Lo previsto y lo sorprendente
LA COALICI¨®N nacionalista moderada Converg¨¦ncia i Uni¨® (CiU), que encabeza Jordi Pujol, ha vuelto a imponerse por cuarta vez consecutiva en las elecciones auton¨®micas celebradas ayer en Catalu?a. Esta victoria, anunciada por todos los sondeos de opini¨®n, constituye la principal, aunque no ¨²nica, noticia del d¨ªa. M¨¢s a¨²n cuando es la tercera vez que Pujol consigue que su mayor¨ªa sea absoluta, a tenor de los datos oficiales, con casi el 100% de los votos escrutados.Otra noticia anunciada se refiere a la confirmaci¨®n del nivel de ca¨ªda que ha experimentado la candidatura socialista, igual a las previsiones de los sondeos preelectorales e inferior a los sondeos realizados ayer mismo.
La principal novedad ha sido el nivel del ascenso de Esquerra Republicana de Catalunya, que, con un programa independentista, ha cosechado un resultado tambi¨¦n notoriamente superior a lo previsto.
Con los datos parciales disponibles en ese momento del escrutinio, parece posible inducir que estas elecciones, que en principio parec¨ªan circunscribirse ala discusi¨®n de las cuestiones de la autonom¨ªa catalana, echan su! ra¨ªces en algunos fen¨®menos de mayor alcance. Esta confrontaci¨®n electoral se ha desarrollado a los pocos meses del estallido de las grandes turbulencias nacionalistas derivadas dela ca¨ªda de los totalitarismos en la Europa del Este, que han supuesto en diversos rincones de Europa un ascenso de los valores conservadores, un descenso de las izquierdas y un auge de los nacionalismos. Con perfiles mucho m¨¢s suaves, los primeros- resultados de los comicios catalanes resultan concomitantes con esas grandes tendencias, y ello no tanto por el mimetismo de las actitudes -m¨¢s bien escaso- cuanto por la vigencia de algunas corrientes profundas. Un an¨¢lisis m¨¢s profundo de los resultados podr¨¢ confirmar o matizar estas primeras impresiones.
En el ¨¢mbito m¨¢s concreto, las m¨¢s razonables hip¨®tesis explicativas de lo sucedido ser¨ªan las siguientes. El alza del nacionalismo moderado que encabeza Jordi Pujol se debe tanto a una percepci¨®n generalmente positiva del balance de sus actuaciones al frente de la Generalitat -uno de los ejes de su campa?a- como al refuerzo del car¨¢cter moderado, conciliador y pactista que ha imprimido a su nacionalismo en los ¨²ltimos meses.
En el centroderecha, el alza del Partido Popular (PP) ratificar¨ªa una tendencia del espectro pol¨ªtico hacia posiciones levemente m¨¢s conservadoras. El ascenso del PP es extraordinariamente discreto.Y aunque permite a sus l¨ªderes predicar su tendencia alcista, apenas sirve para dar un seno impulso a su objetivo de consolidarse como alternativa frente a los socialistas en el Gobierno central.
Inversamente, en el deterioro socialista aflorar¨ªan los descontentos derivados tanto de las insuficiencias de su actuaci¨®n gubernamental en el Gobierno central como de la falta de vigor popular de su l¨ªder y de su tarea de oposici¨®n en el Parlamento aut¨®nomo. Este serio descenso -que pone a debate el liderazgo, como candidato, de Raimon Obiols- no viene compensado con los resultados de la federaci¨®n comunista-nacionalista Iniciativa per Catalunya, que experimenta un descenso.
En cuanto al voto de Esquerra Republicana, hay que destacar su notorio ascenso, pero sin desmesurarlo. Por primera vez en la historia se presentaba ante la ciudadan¨ªa catalana una opci¨®n independentista capaz de obtener presencia parlamentaria. Ha obtenido un ¨¢mbito parlamentario propio y destacado, que le permitir¨¢ seguramente constituirse en la tercera fuerza en el Parlamento aut¨®nomo.
Pero se trata tambi¨¦n de una fuerza. perfectamente acotada: su ascenso no debe ocultar sus limitaciones. Y de ninguna manera pueden mezclarse ni sumarse los votos que ha obtenido con los de la opci¨®n nacionalista mayoritaria: ha quedado claro en la campa?a -tanto por las manifestaciones de su l¨ªder, Angel Colom, como por las posiciones program¨¢ticas moderadas defendidas por Jordi Pujolel abismo existente entre su propuesta independentista y todas las dem¨¢s.
En estas horas en que muchos pol¨ªticos hacen la lectura de los resultados m¨¢s favorable a sus intereses, conviene reclamarles humildad y prudencia. La abstenci¨®n ha sido la m¨¢s profunda de cuantas se han producido en convocatorias anteriores. Y lo que hasta ahora les preocup¨®, no debe dejar de inquietarles en el futuro. Porque la confirmaci¨®n de la tendencia a la inhibici¨®n electoral es la peor de las noticias de la convocatoria, desde el punto de vista de la consolidaci¨®n del Estado democr¨¢tico y auton¨®mico.
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