o un micr¨®fono en la mano, en las giras de equipos de f¨²tbol americano y de baseball.
Sus tres grandes westerns -El ¨²ltimo cazador (1956), Los profesionales (1966) y Muerde la bala (1975), considerados joyas de la edad crepuscular del g¨¦nero y, el primero de ellos, uno de los que generaron la corriente del western sucio, que alcanz¨® su apogeo con Sam Peckinpah- no se conciben m¨¢s que en un cineasta convencido de que vivir es jugar y de que el juego, sobre todo cuando se es perdedor en ¨¦l, es el bastidor donde afloran las cuestiones que importan y conciernen al artista de este tiempo.
Deadline U. S. A. (1952), Elmer Gantry o El fuego y la palabra (1960) y A sangre fr¨ªa (1967), pese a seguir una convenci¨®n argumental diferente, son tambi¨¦n incursiones de Brooks en el juego considerado como fuente de aventura tr¨¢gica. Y no se apartan de esta norma algunos de sus intentos -que por lo general son la parte menos afortunada de su siempre brillante filmograf¨ªa- de trasladar literatura a una pantalla siempre dominada por sus obsesiones personales. En este sentido, sus adaptaciones al cine de Los hermanos Karamazov, de Dostolevski; y de Lord Jim, de Joseph Conrad, son el punto m¨¢s bajo de inspiraci¨®n de su carrera.
Cine, novela, teatro
Brooks no s¨®lo llev¨® al cine novelas ajenas -adem¨¢s de Dostoieveski y Conrad, adapt¨® a Sinclair Lewis, Truman Capote y Scott Fitzgerald, entre otros- sino que vio c¨®mo otros cineastas traduc¨ªan a la pantalla novelas escritas por ¨¦l. Es el caso de Fuego cruzado, un thriller escrito por Brooks en su juventud, que a?os despu¨¦s, en los primeros cuarenta, Edward Dmytryk convirti¨® en una c¨¦lebre pel¨ªcula negra. Otra novela suya, The Producer, se convirti¨® en un ¨¦xito editorial a finales de los a?os 50, sobre todo a causa de la virulencia con que abordaba el feo asunto de la caza de brujas del Comit¨¦ de Actividades Antiamericanas del senador fascista Joseph McCarthy, que no hace falta decir tambi¨¦n se interes¨® por las ideas pol¨ªticas izquierdistas del cineasta.M¨¢s afortunadas fueron sus adaptaciones al cine de obras teatrales. En especial hay que revisar, porque se mantienen vivas, La gata sobre el tejado de cinc caliente y Dulce p¨¢jaro de juventud, ambas de Tenneessee Williams, en las que Brooks da rienda suelta a su experiencia del teatro y extrae de ella escenas e interpretaciones memorables, que, como sus admirables westerns y algunas otras obras, son parte del cine imperecedero.
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