Sobre Yeltsin
A menudo me preguntan acerca de mi relaci¨®n con Bor¨ªs Yeltsin y acerca de c¨®mo veo la situaci¨®n actual en Rusia. La pregunta es algo m¨¢s que una cuesti¨®n de vana curiosidad. El destino de la Comunidad depender¨¢ en gran medida de c¨®mo vayan las cosas en la Federaci¨®n Rusa, y mucho de lo que pase en la Federaci¨®n Rusa depende de la posici¨®n de su presidente, Yeltsin. En un futuro no lejano podr¨¦ satisfacer, con toda probabilidad, la curiosidad de aquellos que quieren enterarse de c¨®mo empez¨® y evolucion¨® mi relaci¨®n con Yeltsin.En 1985 le invit¨¦ a Mosc¨² y le llev¨¦ hasta la secretar¨ªa del Comit¨¦ del Partido Comunista de la URSS; posteriormente le recomend¨¦ para el puesto de secretano del partido en Mosc¨² y mienbro del Politbur¨®. Incluso despu¨¦s de que el pleno del Comit¨¦ Central decidiera expulsar a Yeltsin, me preocup¨¦ de que siguiera siendo miembro del Comit¨¦ Central y desempe?ando funciones pol¨ªticas como ministro del Gobierno.
La pregunta m¨¢s com¨²n suele ser: "?En qu¨¦ puntos est¨¢n de acuerdo y en cu¨¢les en desacuerdo?". Tengo ciertos recelos en cuanto al compromiso de Yeltsin con las reformas democr¨¢ticas. Nuestras opiniones coincid¨ªan en lo que respecta a la reforma de la sociedad y la transici¨®n hacia un nuevo sistema. Pero entre nosotros hab¨ªa, y sigue habiendo, diferencias de planteamiento a la hora de resolver los problemas y poner en pr¨¢ctica las reformas -sobre todo, en lo que a cuestiones tan concretas como la celeridad y el orden de sucesi¨®n de los cambios se refiere-.
Nuestras diferencias son, en gran medida, resultado de consideraciones t¨¢cticas, lo cual es perfectamente normal. Nunca hubo una completa unidad de puntos de vista, ni pudo haberla. Pero yo criticar¨ªa a Yeltsin por haber fallado en una cuesti¨®n de principio: la reforma de nuestro Estado multinacional. Despu¨¦s del golpe de agosto, trabajamos juntos en el proyecto de un nuevo tratado de la Uni¨®n. En el Consejo de Estado tomamos juntos la decisi¨®n de enviar dicho tratado a los parlamentos de las respectivas rep¨²blicas. Creo que su cambio de opini¨®n respecto a esta cuesti¨®n en cuanto yo me di la vuelta, decretando el fin de la URSS, ha sido un gran error estrat¨¦gico.
Muchos se preguntan si Yeltsin no pod¨ªa o no quer¨ªa salvar a la Uni¨®n. O si, tal vez, s¨®lo quer¨ªa salvar lo que pod¨ªa ser salvado y fue derrotado por otros. Me gustar¨ªa creer que se trat¨® de esto ¨²ltimo, aunque s¨®lo fuera para no tener que abrigar tantas dudas con respecto al presidente ruso. Creo que es necesario que pase tiempo antes de poder ofrecer una respuesta clara a estas preguntas. Lo que por ahora puedo decir es que si la Comunidad fue concebida como una tapadera para la destrucci¨®n de la Uni¨®n (y sabemos que este enfoque existi¨® y sigue existiendo en el seno de la c¨²pula dirigente rusa), hay que llegar a la conclusi¨®n de que el proceso de destrucci¨®n seguir¨¢ desarroll¨¢ndose y que conducir¨¢ a unos resultados catastr¨®ficos. Si, por el contrario, representara un esfuerzo sincero por alcanzar una nueva forma de interacci¨®n entre los Estados independientes y por atraer al mayor n¨²mero posible de rep¨²blicas ex sovi¨¦ticas (algo que parece haberse conseguido), deber¨ªa emprenderse sin m¨¢s dilaci¨®n la creaci¨®n de las instituciones de coordinaci¨®n necesarias. Por desgracia, eso no es lo que est¨¢ pasando. Por el momento, la mayor¨ªa de los acontecimientos apuntan en la direcci¨®n del primer argumento.
Como ya he dicho en repetidas ocasiones, no tengo ning¨²n deseo de ser un profeta; pero el hecho es que lo que yo prev¨ª y advert¨ª est¨¢ sucediendo a una velocidad mucho m¨¢s r¨¢pida de lo que yo imaginaba. El espacio econ¨®mico com¨²n ha disminuido, la unidad del Ej¨¦rcito est¨¢ en peligro, se est¨¢n rompiendo todos los v¨ªnculos de uni¨®n, las disputas territoriales van en ascenso. Y en algunos casos, los conflictos inter¨¦tnicos se han agravado dr¨¢sticamente, especialmente en Nagorni Karabaj, donde grupos vecinos combaten ya abiertamente.
