Fuga alarmante
NADA RIDICULIZA y pone en cuesti¨®n el fundamento mismo del sistema carcelario como una fuga. De ah¨ª que cada vez que un preso quebranta una condena o elude un proceso escabull¨¦ndose a trav¨¦s de alg¨²n resquicio no suficientemente vigilado del recinto penitenciario la alarma social se manifieste y surjan dudas sobre las condiciones de seguridad del sistema carcelario en su conjunto.Sucedi¨® en noviembre pasado con la fuga de dos presos peligrosos de la c¨¢rcel de Huesca, aunque un mes despu¨¦s fueran capturados; ha seguido sucediendo en los meses siguientes con las fugas ocurridas en las c¨¢rceles de Burgos (cuatro reclusos en dos ocasiones); de C¨¢ceres 1 (tres reclusos); de Quatre Camins (uno), en Barcelona, y de Tarragona (dos reclusos). Y sucede ahora con la huida de la c¨¢rcel de Granada del destacado miembro de los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO) Fernando Silva Sande.
Pero, sin duda, esta ¨²ltima fuga tiene connotaciones especiales. Se trata de un activista hist¨®rico de una organizaci¨®n terrorista, participante en los secuestros de Antonio Maria de Oriol y Urquijo y del teniente general Villaescusa en plena transici¨®n democr¨¢tica -diciembre de 1976- y presunto autor de varios asesinatos de polic¨ªas y militares. Es l¨®gico que la alarma social se agudice ante un caso as¨ª, por m¨¢s que la organizaci¨®n terrorista a la que pertenece el fugado se encuentre pr¨¢cticamente en estado de extinci¨®n. Tambi¨¦n es alarmante la forma en que se ha producido la fuga, propia de los tebeos: abriendo el recluso un boquete en la celda de aislamiento en que se hallaba y desliz¨¢ndose desde el patio al exterior de la c¨¢rcel con la ayuda de una s¨¢bana.
Es de esperar una cumplida informaci¨®n de lo ocurrido por parte de los inspectores enviados por la Secretar¨ªa General de Instituciones Penitenciarias a analizar los hechos y que se exijan las responsabilidades a que haya lugar. No tiene f¨¢cil explicaci¨®n que el preso fugado haya podido abrir un boquete en su celda, taparlo temporalmente sin que ning¨²n funcionario se apercibiera de ello y que se descolgara limpiamente al exterior sin que la Guardia Civil le diera el alto.
Las fugas de reclusos, sean limpias o violentas (con secuestro o amenazas a funcionarios), o se limiten al quebrantamiento de condena de quienes no retoman a la prisi¨®n tras un permiso de fin de semana, apuntan a graves deficiencias del entramado de la seguridad: bien negligencia funcionarial o burocratismo del sistema carcelario (equipos t¨¦cnicos, juntas de tratamiento y jueces de vigilancia), bien escasez de personal y de medios electr¨®nicos, o bien todo a la vez. El problema no estriba en que estad¨ªsticamente no sean abrumadoras, como sostiene el ministro de Justicia. El problema radica en que son socialmente alarmantes. Alguien, en el ¨¢mbito pol¨ªtico, es responsable y deber¨ªa responder de ellas.
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