El Madrid reivindica el f¨²tbol descolorido
Hugo solucion¨® con un gol torero resultado del Madrid. El pobr¨ªsimo juego no se entierra con ese gol, aunque Hugo rentar¨¢ su acierto y pondr¨¢ a Beenhakker en un apuro. Del partido sali¨® que el Madrid est¨¢ muy descosido: un equipo sin pegamento que sufre para ganar y alimenta cada m¨¢s el cansancio de su hinchada. Los jugadores solucionan con registros enfrentados, el f¨²tbol se vuelve repetitivo y la lentitud provoca una sensacion de perplejidad en un estadioque ve a su equipo sin energ¨ªa y sin ideas.
Tiempo atr¨¢s el Madrid jugaba de memoria. Hab¨ªa una l¨ªnea arm¨®nica en un equipo que cre¨ªa en el toque y los buenos pases. El resto quedaba para la habilidad de media docena de futbolistas, capaces de ganar los partidos de,una forma u otra. Y al final siempre quedaba Hugo. Ahora, el Madrid se mueve entre constantes fricciones. No existe una l¨ªnea interpretativa del f¨²tbol, favorecida por la gran divergencia de estilos en el equipo y por el declive f¨ªsico de Gordillo y Hugo S¨¢nchez Y Beenhakker no ayuda.
Beenhakker zurce una alineaci¨®n tras otra, y ninguna es igual. A este paso, los jugadores acaba.zando moscas. Nadie sabe los prop¨®sitos finales de un entrenador que desconf¨ªa de Hugo y Gordillo y luego tira de ellos en un partido de responsabilidad. Entre medio, Beenhakker sigue sin decidir la ubicaci¨®n de Michel, la titularidad de Lasa y el destino de Hagi, que ayer se sent¨® en el banco.
En su indefinici¨®n, Beenhakker va a colocar a Michel en graves apuros. Michel sali¨® con la manija ante el Sigina. Lo dej¨® solo all¨ª para conducir un partido que se complic¨® m¨¢s de lo previsto. Michel vivi¨® la noche entre contradicciones. Es un jugador que tiene tomada la medida al callej¨®n derecho, pero se le presume la clase para delinear desde el centro. Por ahora, Michel tiene dificultades para interpretar el papel de medio centro. Tendr¨¢ m¨¢s si Beenhakker mantiene su intenci¨®n de dejarle con todo el equipo sobre la espalda.
Michel hizo de todo, bueno y malo, pero la parroquia se acord¨® mas de lo malo. Le recrimin¨® tres jugadas absurdas que acabaron con el bal¨®n en poder del Sigma -una de ellas provoc¨® una fulgurante internada de Hapal y un momento de p¨¢nico en el ¨¢rea de Buyo-, pero no contabiliz¨® su gran desgaste en una funci¨®n que no domina y algunos pases magn¨ªficos a Hierro,que en dos ocasiones se qued¨® frente al portero checoslovaco.
Nadie ech¨® una mano a Michel en la producci¨®n de f¨²tbol. Hierro s¨®lo vive para agarrar sus remates y cada vez se hace m¨¢s extravagante su titular 1 dad como centrocampista; Gordillo esperaba en la banda izquierda con sus facultades cada vez mas escasas; Llorente dispone de su velocidad y de lo que le dan, y a veces ni eso. A este paisaje hay que a?adir la inexistente aportaci¨®n de Chendo en la banda derecha y los problemas de afirmaci¨®n de Lasa en la izquierda. Por fortuna para el Madrid, Lasa acab¨® el partido muy crecido y dio buenos motivos de esperanza en Chamart¨ªn.
Sin un jugador complementario a su lado, Michel tuvo grandes dificultades para mover el equipo. El Madrid hizo un juego desganado, fraccionado, con jugadores dedicados a resolver sus estad¨ªsticas personales en perjuicio del equipo. Hierro es uno de estos, y Hugo tambi¨¦n. Hugo tiene una cuenta pendiente con Beenhakker y participa de forma muy limitada en el juego. Su falta de velocidad le obliga a tocar tres veces la pelota donde antes s¨®lo necesitaba un toque. Y su ansiedad le conduce a vivir con la ca?a, a la busca de un gol que echar a la cara de su entrenador. Ayer consigui¨® uno, y de los buenos.
Hasta el gol de Hugo, el Madrid fabric¨® unas cuantas ocasiones, casi siempre con Hierro como lo que es: un ariete disfrazado de centrocampista. El Sigma tuvo una que pudo volcar el partido. Un cabezazo de Kebr en el primer tiempo que golpe¨® el poste. Por lo dem¨¢s fue un equipo tan triste como el Madrid, pero con peores jugadores.
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