En un an¨¢lisis final, lo que est¨¢ ocurriendo hace caso omiso de la realidad hist¨®rica y violentarla de esta manera nunca ha conducido a nada positivo. Quienes tienen autoridad pol¨ªtica no pueden limitarse a quedarse al margen con las manos en los bolsillos; tampoco deber¨ªan involucrarse en discusiones y conflictos absurdos y caer en el intercambio de acusaciones y reivindicaciones. Quienes participen en esa forma de violencia no durar¨¢n mucho. Si los actuales l¨ªderes no quieren caer en esa categor¨ªa, deben actuar de una manera muy diferente. Por encima de todo, deben emprender la creaci¨®n de organismos de coordinaci¨®n entre los pa¨ªses de la Comunidad sobre la base de la igualdad. Y esto es mucho m¨¢s importante si se tiene en cuenta que dentro de todos los Estados de la Comunidad est¨¢n surgiendo fuerzas tendentes a instituciones de interacci¨®n, integraci¨®n e interconexi¨®n. Es esencial que se adopten medidas que fomenten estas tendencias positivas y que se aprovechen todas las posibilidades para continuar su. desarrollo.
Muchos me preguntan qu¨¦ es lo que deber¨ªa hacer Occidente. ?Deber¨ªa ayudar a Yeltsin? En numerosas ocasiones he expuesto claramente mi postura. Rusia se encuentra en la fase m¨¢s dif¨ªcil de su reforma. Las actuaciones del Gobierno est¨¢n sufriendo duras cr¨ªticas por los graves errores cometidos a la hora de poner en marcha la transici¨®n hacia una econom¨ªa de mercado. Estas cr¨ªticas son en gran medida justificables por provenir de individuos comprometidos con el ¨¦xito de las reformas y con la pronta superaci¨®n de la crisis. Sin embargo, hay poderosas fuerzas que presionan al Gobierno con af¨¢n de acelerar las reformas. Estas fuerzas no se detendr¨¢n ante nada, e incluso intentar¨¢n eliminar al presidente y a su Gobierno, e incluso al mismo poder legislativo de la rep¨²blica. En esta extremadamente dif¨ªcil situaci¨®n, el presidente deber¨ªa trabajar unido a todos los que le apoyan, aunque a veces tambi¨¦n puedan criticarle. Tiene que esforzarse por corregir sus propios errores y omisiones, especialmente en las ¨¢reas de pol¨ªtica fiscal, incentivos a la producci¨®n, protecci¨®n de los sectores m¨¢s necesitados de la poblaci¨®n.
A este respecto es extremadamente importante que Rusia se consolide lo antes posible como una federaci¨®n libre y democr¨¢tica. Lo que ha pasado con la Uni¨®n ha tenido un impacto negativo en este proceso. No obstante, la esperanza se ha renovado ahora gracias a que se ha empezado a trabajar en el tratado federal, que se convertir¨¢, conf¨ªo, en la base jur¨ªdica de un Estado ruso eficaz.
Todo esto exige un profundo sentido de la responsabilidad, puesto que est¨¢ en juego el destino de todos los pueblos que viven en Rusia y que est¨¢n vinculados entre s¨ª por miles de lazos hist¨®ricos. El fortalecimiento de todas las partes del Estado ruso ser¨¢ la clave del desarrollo de la Comunidad y del nuevo papel que asumir¨¢ Rusia como uno de los protagonistas del nuevo escenario europeo y mundial.
Por lo que respecta a los hombres de anta?o, es importante que la poblaci¨®n de las nuevas rep¨²blicas sepa qu¨¦ es lo que realmente quiere y cu¨¢les son los intereses que est¨¢ persiguiendo.
Todo el peso de la responsabilidad de las reformas, las decisiones que ya se han tomado y las que a¨²n deber¨¢n tomarse, recae ahora sobre los hombros de Rusia. Pero esa carga ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil de soportar si los dirigentes rusos son plenamente conscientes de la importancia de trabajar junto a los pa¨ªses de la Comunidad, y si apoyan activamente la formaci¨®n de la CEI y sus instituciones.
En este momento, cr¨ªtico en la historia de Rusia (y tambi¨¦n cr¨ªtico para todos los pueblos de la Comunidad), es m¨¢s necesaria que nunca una aut¨¦ntica ayuda y apoyo por parte de los socios occidentales. Esta ayuda no s¨®lo beneficiar¨¢ a Rusia y a los pa¨ªses de la Comunidad, sino tambi¨¦n a toda Europa y a la comunidad mundial.
Tengo la impresi¨®n de que en los pr¨®ximos d¨ªas se tomar¨¢n decisiones muy importantes con respecto a todas estas cuestiones. Las espero con ansiedad porque ninguno de nosotros tiene hoy que llevar a cabo ninguna tarea m¨¢s importante que ¨¦sa.
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