John Major logra un sorprendente cuarto mandato conservador con mayor¨ªa absoluta en el Reino Unido
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John Major venci¨® a los laboristas, las encuestas y el pesimismo de su propio partido. Su ¨¦xito electoral no tiene precedentes en este siglo. El hombre sin carisma, la gran esperanza gris, se hizo con una mayor¨ªa absoluta de 10 esca?os que concede a los conservadores su cuarto mandato consecutivo. Major, un hombre poco dado a las grandes frases, no se dej¨® llevar por el entusiasmo: "Es bonito volver a casa. Estoy muy complacido con el resultado", dijo a sus extasiados seguidores. La cruz de la noche estaba hincada en las filas laboristas. Neil Kinnock, el gran derrotado, empezaba a pensar en su retirada.
John Major, con 51 a?os, representa ahora el futuro de la pol¨ªtica brit¨¢nica. Neil Kinnock, con s¨®lo uno m¨¢s, 52, se ha convertido en un fantasma del pasado. Kinnock inici¨® su largo adi¨®s ya el viernes de madrugada. "Me siento orgulloso de ser brit¨¢nico", exclam¨® con voz quebrada, "y de servir a mi pa¨ªs". Ante el umbral de su casa, Kinnock dio las gracias a sus votantes -el 34,8% del electorado, que le dio 271 esca?os, 42 m¨¢s que en 1983- y pidi¨® que el partido se mantuviera unido. Con el aspecto de un hombre hundido, cerr¨® la puerta. No volvi¨® a ser visto en p¨²blico. A primera hora de la tarde, el Partido Laborista emiti¨® un comunicado de su l¨ªder. Kinnock dec¨ªa estar "reflexionando tras la derrota" y anunciaba que el lunes har¨ªa saber sus decisiones. La palabra dimisi¨®n flotaba entre cada frase. Los ¨¢nimos laboristas estaban hundidos ante la perspectiva de cinco a?os m¨¢s en la oposici¨®n, que elevar¨¢n la suma total a 18.
En Smith Square, sede de los conservadores, nadie consegu¨ªa borrarse la sonrisa de la cara. Los 336 esca?os (40 menos que en 1987) daban una mayor¨ªa de 10 parlamentarios, es la menor registrada desde 1954, pero sab¨ªa a gloria por las condiciones en que se hab¨ªa producido.
Las abiertas cr¨ªticas al liderazgo de John Major, proferidas cuando las encuestas pronosticaban un desastre, se convirtieron en paneg¨ªricos tras el veredicto de las urnas: el 42,4% de los votos.
La impresi¨®n reinante entre los analistas era que en el milagro del 9 de abril ten¨ªa mucho que ver la pol¨ªtica fiscal de ambos partidos. Al entrar en la cabina, los votantes se palparon la cartera y pensaron en la subida de impuestos que propon¨ªan los laboristas. El Partido Conservador, en cambio, quer¨ªa rebajarlos. Casi un 10% de los votantes cambiaron de intenci¨®n en las ¨²ltimas 24 horas. Major-Clark Kent, el de la campa?a electoral sin atractivo, se convirti¨® en Major-Superman, el poderoso sucesor del fen¨®meno Thatcher.
Para Paddy Ashdown, de 52 a?os, l¨ªder de los liberaldem¨®cratas, la m¨¢gica noche del 9 de abril transcurri¨® en sentido contrario: al abrirse las urnas era el ¨¢rbitro de la pol¨ªtica brit¨¢nica, el hombre m¨¢s influyente de un Parlamento minoritario; cuando los votos estuvieron contados, volvi¨® a ser el tercero en discordia, el diputado que habla a los esca?os vac¨ªos, el pol¨ªtico honrado pero insignificante.
Los otros vencidos eran los t¨¦cnicos en sondeos de opini¨®n. Nunca las encuestas se hab¨ªan equivocado tanto tantas veces. Ninguna de las 50 de nivel nacional efectuadas durante la campa?a fue capaz de atisbar, ni siquiera un poco, las aut¨¦nticas intenciones del electorado.
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