Voz para la copla

Espect¨¢culo musical al estilo Tamayo, es decir, vistoso, con ritmo y buen gusto. Viene a ser una nueva Antolog¨ªa del conocido director, aunque sin circunscribirse a un g¨¦nero determinado. Se aglutina un repertorio amplio y heterog¨¦neo, un caj¨®n de sastre que pretende gustar a tirios y troyanos, porque de otra forma ser¨ªa imposible ayuntar g¨¦neros tan dispares como la copla y la opereta.En un contexto as¨ª, la calidad de los distintos n¨²meros var¨ªa considerablemente, en relaci¨®n directa a la calidad objetiva de la m¨²sica y de los int¨¦rpretes correspondientes. La gran beneficiada es Concha M¨¢rquez Piquer, cuya presencia en el escenario es constantemente mimada. Ella corresponde -hay que decirlo- con idoneidad, cantando mejor que nunca.

Junto a ella, la simpat¨ªa y el buen hacer de Maruja D¨ªaz, en n¨²meros a los que pone siempre picard¨ªa e intenci¨®n. El Yunque, que es un buen cantaor flamenco, hace algunas estampas de corte caracolero en las que brilla con su hermosa voz, pose a los trajes de pandereta que le hacen lucir. Ram¨ªrez, Pi?eros y Juan Ram¨®n cumplen discretamente.

El ballet-coro tiene prestancia, disciplina y se entrega alegremente a su cometido, como debe ser. La coreografia de Ferrante, desigual. Junto a aciertos formidables como la pincelada de ?chale guindas al pavo o el Charlest¨®n de las escocesas, la vulgaridad de La viuda alegre. La orquesta brill¨® y fue eficaz a las ¨®rdenes de Alfaro.