Voto bajo sospecha
El electorado del sur de Italia trata de adivinar a qui¨¦n apoya la Mafia
Las elecciones en Italia tienen siempre algo de misterioso, debido a que el votante no puede elegir a su alcalde ni a su primer ministro ni al presidente de su Rep¨²blica; ni siquiera al partido o coalici¨®n que formar¨¢ el Gobierno. Por ello el resultado de su decisi¨®n se le escapa. Pero en el sur, el misterio adquiere caracteres de densa intriga.
Hip¨®tesis y c¨¢balas de los que dicen tener informaci¨®n y de los que afirman no saber nada recorren la sombr¨ªa decadencia barroca de Catania, las lujosas azoteas modernas de Palermo o las casas ruinosas de su centro hist¨®rico, donde se hacinan familias paup¨¦rrimas que esperan un pr¨®ximo aluvi¨®n de dinero para la reestructuraci¨®n, sobre el que se dice que ya ha puesto un ojo la Mafia.Tambi¨¦n domina el rumor en las calles sin asfaltar y en los miles de pisos nunca terminados, pero habitados, que caracterizan el panorama de Calabria.El motivo de tanta intriga no es el resultado de las elecciones, pues es sabido que en estas regiones, que, junto a Campania, alojan a casi un tercio del electorado de Italia, gana siempre la Democracia Cristiana (DC) por un margen muy superior a su media nacional. Lo que la gente trata de adivinar es, m¨¢s bien, hacia donde orientar¨¢ los votos la delincuencia organizada. Es un hecho consecuente con esto que los resultados electorales del sur interesan al menos por igual a los analistas pol¨ªticos y a los especialistas en las diversas mafias.
Son regiones que en las organizaciones partidarias est¨¢n poco implantadas. Un l¨ªder nacional, como el secretario del Partido Democr¨¢tico de la Izquierda (PDS), Achile Ochetto, apenas si logr¨® reunir a 300 personas el pasado martes en una calle de Catania. En la misma magnitud se miden los congregados el viernes por el ministro de Asuntos Exteriores, Gianni de Michelis, en un hotel de Reggio Calabria, aun siendo el Partido Socialista Italiano (PSI) la segunda fuerza de la ciudad. Gianfranco Fini, el secretario neofascista, ni siquiera cont¨® el jueves un centenar de adeptos en la plaza Politeama de Palermo, donde el Movimiento Social Italiano (MSI) est¨¢ en franca decadencia, como en el resto de Italia.
La excepci¨®n
La ¨²nica excepci¨®n ha sido el primer ministro, Giulio Andreotti, que reuni¨® a 5.000 personas en Palermo. Pero el acto, en el que se volc¨® la DC siciliana, era singular. El encargado de prepararlo hab¨ªa sido Salvo Lima, el jefe de las filas andreottianas en Palermo, asesinado una semana antes por la Mafia.
No son los m¨ªtines ni las oficinas de los partidos los que han decidido tradicionalmente las elecciones en el sur de Italia. El despacho del diputado, que cambiaba votos por favores en un pa¨ªs donde la vida meridional est¨¢ fuertemente subvencionada, ha sido la antesala m¨¢s firme de las urnas. Pero el sistema de clientelas se ha complicado con el fuerte desarrollo de la delincuencia organizada.
Nadie considera que el voto en el sur pueda ser comprado hoy sin la mediaci¨®n de la distintas mafias y nadie duda de que los sufragios, efectivamente, se compran. Lo est¨¢n denunciando desde todos los partidos, incluida la DC por boca de su vicesecretario Sergio Matarella. Y el presidente de la Rep¨²blica, Francesco Cossiga, ha dicho que ¨¦l no conoce a ning¨²n partido que no haya tenido relaci¨®n con la delincuencia organizada en las zonas dominadas por ¨¦sta.
El problema de esta situaci¨®n es que nadie puede decir hasta d¨®nde llega el control del voto. Un fen¨®meno como el del movimiento La Rete, del ex alcalde ex democristiano de Palermo, Leoluca Orlando, demuestra que el voto antimafia puede llegar a vencer a la DC en su propio feudo. Esto ocurri¨® en las regionales de junio y es muy probable que Orlando repita ahora su triunfo.
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