Llega la moda del reciciaje
La ropa para el pr¨®ximo invierno trae austeridad y dominio del color negro
El mensaje no es optimista. Las consecuencias de una inflaci¨®n de imagen se han antepuesto a las tendencias de moda que hasta ma?ana se exhiben en el Cour Carr¨¦ du Louvre, en Par¨ªs. Un total de 80 colecciones de pr¨¦t-¨¢-porter que ofrecen las pistas de la indumentaria que se llevar¨¢ en el invierno de 1992, y de las cuales s¨®lo restan por subir a la pasarela las firmas de alta costura que tambi¨¦n ensayan un apartado de pr¨¦t-¨¢-porter (Chanel, Balenciaga, Ernest), han logrado conmocionar el tradicional esp¨ªritu de femineidad elegante que se impon¨ªa desde este f¨®rum de la moda internacional. La moda rechaza los referentes coloristas, con dominio del negro en Chanel y Comme des Gar?on, y ondea un oscurantismo desesperado.
El concepto occidental de la elegancia ha sido sometido a juicio por parte del grupo de dise?adores japoneses, que, as¨ª como hace m¨¢s de 10 a?os consiguieron revolucionar la moda con su proyecci¨®n de la asimetr¨ªa minimalista, ahora irrumpen con una nueva uniformizaci¨®n del traje que se procura de austeridad y que se apoya en la est¨¦tica de la destrucci¨®n.Las 100 mujeres vestidas de negro riguroso que ofreci¨® Comme des Gar?ons, las siluetas masculinas y deshilachadas de Yoliji Yamamoto, las telas arrugadas y fruncidas de Issey Miyake intentan paliar el distanciamiento que ¨²ltimamente aislaba la moda como disciplina ajena de los movimientos sociopol¨ªticos que sacuden el mundo. La reutilizaci¨®n de im¨¢genes ya existentes ha sido la base del discurso que han ensayado los creadores m¨¢s vanguardistas, dispuestos a proyectar el ritual de lo envejecido y usado en lugar de aportar nuevos estereotipos.
Que el joven belga Martin Margiela realizara su desfile en un destartalado y polvoriento guardamuebles de la periferia de Par¨ªs, que la londinense Katherine Hamnett sustituyera la habitual carpeta de prensa por un manifiesto de denuncia contra la prohibici¨®n del aborto libre por parte del Vaticano y de otros Estados como Irlanda, o que Jean Paul Gaultier contara como modelo con el propio Cousteau para hacerlo desfilar con un gorrito de lana roja, acerca las distancias entre este grupo de dise?adores concienciados en debatir la poluci¨®n semiol¨®gica, la gratuidad de los lenguajes sin discurso de la publicidad y la avalancha, temporada tras temporada, de miles de metros de tela por estrenar.
En su lugar, se acude a los mercados y rastros a la b¨²squeda de foulares viejos, que ser¨¢n reconvertidos (Margiela), se adquiere el escai que tapiza el asiento del coche para hacer cazadoras con ¨¦l (Jean Colonna), o se utiliza el papel de las servilletas o el pl¨¢stico de las bolsas de tintorer¨ªa para construir trajes (Rei Kawakubo). La aventura del reciclaje ha sido el t¨ªtulo de una serie de art¨ªculos que el peri¨®dico Lib¨¦ration ha publicado durante esta semana ante el estupor del p¨²blico que ha asistido a los desfiles, textos en los cuales se ha puesto de manifiesto el nuevo proceso de fabricaci¨®n del dise?ador, m¨¢s atento en desfilar, relavar, arrugar y embrutecerle el tejido que no en sublimar el lujo.
Oscurantismo
Desde los a?os setenta, con la onda urbana del destroy, la moda no hab¨ªa vivido un movimiento parecido al que ahora rechaza referentes cinematogr¨¢ficos y coloristas y ondea un oscurantismo desesperado. El horror por lo nuevo, "aquello que es nuevo endominga porque no pertenece a nadie", se?alaba Brummel, al resumir el esp¨ªritu del dandi de principios de siglo que humedec¨ªa los zapatos para sacarles el brillo primerizo, se rescata desde el -lado m¨¢s concienciado pero a la vez m¨¢s esnob de la moda.La pasarela clama por una mujer independiente, que cubre las piernas hasta el suelo y enarbola el pantal¨®n que definitivamente da muerte a la minifalda. Fiel a su esteticismo escult¨®rico, Claude Montana, vitoreado y aplaudido, ofreci¨® su visi¨®n de la mujer glacial y distante, vestida con largas capas de vampiresa y corazas-joya de aires sadomasoquista, reconciliando as¨ª la elegancia parisina con la tendencia del rigor intocable.
Miyake, con una paleta de colores m¨¢s renacentista, sac¨® a la luz el pantal¨®n corsario, con camisa arrugada y transformable, evidenciando que la investigaci¨®n del tejido es una de las asignaturas de los nuevos tiempos, preocupados por ordenar la saturaci¨®n de los enseres cotidianos. Romeo Gigli fue otro de los triunfadores del plat¨¦, aunando la exquisitez con la filosofia multidisciplinar de los noventa.
"El leit motiv de mi desfile es ante nada la comunicaci¨®n", repet¨ªa Jean-Paul Gaultier dentro del camerino atiborrado por algunos de los casi 1.700 periodistas que durante estos d¨ªas cubren las colecciones del pr¨¦t-¨¢-porter. L¨²dico pero a la vez corrosivo, Gaultier exprime un proyecto de verdadera fantas¨ªa, en el cual se opone a la Europa as¨¦ptica y monocrom¨¢tica. Desde el jersey de esqu¨ª hasta el tocado de fallera, Gaultier ha optado por ahondar en el folclore de Noruega, Dinamarca, Austria o Espa?a, rompiendo con la actual t¨®nica que se empapa de las etnias lejanas, ?frica o el Oriente.
En su ¨²ltima salida de modelos de su particular eurovisi¨®n, Gaultier present¨® a una treintena de maniqu¨ªes tocadas por m¨²ltiples antenas (grifos de ducha en la cabeza), que sosten¨ªan los objetos necesarios para la mujer moderna: desde un secador de pelo, un encendedor, una jaula o una made a de hilo -esta ¨²ltima transportada por Rosi de Palma-. Esta nueva modalidad del walkman resum¨ªa sin pudor la lecci¨®n aprendida por los m¨¢s expertos creadores de moda: los archivos de la memoria presentan un diagn¨®stico de saturaci¨®n que impide almacenar m¨¢s objetos, m¨¢s h¨¢bitos, m¨¢s ropa. Los principios de la conservaci¨®n del ecosistema han llegado por fin a traspasar la m¨¢xima expresi¨®n del negocio de lo ef¨ªmero.
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