"Desde all¨¢ arriba nunca te cansas de mirar la Tierra"
Pens¨® estar en el espacio cinco meses, y al final fueron diez. Sergu¨¦i Krikaliov, de 33 a?os, el ¨²ltimo astronauta de la URSS, ha sido el ciudadano ruso que m¨¢s lejos ha vivido todos los cambios en el imperio sovi¨¦tico. ?sta es la primera entrevista, publicada por el diario italiano La Stampa, que ha concedido tras su llegada a la Tierra el pasado 25 de marzo. En ella habla, sobre todo, de cu¨¢les son las sensaciones, los olores y sonidos en el espacio. Recuerda que, cuando se est¨¢ en el espacio, la distracci¨®n principal es mirar la Tierra, descubrirla continuamente con nuevos ¨¢ngulos. Explica tambi¨¦n c¨®mo ha vivido los cambios pol¨ªticos y econ¨®micos de su pa¨ªs.
A las 8.45 horas, suena el despertador. A las nueve, control m¨¦dico, recogida de los excrementos, muestras de acidez, medida del ritmo cardiaco. A las 9.15, an¨¢lisis de sangre. Su m¨¦dico dice que se cansa pronto, que debe reposar m¨¢s a menudo y que hasta dentro de diez meses no se habr¨¢ restablecido por completo. Esta vez, Sergu¨¦i Krikaliov, el ¨²ltimo astronauta de la URSS, renuncia al paseo cotidiano y, tras una prueba inmunol¨®gica y un informe sobre su misi¨®n espacial, concede su primera entrevista despu¨¦s de su retomo a la Tierra. El aspecto de Krikaliov es bueno, el de un muchacho de 33 a?os en plena forma fisica. Muy simp¨¢tico.Pregunta. Sergu¨¦i, quisiera que nos contase su viaje, sus impresiones y tambi¨¦n sus miedos, si es que los ha habido...
Respuesta. ?sta que ha terminado ha sido mi segunda misi¨®n espacial y, a decir verdad, en la memoria se me ha quedado m¨¢s grabado el primer lanzamiento que el segundo. Y puedo decir que todo r¨¦sulta mucho m¨¢s simple para el que parte que para los especialistas que se quedan en Tierra.. Enti¨¦ndame, el lanzamiento -supone un momento de tension para todos, pero cuando te sientas en la c¨¢psula todo cambia bruscamente. Comprendes que vas a experimentar impresiones desconocidas, que vas a adentrarte en un ambiente agresivo, mortalmente peligroso. Y pese a todo, est¨¢s all¨ª sentado y piensas: "Todo esto se parece mucho a las pruebas de adiestramiento". En un primer momento el tiempo pasa lent¨ªsimo, pero a medida que se aproxima la salida todo empieza a girar vertiginosamente. Es como si el tiempo mismo se comprimiese y pr¨¢cticamente no hay opci¨®n para las preocupaciones.
P. ?Qu¨¦ es lo que m¨¢s le ha chocado una vez a bordo de la estaci¨®n espacial?
R. Sab¨ªa que se necesitaba un cierto tiempo para la adaptaci¨®n, que la sangre afluye a la cabeza, que todo parece girar a tu alrededor. Ante la ausencia de gravedad, lo m¨¢s dificil al principio es coordinar los movimientos: c¨®mo coger una cosa y pas¨¢rsela al compa?ero sin tir¨¢rsela a la cara, c¨®mo girar un objeto sin que siga incesante su movimiento en el vac¨ªo. Pero esta vez, apenas salimos de la atm¨®sfera, todo sucedi¨® como s¨ª nunca me hubiese alejado del espacio. Todos los movimientos me parec¨ªan naturales, como si en alguna parte escondida de m¨ª mismo hubiera permanecido la memoria invariable de lo que deb¨ªa hacer y de qu¨¦ manera. El viaje hacia la estaci¨®n espacial dur¨® dos d¨ªas. Ver el complejo orbital de cerca es una impresi¨®n inolvidable. Notaba los cambios, el hecho de que desde mi primer vuelo la estaci¨®n hab¨ªa crecido hasta convertirse en un gran complejo. Al final, despu¨¦s del atraque, lo que, m¨¢s me ha sorprendido ha sido reconocer el ambiente: la mismaluz, los mismos olores... P. ?Qu¨¦ olores?
