La Liga sopla fuerte en el norte de Italia
El resultado de los comicios del 5 y 6 de abril depende del federalismo at¨ªpico de Bossi
"Aqu¨ª se ha impuesto el conformismo del cambio. Antes, la gente de Brescia que no sab¨ªa qu¨¦ votar votaba por inercia a la Democracia Cristiana (DC). Ahora votan a la Liga". Umberto Bossi, el ¨²nico candidato notable a las elecciones generales italianas del pr¨®ximo 5 de abril que no participaba en estas lides hace una d¨¦cada, hablaba as¨ª el pasado martes ante m¨¢s de 1.500 personas. Lo hizo en una fr¨ªa y enorme tienda de campa?a, sobre un paraje desolado, rodeado de chimeneas y ferrocarriles de la misma ciudad obrera en que, con motivo de las elecciones municipales del pasado mes de diciembre, la Liga del Norte, su movimiento, super¨® a socialistas y comunistas, para empatar en la cota del 24% con la DC, poniendo fin a 44 a?os de dominio democristiano.
Bossi anuncia ahora que la Liga saldr¨¢ de la pr¨®xima cita con las urnas como la primera fuerza pol¨ªtica de ese denso territorio industrial que es el norte y centro-norte de Italia, desde G¨¦nova hasta las puertas de Venecia, que seguir¨¢ siendo democristiano, y desde el Alto Adigio hasta la Toscana incluida, sobrevolando la Emilia Roma?a, donde la herencia comunista es tan rica que, aun en declive, no podr¨¢ ser superada.Habla de cotas provinciales del 20% y m¨¢s, que dar¨ªan una media nacional de entre el 10% y el 13%, suficiente como para colocar a la Liga en la cuarta o tercera posici¨®n de las fuerzas pol¨ªticas de Italia.
El resto de los partidos miran con preocupaci¨®n el fen¨®meno, sobre todo desde que un sondeo independiente y a¨²n no publicado ha dado a la fuerza de Bossi un 11,9% de los votos. Ese resultado har¨ªa caer a la actual mayor¨ªa, y es temido, en consecuencia, por democristianos y socialistas. Especialmente por los ¨²ltimos, que podr¨ªan perder Mil¨¢n, el feudo de su l¨ªder, Bettino Craxi.
Un inoportuno esc¨¢ndalo de corrupci¨®n, que cada d¨ªa sube de cota multimillonaria, surgido en plena campa?a electoral en torno a un amigo milan¨¦s del Partido Socialista Italiano (PSI) llamado Mario Chiesa, ha venido a hacer m¨¢s dif¨ªcil una situaci¨®n a complicada.
"Cuando hayamos vencido de ese modo, habr¨¢ que anticipar las elecciones municipalel, y en un a?o la Liga estar¨¢ administrando efectivamente el norte de Italia", afirma Bossi.
Sus resultados son, en efecto, el factor m¨¢s condicionante del panorama pol¨ªtico que saldr¨¢ el 5 de abril de las urnas italianas. El propio futuro de Bossi depende de ¨¦l, aunque, en las dos hip¨®tesis m¨¢s claras, de victoria o de derrota, seguir¨¢ admitiendo dudas.
Fen¨®meno europeo
Su hasta ahora breve andadura pol¨ªtica representa un fen¨®meno at¨ªpico en la pol¨ªtica europea. No admite comparaci¨®n con el ¨¦xito de Le Pen en Francia, por ejemplo, aunque tambi¨¦n Bossi haya difundido un cierto racismo suave y un clima de rebeli¨®n contra los partidos y contra el Estado, que recauda impuestos y no lucha contra la delincuencia organizada. Pero esto ¨²ltimo, en Italia, lo hacen ya hasta pol¨ªticos muy comprometidos con la partitocracia.
Tampoco se presenta como un l¨ªder tradicional fuerte. Cuando responde a la prensa, siempre a la defensiva, agota el argumento y busca la contundencia. Pero, en los m¨ªtines, se deja ir, no intenta una exposici¨®n lineal, sino que va improvisando sobre an¨¦cdotas, intercalando peque?os chistes, poniendo motes a los ministros, para reiterar durante el tiempo que le dure la inspiraci¨®n el mismo argumento de que los pol¨ªticos le han robado la democracia a Italia.
Recuerda m¨¢s a un c¨®mico de televisi¨®n que a un l¨ªder en campa?a y, sin embargo, provoca el entusiasmo antirromano de un p¨²blico mayoritariamente joven, en el que hay de todo: trabajadores, universitarios e incluso alg¨²n progre de los de antes, con barba y pelliza.
La experiencia es, no obstante, ligera, muy distinta de un desfogue colectivo, por mucho que el nombre de Bossi se corea con frecuencia y ritmo, partiendo bien las s¨ªlabas.
No es nieto de Dom Sturzo ni de VIadimir Ilich Lenin este hombre que, sorprendentemente, encandila a las nuevas generaciones de la Italia del trabajo y la riqueza. Pero tampoco desciende de Benito Mussolini. "No podemos ser fascistas, porque somos federalistas y queremos preservar la democracia cuando todos los poderes han entrado en colusi¨®n para ahogarla", afirma Bossi bajo la tienda de campa?a de Brescia.
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