Sobre la Embajada de Espa?a en la URSS
El d¨ªa 26 de febrero publicaba su diario un art¨ªculo firmado por Ignacio Cembrero bajo el t¨ªtulo Los diplom¨¢ticos espa?oles en la URSS se rebelaron contra su embajador por negar el colapso sovi¨¦tico. Con alg¨²n retraso, por haber estado en m¨²si¨®n en el extranjero, quiero reaccionar con respecto a lo que en dicho art¨ªculo se dice. Y que es, dando muchas vueltas, que aqu¨ª nadie -incluido el Gobierno y su presidente- se enter¨® de lo que estaba sucediendo en la URSS, por culpa de la mala informaci¨®n que al respecto transmit¨ªa Jos¨¦ Cuenca, quien por cierto hab¨ªa sido nuestro embajador en aquel pa¨ªs desde 1987.Conste que no reacciono ante los desprop¨®sitos que, en mi opini¨®n, contiene el art¨ªculo, sino ante la insoportable injusticia de que en ¨¦l se hace v¨ªctima al se?or Cuenca. En todo caso, me parece obligado apuntar por mi parte el siguiente testimonio:
1. A lo largo del a?o 1991 me toc¨® visitar la URSS en cuatro ocasiones: en febrero y octubre, a la cabeza de sendas delegaciones del Consejo de Europa; en agosto -una semana antes del golpe-, para participar como ponente en un coloquio organizado por el Gobierno y el Parlamento de la Federaci¨®n Rusa, y en diciembre, en la delegaci¨®n del Congreso de los Diputados que visit¨® Mosc¨². Pues bien, en las cuatro ocasiones pude comprobar, coincidiendo en ello con mis colegas parlamentanos espa?oles y europeos, el espl¨¦ndido nivel de informaci¨®n y conocimiento de la realidad y de la coyuntura sovi¨¦ticas que ten¨ªa Jos¨¦ Cuenca. Es m¨¢s, en varias ocasiones, reunidos con numerosos ebajadores de nuestros respectivos pa¨ªses, fue el se?or Cuenca el encargado de explicar la situaci¨®n, siendo ¨¦se el nivel de reconocimiento que su experiencia y su veteran¨ªa merec¨ªa entre sus propios colegas.
No tiene, pues, sentido dar a entender que nuestro embajador no estuviera al tanto de los peligros que se cern¨ªan sobre la URSS. O que se los callara. Por el contrario, sus observaciones, siempre prudentes, resultaron razonablemente ajustadas; y su acci¨®n, que era la acci¨®n del Gobierno de Espa?a, result¨® valiente y acertada. ?C¨®mo no va a corresponder a sus informaciones al menos algo del ¨¦xito en la actuaci¨®n de nuestro pa¨ªs, cuando fuimos los primeros en denunciar y calificar como golpe de Estado la intentona de agosto!
2. Somos testigos de excepci¨®n de las excelentes relaciones que el se?or Cuenca manten¨ªa con personalidades de todos los ¨¢mbitos de la sociedad sovi¨¦tica. Su profesionalidad contribuy¨® a que en varias ocasiones pudi¨¦ramos tener acceso a dirigentes o a interlocutores a quienes colegas de nuestro entorno no consegu¨ªan ver. Y eso vale para los que eran autoridades de la URSS, de la Federaci¨®n Rusa, de Mosc¨², etc¨¦tera. El nivel de introducci¨®n del se?or Cuenca en aquella dif¨ªcil sociedad se puso de manifiesto no s¨®lo en numerosas entrevistas en las que me acompa?¨®, pudiendo comprobar su discreci¨®n y el respeto que merec¨ªa a nuestros interlocutores, sino en varias recepciones organizadas en la embajada, siempre con presencia amplia y destacada de responsables y ciudadanos sovi¨¦ticos.
3. En todas las ocasiones en que vi al se?or Cuenca a lo largo de 1991 sali¨® a relucir su necesariamente pr¨®ximo relevo, ya que llevaba cumplido con creces el tiempo en que normalmente se sirve en una funci¨®n de ese tipo. El embajador Cuenca ha dejado su destino en Mosc¨² ahora, habiendo ocupado el puesto durante cinco a?os. Es decir, un plazo excepcional que se explica sencillamente por la manera tan satisfactoria como supo desempe?arse, en circunstanias no precisamente sencillas. Cualquier otra interpretaci¨®n de su relevo me parece especulativa y, adem¨¢s, indigna.
4. Por ¨²ltimo, quiero recordar los cumplidos que hemos podido escuchar de tantos espa?oles que se beneficiaron de la ayuda del embajador Cuenca para desenvolverse en la mara?a que era y sigue siendo la sociedad y la econom¨ªa de aquel pa¨ªs. Empresarios, por ejemplo, interesados en exportar o en invertir desde Espa?a... Pero sobre todo quiero dejar constancia de que en el se?or Cuenca concurre un hecho casi sin precedentes, y es que es tal vez el ¨²nico embajador de Espa?a sobre el que se han vertido grandes elogios -nominalmente- por parte de distintos informes en la Comisi¨®n de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados, del Grupo Socialista al Grupo Popular. Y al diario de sesiones de dicha comisi¨®n me remito al respecto.
No me queda sino lamentar la ligereza con que en un medio habitualmente tan serio como EL PA?S se ha podido echar tierra sobre un profesional dedicado al servicio de nuestro pa¨ªs, de cuyo buen hacer, yo, como espa?ol y como diputado, me siento orgulloso.- Portavoz del Grupo Socialista en la Comisi¨®n de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados y vicepresidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa.
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