R. Es dif¨ªcil describirlos. El olor de los pa?os con los que se limpian las manos y el cuerpo, impregnados de sustancias que nadie usa en la Tierra. Luego, el olor de los paneles, de los instrumentos.
P. Entonces, ?est¨¢ vez le ha resultado bastante f¨¢cil adaptarse a la estaci¨®n?
R. S¨ª, ya en los dos d¨ªas de viaje a bordo de la nave me. adapt¨¦ a la falta de gravedad .A veces pensaba que no h¨²biera estado mal poseer una cola como la de los simios. Pero ahora que le estoy hablando me doy cuenta de que durante los ?ltimos meses ya no pensaba en d¨®nde poner la mano o en c¨®mo mover una pierna. Me hab¨ªa acostumbrado. Los movimientos se hab¨ªan hecho autom¨¢ticos. Volaba de una parte a otra de la estaci¨®n sin siquiera pensar c¨®mo lo hac¨ªa.P. ?Qu¨¦ hac¨ªa en sus momentos libres?, ?o¨ªa m¨²sica, le¨ªa?
R. ?Leer? S¨ª, le¨ªamos los peri¨®dicos que nos tra¨ªan las naves de abastecimiento una vez al mes. A bordo de la estaci¨®n hay tambi¨¦n una biblioteca y he le¨ªdo algunos relatos, pero ni siquiera me acuerdo de cu¨¢les. La verdad es que no me gustaba dedicar el tiempo a la m¨²sica o a la lectura. Son cosas que siempre se pueden hacer en tierra, mientras que all¨¢ arriba prefieres dedicarte a lo que s¨®lo puedes hacer en el espacio. Mirar la Tierra, y el oc¨¦ano Le quiero decir una cosa. Entre el primer vuelo y el segundo he pasado en el espacio un a?o. y tres meses y no me he cansado de, mirar la Tierra. P. Usted ha estado en ¨®rbita 312 d¨ªas. ?Ha habido alg¨²n momento en el que haya pensado que no iba a resistir, que no iba avolver a la Tierra
R. Un deportista entrenado calcula sus propias fuerzas de manera que pueda llegar a la meta al final de la carrera. En este sentido, he tenido alg¨²n problema., es cierto, porque calculaba sobre una distancia que luego fue el doble. Ten¨ªa que haber estado en el espacio cinco meses, pero quien me ten¨ªa que sustituir no estaba bastante preparado y me doblaron el periodo. Pero, por suerte, no me lo dijeron en el ¨²ltimo momento: el lanzamiento fue en mayo, y en julio ya sab¨ªa que volver¨ªa 10 meses despu¨¦s. Y consegu¨ª distribuir las fuerzas, tanto f¨ªsica como psicol¨®gicamente.
P. Usted es el ¨²nico cosmonauta que ha partido de un pa¨ªs, de una ¨¦poca, y que ha vuelto a otra. ?C¨®mo ha vivido el hundimiento de la Uni¨®n Sovi¨¦tica?
R. Tambi¨¦n Alexander Volkov, que sustituy¨® a Artsebarski en octubre, sali¨® de la URSS cuando todav¨ªa era presidente Gorbachov. Cierto que ya se ve¨ªa que la desintegraci¨®n del pa¨ªs era imparable. Comprendimos que la vieja Uni¨®n no pod¨ªa funcionar; por eso, cuando supimos que los presidentes de las tres rep¨²blicas eslavas declaraban que iban a crear la Comunidad, acogimos la noticia con alegr¨ªa. Pero hoy me resulta dif¨ªcil emitir un juicio. La Comunidad se deshace y a¨²n no estoy en condiciones de comprenderlo todo.
