Una madre y una hija mueren en el incendio de su vivienda
"Se ve¨ªa venir". "Tarde o temprano ten¨ªa que pasar". Las vecinas del n¨²mero 36 de la calle de Santa Engracia se paseaban en la tarde de ayer, enfundadas en batas de franela, por el portal del inmueble donde una hora antes Petra Castro Argote, de 86 a?os, y su hija Margarita Marquina Castro, que hab¨ªa superado la cincuentena, mor¨ªan en un incendio declarado en su vivienda, situada en el s¨¦ptimo piso. El brasero de una mesa camilla pudo ser el origen de las llamas, que quemaron la habitaci¨®n donde se encontraban las dos mujeres. No era la primera vez que los faldones de la mesa se prend¨ªan, contaba una vecina.
El incendio se declar¨® a media tarde en la sala de estar de la casa. Fue un fuego peque?o. Ni siquiera ol¨ªa a quemado en la escalera reci¨¦n pintada. El acceso a la vivienda qued¨® prohibido.Nadie conoc¨ªa ayer las circunstancias en las que se produjo el accidente. La juez que se person¨® en el piso no disip¨® las dudas: "No hay ning¨²n comentario", sentenci¨®, cuando sali¨® de la casa a las siete y media.
Los agentes de la Polic¨ªa Municipal y los vecinos alud¨ªan al brasero. En una ocasi¨®n anterior el mantel se prendi¨®, pero la cosa no pas¨® a mayores.
Se sabe que una de las mujeres muri¨® calcinada, y la otra por asfixia. Tampoco sobrevivi¨® el perro que cuidaban.
"?Qui¨¦n avis¨® a la polic¨ªa?". El portero se negaba a responder. Las vecinas, en cambio, se aprestaban a dar detalles de la vida de las mujeres a las que, aseguran, hac¨ªa tiempo que no ve¨ªan. "Petra era muy mayor, y estaba un poco trastornada", comentaba una se?ora del barrio que las conoc¨ªa desde hace tiempo. "La hija era muy lista. Era secretaria en un banco muy importante, no se cu¨¢l, que est¨¢ en el paseo de la Castellana. Pero tuvo un accidente y llevaba bastones y pidi¨® la jubilaci¨®n".
"Algo ten¨ªa que pasar"
Un matrimonio a duras penas pod¨ªa atravesar la masa de periodistas con el carrito de la compra. "?Qu¨¦ os vamos a decir?. Es horroroso. Pero se esperaba. No ten¨ªan las facultades mentales muy en orden. Algo ten¨ªa que pasar". Otra se?ora, que vive en el bajo, se lamentaba: "?Que tuvieran que acabar as¨ª, Dios m¨ªo!. Yo era amiga suya, pero la hija beb¨ªa mucho y rompimos la amistad. Una vez la tuve que recoger en un banco de la calle. Eso s¨ª, las dos eran muy buenas, aunque a veces se pegaban y ara?aban".Cerca de las ocho, los funcionarios del servicio funerario bajaron uno de los cad¨¢veres envuelto en un pl¨¢stico negro. Las c¨¢maras de televisi¨®n y los reporteros gr¨¢ficos esperaban en el portal. 'Lo que faltaba,, pero si estan aqu¨ª todas las c¨¢maras.Esto es la leche' protestaba unos de los empleados. No quisieron decir a qui¨¦n pertenec¨ªa. El segundo furg¨®n funerario se march¨® vac¨ªo: el otro cad¨¢ver hab¨ªa quedado completamente calcinado.
En la calle, una multitud hac¨ªa tertulia sin importarle el fr¨ªo glaciar. "Hija, pues era un pero precioso. Yo estaba enamorada de ¨¦l", comentaba una se?ora.
La concejal del distrito de Chamber¨ª, Mercedes de la Merced, se present¨® en el lugar inmediatamente. "Me han comunicado que hab¨ªa ardido un piso en mi distrito y que hab¨ªa dos muertos. He venido corriendo a ver qu¨¦ suced¨ªa, si hab¨ªa alg¨²n peligro o si era necesario alg¨²n realojamiento".
Se march¨® despu¨¦s de haber dado el p¨¦same a los familiares -"son parientes lejanos, la mujer de un hijastro que muri¨®", explicaban las vecinas, erigidas en relaciones p¨²blicas- "Todos los d¨ªas ven¨ªa una asistenta a limpiarles la casa. Ver¨¢s ma?ana con lo que se va encontrar la mujer".
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