El hijo del trapecista se queda con el circo
Major introducir¨¢ el acuerdo y las preocupaciones sociales en el conservadurismo brit¨¢nico
![Enric Gonz¨¢lez](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fe19959f9-1b77-4fa4-b4c9-ad9c27d18ec2.png?auth=cc48cfeca3c4fa713d7e16fc9e97f765f78a2bc782edcbaf28750ab1efa9f6c0&width=100&height=100&smart=true)
El fantasma de Margaret Thatcher desapareci¨® ayer para siempre de Downing Street. "Ahora puedo aceptar que el pa¨ªs me ha elegido a m¨ª, por derecho propio, como primer ministro", proclam¨® John Major. Su mandato ya no proced¨ªa de una intriga palaciega, sino de unas elecciones formidablemente disputadas y vencidas de forma espectacular. Sus primeras palabras tras la victoria subrayaron que el thatcherismo ha pasado a la historia: "Tendremos en cuenta los intereses de toda la gente de este pa¨ªs cuando preparemos las nuevas leyes", dijo. El sectarismo y la agresividad de Thatcher han sido definitivamente sustituidos por la moderaci¨®n y la voluntad de consenso que caracterizan a Major.
Margaret Thatcher era hija de un tendero adinerado, y su personalidad reflejaba sus or¨ªgenes: clase media calvinista, obsesionada por el trabajo y el ¨¦xito, escrupulosa hasta el l¨ªmite con el dinero y enemiga de las deudas. John Major es hijo de un equilibrista circense que intent¨® prosperar fabricando enanos de piedra, y se arruin¨®: clase media venida muy a menos, so?adora, preocupada por las peque?as necesidades de cada d¨ªa y sabedora de que a veces no basta con administrarse bien. "Hay que haber conocido la sensaci¨®n de quedarse sin un penique a mitad de mes", dice con frecuencia Major.Los laboristas hicieron del Servicio Nacional de la Salud (NHS) una de sus principales armas en la pasada campa?a. Y, sin embargo, Major siempre ha proclamado su inter¨¦s en preservar y mejorar el NHS.
El mismo ha sido toda su vida un usuario de la medicina p¨²blica. Ayer asegur¨® que el NHS "no ser¨¢ privatizado, ni ahora ni en ning¨²n momento. Continuaremos protegi¨¦ndolo como un servicio gratuito y disponible para toda aquella persona que lo necesite".
Uno de los ministerios que cambiar¨¢n de titular ser¨¢, muy probablemente, el de la Salud. William Waldegrave, ministro hasta ahora, es identificado por el p¨²blico como un defensor de la privatizaci¨®n parcial. Adem¨¢s, sus escasas intervenciones electorales fueron muy desafortunadas.
Major podr¨ªa optar por situar a un aut¨¦ntico peso pesado, Michael Heseltine (el hombre que le habr¨ªa sustituido en caso de derrota) al frente del Ministerio de la Salud. Aunque Heseltine suena tambi¨¦n como canciller del Exchequer (ministro de Finanzas), puesto en el que sustituir¨ªa al tristemente c¨¦lebre Norman Lamont, el hombre que pregona el fin de la recesi¨®n econ¨®mica desde hace 16 meses.
Major afirm¨® ayer que el primer objetivo de su nuevo gobierno ser¨¢ salir de la recesi¨®n. "Cuando lo consigamos, podremos empezar a extender la igualdad de oportunidades y la libertad de elecci¨®n que han de marcar la diferencia en la vida de la gente", dijo.
Un hombre sin carrera
A la libertad de elecci¨®n del thatcherismo, Major ha a?adido la igualdad de oportunidades. No es extra?o en un hombre que estudi¨® en la escuela p¨²blica, que no curs¨® ninguna carrera universitaria e intent¨® conseguir -sin ¨¦xito- un empleo como conductor de autob¨²s.
Major empez¨® de la nada y ha aprovechado con extraordinaria habilidad las pocas oportunidades que se le han presentado. Ha recorrido, en 30 a?os, el largo camino que separaba su escritorio de la City, donde trabajaba como contable hasta el despacho en el n¨²mero 10 de Downing Street.
John Major piensa descansar este fin de semana, e inmediatamente despu¨¦s empezar¨¢ a trabajar en la renovaci¨®n de su gobierno. Ya no tendr¨¢ que hacer equilibrios para contentar a nadie.
Problemas cotidianos
El es el nuevo jefe, avalado por una victoria que ni los m¨¢s optimistas de entre los suyos esperaban. Podr¨¢ al fin concentrarse en los asuntos que m¨¢s le preocupan, que no son precisamente las grandes cuestiones macroecon¨®micas ni la pol¨ªtica internacional, sino los problemas cotidianos del ciudadano medio.
Para empezar, su gobierno contar¨¢ con dos nuevos ministerios. Uno ser¨¢ el encargado de desarrollar su proyecto m¨¢s querido, la Carta de los Ciudadanos, la inconcreta declaraci¨®n presentada en julio pasado con el objetivo de proteger los derechos individuales frente a los abusos de las grandes compa?¨ªas y del estado. Se trata de un esbozo confuso, que mezcla la puntualidad de los trenes con las huelgas y los malos tratos a los ni?os, pero Major est¨¢ dispuesto a darle forma y convertirlo en el n¨²cleo de su pol¨ªtica.
El segundo nuevo ministerio se dedicar¨¢ a mejorar el transporte p¨²blico en Londres, deteriorado tras largos a?os de recortes presupuestarios thatcheristas. Hasta el d¨ªa antes de suceder a Margaret Thatcher, el 26 de noviembre de 1990, Major frecuentaba los McDonald's londineses y se desplazaba en metro. Cuando habla de la suciedad en los vagones, de los retrasos, de la miseria en las calles y de la pobreza, nunca suena a demagogia. Al contrario. Suena muy sincero.
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