P. ?Cu¨¢les fueron sus primeras sensaciones una vez en la Tierra?
R. El aire. En la estaci¨®n el aire siempre est¨¢ limpio, pero es artificial. El que respiramos nada m¨¢s aterrizar es completamente diferente. Tambi¨¦n el azul del cielo. Durante 10 meses he vivido con luz artificial. Desde la estaci¨®n, el sol se ve muy poco porque ten¨ªamos cerradas las escotillas para que los micrometeoritos no da?aran los cristales. Y, mira por donde, nada m¨¢s llegar nos sientan con la cara hacia el sol: permanecemos sentados en los sapos de dormir y cerramos un ojo y luego el otro, sin conseguir ver nada. Pero daba igual, era agradable estar all¨ª sentados con la cara al sol, sin miedo a que nos quemara. En el espacio, si se abren las escotillas que dejan entrar la luz resulta peligroso. El sol pica mucho y quema la piel.La Stampa.
Traducci¨®n de Jos¨¦ Manuel Revuelta.
El miedo del golpe
Mientras Sergu¨¦i Krikaliov estuvo en el espacio, su ciudad natal cambi¨® el nombre de Leningrado por el de San Petersburgo. Su pa¨ªs vivi¨® una aut¨¦ntica revoluci¨®n.Pregunta. ?Consegu¨ªan estar informados de lo que suced¨ªa en la Tierra?
Respuesta. No pod¨ªamos saberlo todo, no recib¨ªamos todas las informaciones, pero tampoco se puede decir que estuvi¨¦ramos aislados. Tampoco es cierto que los contactos con la Tierra se redujeran. Durante estos ¨²ltimos meses, uno de los centros, el de Tblisi, permaneci¨®, cerrado, pero las restantes estaciones suplieron la deficiencia. Todo depend¨ªa de la ¨®rbita. Pueden producirse agujeros de algunas horas cuando la estaci¨®n no sobrevuela nuestro pa¨ªs, pero normalmente cada 90 minutos hab¨ªa un contacto. No obstante, sobre los grandes acontecimientos, como el golpe de Estado de agosto, ten¨ªamos una informaci¨®n completa.
P. ?C¨®mo acogi¨® la noticia del golpe?
R.La radio dio la noticia a las seis de la ma?ana, y a las nueve tuvimos una sesi¨®n de contacto. Tras algunos minutos de comunicaciones operativas nos dijeron: "Vamos'a transmitiros ahora una informaci¨®n importante". Esto nos puso de inmediato en alerta. El operador de servicio nos ley¨® las comunicaciones oficiales, sin ning¨²n comentario. Comprendimos que iban a llegar momentos dif¨ªciles y sentimos miedo de que pudieran cortarse los contactos con la Tierra. En aquellos momentos, mi compa?ero era Anatoli Artsebarski. Yo estaba convencido de que los soldados nunca disparar¨ªan contra la gente, aunque no exclu¨ªa la posibilidad de incidentes sangrientos. Fuimos siguiendo los acontecimientos, y cuando, al cabo de tres d¨ªas,, fracas¨® el golpe de Estado, sentimos gran alivio. Despu¨¦s supimos que tres personas hab¨ªan muerto bajo los carros de combate.
P. Entonces ?no desearon estar con su gente?
R. S¨ª, en aquellos momentos estar all¨¢ arriba, suspendido en el aire, fue terrible. Sab¨ªa que pod¨ªa suceder de todo. Pero aunque hubiese estado en Mosc¨², no hubiera sido m¨¢s que un hombre diluido entre la masa. Durante estos meses, mientras se agravaba la crisis econ¨®mica, yo he tratado de hacer mi trabajo lo mejor posible, de justificar con mi esfuerzo los enormes costes de la expedici¨®n. Para salir de la crisis, cada cual debe cumplir con su deber lo mejor que pueda. Yo he tratado de hacer mi parte.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.