No paran de caerse
Un par de d¨ªas ha durado la nueva norma que regula el primer tercio. Los dos puyazos m¨ªnimos se han convertido en el monopuyazo, y a¨²n ni eso, porque los toros no paran de caerse. Ayer, en Valencia, segu¨ªan cay¨¦ndose, hubo dos que el presidente devolvi¨® al corral por eso y la verdad es que debi¨® devolverlos todos. O, mejor a¨²n: suspender la corrida y reintegrar al p¨²blico el importe de sus boletos, que habr¨ªa lo legal y lo decente.De los sobreros, uno no se cay¨®, por ¨¦stas que son cruces. Tampoco es que fuera el Jaquet¨®n aquel, resucitado, e incluso se hinc¨® de rodillas al sentir el primer puyacito, pero luego acab¨® embistiendo la muleta de Roberto Dom¨ªnguez. A trancas y barrancas, s¨ª, aunque sin medir para nada el suelo, nunca jam¨¢s, hasta su muerte.
Marca / Ni?o de la Capea, Dom¨ªnguez, Camino
Cinco toros de Antonia Julia de Marca (2?, sobrero; el toro al que ¨¦ste sustituy¨® y 6?, devueltos por inv¨¢lidos): discretos de presencia, inv¨¢lidos. Segundo sobrero, de Lora Sangr¨¢n, bien presentado e inv¨¢lido.Ni?o de la Capea: estocada corta (silencio); pinchazo, bajonazo y rueda de peones (aplausos y salida al tercio). Roberto Dom¨ªnguez: media (oreja); pinchazo, media muy baja y descabello (vuelta con algunas protestas). Rafael Camino: estocada perdiendo la muleta (silencio); estocada corta y cinco descabellos (algunos P¨ªtos). Plaza de Valencia, 16 de marzo. Cuarta corrida fallera. Dos tercios de entrada.
Roberto Dom¨ªnguez le cort¨® una bien ganada oreja. No es que toreara reunido y en acabada ligaz¨®n -antes bien, Dom¨ªnguez rectificaba terrenos, convert¨ªa los pases en circulares retir¨¢ndose hacia el rabo pasitamente-, mas s¨®lo el m¨¦rito de ponerse delante de un toro que no se cae, merec¨ªa premio, y se lo dieron. Al otro toro -que s¨ª se ca¨ªa; estaba inv¨¢lido, como el resto- le hizo una faena movidita y ventajista. Posturas compuso muchas, mientras el toreo no era capaz de componerlo. Ocurri¨®, finalmente, que peg¨® un mandoble bajo, mont¨® la ceremonia del descabello con todos los ringorangos de su especialidad, despen¨® al inv¨¢lido de un certero golpe y cuanto queda mencionado provoc¨® una oleada de entusiasmos.
En pura tauromaquia (si es que la tauromaquia existe o a¨²n vale para algo), una estocada a ley no la estropean los descabellos, por mucho que falle el matador, porque los descabellos son recurso de matarife. y la estocada es, suerte suprema del arte de torear. En cambio, un certero descabello de ninguna manera puede corregir ni condonar bajonazos, que son la versi¨®n grosera e infamante de la suerte suprema. A uno le parece un sarcasmo que esto se premie al rev¨¦s, y pat¨¦tico que un diestro de alternativa recurra a semejantes trucos. Si es que la tauromaquia existe o a¨²n vale para algo, por supuesto; en caso contrario, aqu¨ª no se ha dicho nada.
Bueno, quiz¨¢ ni existe ni vale para nada. Si los toros no paran de caerse, hablar de tauromaquias es un di¨¢logo de sordos, una inutilidad, un viva Cartagena. Para empezar ?d¨®nde est¨¢ esos toros a los que se puedan aplicar tauromaquias? A los de ayer -todos menos el desorejado sobrero-, les pusieron encima una varita para cumplir el expediente, luego rodaban por la arena, y si llegan a darles un pase como Dios manda, all¨ª mismo se mueren.
Ni?o de la Capea dio pases destemplados a los inv¨¢lidos de su lote, y al segundo de ellos le estuvo atosigando largo rato con la cercan¨ªa de su persona, mientras met¨ªa todo el pedazo pico de su muletaza en el pit¨®n de all¨¢. Rafael Camino pretendi¨® hacer toreo de escuela, y pues no hab¨ªa con qu¨¦, reclam¨® presto las armas toricidas.
Si alguien pretende enterrar la fiesta, lo est¨¢ haciendo a la perfecci¨®n. Un poco m¨¢s, y la entonamos el gori gori.
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