Una torpeza de Abel salva al Barcelona
El segundo milagro Bakero de la temporada se produjo anoche en el Calder¨®n. El primero, en Kaiserslautern, salv¨® al Barcelona de la eliminaci¨®n en la Copa de Europa en el ¨²ltimo minuto. El de ayer le salv¨® en la Liga. No s¨®lo por la importancia del punto arrancado, sino por la trascendencia psicol¨®gica que conlleva. Por primera vez en este campeonato, y gracias a la victoria anoche del Logro?¨¦s, el Barga iguala a puntos con el Real Madrid en la cabeza de la clasificaci¨®n. Empatar anoche, cuando el Atl¨¦tico llevaba una ventaja de 2-0 que a todo el mundo se le antojaba corta, no es algo que suceda habitualmente en el f¨²tbol. El fallo tremendo de Abel convirti¨® lo que era una noche de fiesta en el Calder¨®n en el funeral liguero del Atl¨¦tico, que perdi¨® otra ocasi¨®n de acercarse a la cabeza del campeonato.El f¨²tbol a veces es extra?o. Anoche, las paradojas fueron m¨²ltiples. El Atl¨¦tico cuaj¨® uno de sus mejores encuentros, guiado por un Schuster tan motivado como inspirado. Luis Aragon¨¦s maniat¨® al Barcelona en la primera parte con cuatro trazos t¨¢cticos. El Barga jug¨® uno de los peores partidos de los ¨²ltimos tiempos. Tard¨® 70 minutos en lanzar un disparo entre los tres palos de Abel. Pero es que s¨®lo hizo dos m¨¢s, y fueron gol.
Las ¨®rdenes de Luis Aragon¨¦s y los errores t¨¢cticos de Johan Cruyff convirtieron al Barcelona en un equipo mediocre en la primera parte. Cruyff coloc¨® un once muy descompensado sobre el c¨¦sped. Renunci¨® a su imagen de marca, los tres puntas; situ¨® a Bakero excesivamente adelantado; prescindi¨® de Guardiola; y confi¨¦ el control del juego a Nadal, Begiristain y Witschge.
Luis Aragon¨¦s envi¨® a Manolo y Moya a presionar a Koeman y Amor en el inicio de las jugadas del Bar?a. Y eso bast¨® para destrozar al Barcelona. As¨ª, los m¨¢s torpes, Nando y Juan Carlos, estaban obligados a organizar el juego desde atr¨¢s, y en el centro del campo, la presi¨®n atl¨¦tica ahogaba a los azulgranas. El cortocicuito entre las l¨ªneas catalanas fue espectacular. El Barca, tan amante de los rondos y del control perpetuo del bal¨®n, se convirti¨® en espectador del dominio atl¨¦tico. El da?o fue tan grande que el Baro;a no se acerc¨® ni una sola vez al ¨¢rea de Abel en toda la primera parte.
Al jugar sin hombres en las bandas, Cruyff permiti¨® adem¨¢sque el Atl¨¦tico aprovechase la velocidad de los j¨®venes Toni y Aguilera. Y como Schuster estaba especialmente inspirado, el baile fue digno de los carnavales brasile?os. Los dos goles llegaron en sendos robos de bal¨®n en los que Manolo y Ton? ganaron por piernas a los lentos defensores azulgranas.
La imagen del Bar?a era tan pat¨¦tica en el descanso que parec¨ªa que s¨®lo pod¨ªa aspirar a evitar una goleada. Cruyff recompuso el equipo. Prescindi¨®de Juan Carlos y de Begiristain; coloc¨® a Eusebio y a Witschge como falsos laterales; retras¨® a Bakero; y situ¨® a Goikoetxea, Julio Salinas y Stoichkov en el ataque. Parec¨ªa una jugada arriesgada, pero en realidad Cruyff aplic¨® sensatez. Cerr¨® las bandas y oblig¨® al Atl¨¦tico a pensar en su retaguardia.
Como adem¨¢s el Atl¨¦tico (y especialmente Schuster) estaba algo cansado por el esfuerzo de la primera parte, el partido cambi¨®. El Barcelona lleg¨®, por fin,al ¨¢rea de Abel. Toni y Aguilera comenzaban a tener obst¨¢culos en sus incursiones, y Schuster prodig¨® menos sus apariciones. El partido se equilibr¨®.
A¨²n as¨ª, el Atl¨¦tico parec¨ªa tener controlada la situaci¨®n. Mostraba m¨¢s frescura de ideas, m¨¢s intensidad en su juego, y llegaba con m¨¢s facilidad al ¨¢rea de Zubizarreta. Pero la l¨®gica en el f¨²tbol a veces se toma vacaciones. Primero lleg¨® el gol de Nadal. Enfri¨® algo la fiesta en las gradas, pero nadie esperaba que sucediese lo que luego ocurri¨®. Y m¨¢s despu¨¦s de la expulsi¨®n de Stoichkov, la en¨¦sima por inmadurez profesional.
El p¨²blico se pas¨® todo el partido castigando a Zulizarreta con gritos de "iaaaaaayyyyyy!" cada vez que el portero azulgrana cog¨ªa el bal¨®n. Repiti¨® la broma incluso en las d¨¦biles cesiones. Zubizarreta no est¨¢ en un momento de gran seguridad despu¨¦s del gol encajado ante el Madrid, y el p¨²blico quiso amargarle la noche. Pero la gracia funcion¨® como un boomerang. En el minuto 75, Zubizarreta salv¨® con la punta de los dedos un tiro de gol de Manolo. S¨®lo tres minutos despu¨¦s, Abel comet¨ªa una torpeza hist¨®rica y Bakero aparec¨ªa para su segundo milagro. La conclusi¨®n s¨®lo puede ser una: no hay que re¨ªrse nunca de las desgracias de los dem¨¢s, porque alguna vez te puede suceder a ti lo mismo.
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