La mina o la nada
Quinientos mineros del valle de Laciana van a pie hacia Madrid para expresar, en una larga marcha tan pat¨¦tica como desesperada, su protesta, su indignaci¨®n, ante el negro futuro que les aguarda en estos tiempos de imp¨ªas reconversiones y reindustrializaciones desconsideradas. Representan a unos miles de trabajadores de la Minero Sider¨²rgica de Ponferrada, la primera empresa minera privada de Espa?a, que actualmente plantea la consabida crisis que lleva al cierre de los pozos y a la irremediable regulaci¨®n de empleo, antesala no menos irremediable de la ruina de un valle donde, a lo largo de m¨¢s de 70 a?os, la mina ha sido el motor de la supervivencia y de la prosperidad. Otros ocho mineros permanecen encerrados en su lugar de trabajo -la tercera planta del grupo Calder¨®n- en una simb¨®lica resistencia no menos desesperada y pat¨¦tica.Son gestos de una misma desgracia, de un mismo desamparo, que ponen en evidencia la reiterada impiedad de los tiempos que corren, el c¨®mplice designio de la autoridad competente, de los pol¨ªticos que, como mucho, expresan su consternaci¨®n y predican ese futuro para el que algunos -por ejemplo, los mineros de Laciana, pero nunca tantos magos ventajistas de las finanzas como a diario vemos en los medios de comunicaci¨®n- deben resignarse a ser despojados porque no les pertenece, ya que su pasado -triste paradoja- no avala ese futuro.
Los mineros de Laciana, que con su marcha repiten -no s¨¦ si conscientemente- un rito antiguo de su tierra: el de ir a solicitar la solidaridad por los caminos cuando la desgracia destru¨ªa los bienes de alguna casa, quieren transmitir un mensaje a quien pueda o¨ªrles, porque la mayor amenaza que sobre ellos se tiende es la del olvido y el aislamiento, siendo como son habitantes de un valle con comunicaciones tercermundistas, donde no se reciben legalmente se?ales de radiodifusi¨®n y que cuenta con el centro hospitalario m¨¢s cercano a 63 kil¨®metros.
Ese mensaje recuerda que en poblaci¨®n ocupan el decimosexto municipio de la regi¨®n castellano-leonesa, que el 47% de sus vecinos tiene menos de 30 a?os de edad, que hay 5.000 ni?os y j¨®venes en edad escolar, que el 67% de la poblaci¨®n activa trabaja en la miner¨ªa del carb¨®n y la restante actividad econ¨®mica gira alrededor de ella y que Laciana cuenta con el mayor yacimiento de carb¨®n de Europa occidental.
"Durante los ¨²ltimos 70 a?os", dice, "hemos dado lo mejor de nosotros, hemos tolerado la destrucci¨®n de nuestro entorno natural para salvar a la Minero Sider¨²rgica de Ponferrada, y ahora, despu¨¦s de 70 a?os de expolio en lo cultural y en lo material, tambi¨¦n se nos quiere privar de todo futuro y toda dignidad; no podemos perder nuestro trabajo mientras no haya otra salida para nosotros y nuestros hijos. Con nuestra actitud buscamos dar a conocer nuestro problema, ganar el respeto, la comprensi¨®n y la ayuda de los ciudadanos y su apoyo para exigir soluciones justas por parte de las administraciones p¨²blicas".
Tienen los mineros de Laciana una sensaci¨®n de orfandad y desamparo que les hace pensar que su problema -paralelo al de la miner¨ªa asturiana- puede verse m¨¢s f¨¢cilmente relegado, y por eso han decidido movilizarse m¨¢s all¨¢ de sus fronteras comarcales, provinciales y regionales. El camino de las sucesivas administraciones pende sobre ellos con una lejan¨ªa distinta y es un camino de m¨¢s arriesgados olvidos, en el marco de una provincia -como la leonesa- tan proclive a ellos, y de una regi¨®n difuminada en su desmedido territorio y con una m¨¢s que demostrada precariedad de Gobierno. A los mineros de Laciana se les escucha y se les atiende con menos facilidad que a los asturianos, que tambi¨¦n han tenido que bregar lo suyo para que se les atienda y se les escuche, y temen que su voz -lejana y sola- no obtenga el eco que merece.
Puede que haya quien piense que echarse al camino no deja de ser una opci¨®n ingenua, un gesto desolado que se pierde sin pena ni gloria, entre tantos gestos in¨²tiles que acaban siendo como muecas, en esta realidad cauterizada en que nos toca sobrevivir. ?Pero acaso pueden ellos estar seguros de que quien deba o¨ªrles va a acercarse a su valle, con algo m¨¢s que el reclamo de la comprensi¨®n y las promesas?...
Los mineros de Laciana reivindican en su mensaje ese pasado de 70 a?os de lucha y de trabajo, de contribuci¨®n al bienestar y a la econom¨ªa de su pa¨ªs. Setenta a?os generando tambi¨¦n las consabidas plusval¨ªas, los beneficios empresariales y, como bien dicen, sacrificando la belleza de su entorno natural. Un pasado que debiera hacerles acreedores, como poco, de un presente y de un futuro, en el que -compaginando previsiones razonables y planes adecuados- no sufriera merma su derecho a seguir gan¨¢ndose la vida.
La mina o la nada es el cruel dilema a que se ven sometidos estos hombres que ahora van a pie hacia Madrid, en una marcha que reclama la atenci¨®n y la solidaridad de todos. La mina quieren cerr¨¢rsela, y la nada -si todav¨ªa queda algo de justicia y cordura- no puede ser una opci¨®n para nadie.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.