El golpe electoral desconcierta a los partidos italianos
Los partidos pol¨ªticos italianos afrontan en silencio la fuerte resaca de unas elecciones que han supuesto para todos la experiencia in¨¦dita de la derrota en mayor o menor grado, cuando lo habitual en Italia era que ganaran todos. Su mundo se ha llenado de paradojas, como si el vuelco del sistema electoral proporcional, a impulsos de un voto de rechazo al que no estaban habituados, les hubiera trasladado, con Alicia, al otro lado del espejo. Y en ese terreno contradictorio, donde los accidentes deben ser interpretados bajo una luz nueva e incierta? conviene callar y meditar cada paso.
Arnaldo Forlani balbucea su disposici¨®n a dimitir y advierte que el pa¨ªs ha dejado de ser gobernable. Sin embargo, la Democracia Cristiana, el partido del que es secretario general, queda con una cuota electoral reducida, pero no despreciable, de casi el 30%, y una distancia considerablemente aumentada frente al segundo partido, que ahora es el Democr¨¢tico de la Izquierda (PDS, ex comunista). Con s¨®lo un 2% de los votos, Antonio Cariglia, secretario del Partido Socialdem¨®crata, ha hablado durante d¨¦cadas como si fuera la quintaesencia del Estado. Y sigue haci¨¦ndolo.Forlani no tiene siquiera en cuenta que la fragmentaci¨®n del voto ha incrementado las posibilidades matem¨¢ticas de formar nuevas coaliciones, y es l¨®gico que no lo haga, porque lo que el electorado ha expresado en primer lugar es un rechazo por la gobernabilidad basada en acuerdos huecos entre partidos. Se discute, adem¨¢s, si la DC, que hab¨ªa logrado reunir a sectores de izquierda, derecha y centro bajo la bandera conservadora del catolicismo, no ha dejado de tener sentido tras la ca¨ªda del comunismo. Pero el descenso de esta formaci¨®n no ha favorecido claramente una alternativa de oposici¨®n y es, por ello, el dato imprevisto que ha consagrado la derrota de todos.
Pobres resultados
El l¨ªder socialista, Bettino Craxi, ya ha dicho que, con los pobres resultados que ha obtenido su partido, no se puede pretender que ¨¦l haga ninguna oferta de Gobierno. Achille Occhetto, a¨²n aferrado al argumento de que el 16% del PDS no es tan malo, afirma asimismo que a ¨¦l le corresponde esperar propuestas y ver si se puede llegar a alg¨²n acuerdo program¨¢tico.En cuanto a los dos ¨²nicos claros vencedores -el l¨ªder de la Liga del Norte, Umberto Bossi, y su ant¨ªtesis en el Sur, Leoluca Orlando, que ha barrido en Palermo a los democristianos- tienen tan concentradas geogr¨¢ficamente sus modestas fuerzas que la ¨²nica propuesta que pueden hacer es pedir que se anticipen las elecciones municipales.
Lo normal en estas condiciones es que los grandes partidos inicien unos arreglos internos de cuentas. El m¨¢s expuesto en ese proceso es Forlani, y a continuaci¨®n Craxi, ¨¦ste no tanto por los resultados de su partido como porque jam¨¢s previ¨® una nueva mayor¨ªa que dependiera de su alianza tradicional con los democristianos. Occhetto, al menos, se encuentra frente a un campo de juego inesperadamente ampliado. Los que parecen mejor colocados para abrir la partida del nuevo Gobierno son el presidente de la Rep¨²blica, Francesco Cossiga, responsable del desastre electoral seg¨²n los democristianos, y el presidente del Gobierno, Giulio Andreotti. El primero se re¨²ne hoy en Washington con George Bush, presidente de EE UU. El segundo ya ha dado a entender que ninguna situaci¨®n puede provocarle p¨¢nico.
La reforma de la ley electoral y la crisis econ¨®mica son los dos grandes temas que centrar¨¢n el debate. Sobre el primero cabe un acuerdo DC-PDS para introducir el sistema mayoritario y celebrar nuevas elecciones que corrijan la fragmentaci¨®n del actual Parlamento. Pero la resistencia de los partidos que han logrado perforar el muro de la mayor¨ªa con el sistema proporcional y de los que, como el PSI, se han mantenido fuertes en ella gracias al mismo procedimiento, es tan grande que parece imposible que el proyecto prospere.
El eje DC-PSI ser¨ªa, en cambio, dominante en el debate de los problemas econ¨®micos. Sin embargo, no es cre¨ªble que Italia llegue a controlar su enorme d¨¦ficit p¨²blico ni a aplicar las medidas de emergencia que la situaci¨®n requiere si elude la reforma del sistema pol¨ªtico.
Lo m¨¢s probable es que los esfuerzos se encaminen hacia un Gobierno DC-PSI-PDS, presidido nuevamente por Andreotti, el mayor colector personal de consensos, que dejar¨ªa la jefatura del Estado a un Craxi debilitado. El problema de esa negociaci¨®n complicada son los plazos, 'por dos razones: la situaci¨®n econ¨®mica no admite demoras y el fin del mandato de Cossiga, el pr¨®ximo 3 de julio, plantea la perspectiva de un bloqueo institucional, que en Italia se denomina ingorgo (atasco).
Al presidente de la Rep¨²blica le corresponde encargar y dirigir las negociaciones para la formaci¨®n del nuevo Gabinete. Por otra parte, no es probable que los partidos se pongan de acuerdo sobre qui¨¦n suceder¨¢ a Cossiga sin haber llegado antes a una soluci¨®n para el Ejecutivo. Si este ¨²ltimo debate se prolongara, Italia podr¨ªa encontrarse en julio sin presidente de la Rep¨²blica y sin Gobierno. La salida del atasco ser¨ªa, en ese caso, imprevisible.
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