La convergencia plantea conflictos en toda Europa
Cuatro meses despu¨¦s de la cumbre de Maastricht, los Gobiernos de las pa¨ªses de la CE y sus ciudadanos, est¨¢n empezando a comprobar que la convergencia de las econom¨ªas de los Doce traer¨¢ m¨¢s problemas de los previstos. Una cosa son los grandes acuerdos, y otra muy distinta la puesta en pr¨¢ctica de los programas concretos. El rechazo social al plan espa?ol -sin duda, el m¨¢s llamativo hasta la fecha- se est¨¢ encontrando con pol¨¦micas similares en otros Estados comunitarios. Grecia, Portugal e Italia tendr¨¢n que realizar un esfuerzo mayor que Espa?a, e incluso algunos pa¨ªses ricos, como el Reino Unido y Alemania, se enfrentar¨¢n a serios ajustes econ¨®micos hasta 1997.
El clima de conflictividad y rechazo social que se ha creado en Espa?a en las ¨²ltimas semanas se extender¨¢ por buena parte de los pa¨ªses europeos a medida que vayan sellando sus compromisos de convergencia en la Comisi¨®n Europea. ?sa es, al menos, la opini¨®n de los expertos econ¨®micos consultados por este peri¨®dico sobre el esfuerzo que deber¨¢n realizar los Doce de aqu¨ª a 1997 para lograr cumplir los compromisos de Maastricht. Hasta la fecha, Bruselas tan s¨®lo ha recibido tres programas de convergencia -Irlanda, Portugal e Italia-, adem¨¢s de un plan de saneamiento de Grecia y los primeros anuncios de reformas del Reino Unido y Espa?a. De ellos, tan s¨®lo Irlanda ha presentado un programa negociado con los partidos pol¨ªticos, sindicatos y empresarios.Los planes de convergencia conocidos hasta el momento s¨®lo tienen un elemento en com¨²n: no se parecen en nada. Cada pa¨ªs ha adaptado esta exigencia de la cumbre de Maastricht a sus propias necesidades y conveniencias y lo est¨¢ planteando de acuerdo a sus especiales circunstancias pol¨ªticas y sociales. El a?o 1992 es un a?o electoral en los cuatro pa¨ªses ricos de la CE -Francia, Alemania, el Reino Unido e Italia-, y los comicios han afectado al calendario y a los propios planteamientos de sus pol¨ªticas econ¨®micas. Adem¨¢s, el retraso del proyecto de cohesi¨®n endurece a¨²n m¨¢s el proceso de adaptaci¨®n de los Estados m¨¢s pobres, que necesitan esos fondos para suplir los recortes del gasto p¨²blico. Es precisamente en los Estados del sur de Europa -junto a B¨¦lgica y otros pa¨ªses que deben afrontar un duro ajuste en el sector p¨²blico- en donde los expertos prev¨¦n mayor conflictividad social.
Ante estas perspectivas -y ayudado por el propio clima de tensi¨®n de largos meses de enfrentamiento-, el plan de convergencia presentado en d¨ªas pasados por Carlos Solchaga se ha encontrado con la oposici¨®n frontal de los sindicatos y de la mayor¨ªa de las fuerzas pol¨ªticas espa?olas. Aparentemente, ese rechazo se ha producido s¨®lo en nuestro pa¨ªs. Sin embargo, la mayor¨ªa de los Estados que tienen que realizar duros ajustes estructurales de aqu¨ª a 1997 han empezado a registrar ya enfrentamientos de diverso signo. Las fuerzas sociales no han intervenido todav¨ªa en el resto de la CE, pero s¨ª los partidos pol¨ªticos, que est¨¢n forzando la negociaci¨®n previa a la presentaci¨®n de los planes respectivos.
Irlanda es el pa¨ªs que mejor est¨¢ cumpliendo sus compromisos europeos. Su "programa de progreso econ¨®mico y social" recoge en un centenar de folios hasta los m¨¢s m¨ªnimos detalles de lo que ser¨¢ su pol¨ªtica econ¨®mica en la d¨¦cada de los noventa. El plan irland¨¦s lo tiene todo, incluso un duro pacto de rentas por el que los sindicatos se comprometen a negociar subidas salariales inferiores al 4% hasta 1994. El plan especifica desde qu¨¦ se har¨¢ con los homeless (mendigos) hasta cu¨¢l es la l¨ªnea a seguir en la reforma penal. Es, m¨¢s all¨¢ de un plan de convergencia para lograr los cuatro requisitos de Maastricht, un detallado programa de gobierno consensuado con el Parlamento y las fuerzas sociales. Irlanda es, por ahora, el ¨²nico pa¨ªs comunitario -excluidos los que ya cumplen los requisitos de Maastricht- que se ha asegurado una evoluci¨®n pac¨ªfica hacia la convergencia.
Por su parte, Italia carece de un verdadero plan y resulta dif¨ªcil vaticinar cu¨¢ndo llegar¨¢ a tenerlo, ya que los fragmentados
resultados de las elecciones generales del pasado domingo han dejado al pa¨ªs sin un calendario pol¨ªtico preciso, informa Peru Egurbide. Sin embargo, Italia es, junto a Grecia y Portugal, el pa¨ªs que m¨¢s se desv¨ªa de los cinco mandamientos de Maastricht. Por eso quiz¨¢, el ministro del Tesoro, Guido Carli, present¨® el pasado mes de octubre en Bruselas un programa que se refiere s¨®lo al periodo 1992-1994 y es anterior a la formulaci¨®n de los cinco mandamientos comunitarios. El plan como tal no ha sido discutido por el Parlamento, m¨¢s que indirectamente en la medida que ha inspirado ya la redacci¨®n de los presupuestos de este a?o.Carli, el ¨²nico ministro que se angustia con el problema, ni siquiera ha salido elegido diputados en estas elecciones, lo que, unido a su ya elevada edad, parece indicar que no tendr¨¢ un nuevo mandato. No obstante, la prensa asegura que trabaja intensamente en el plan de convergencia que el nuevo Parlamento deber¨¢ discutir junto con los acuerdos de Maastricht, a¨²n no ratificados. Un debate que promete ser conflictivo a la vista del descalabro electoral del pentapartido.
Cavaco no tiene oposici¨®n
El plan de Portugal es una combinaci¨®n de pol¨ªticas econ¨®micas y estructurales para modernizar la econom¨ªa portuguesa. An¨ªbal Cavaco Silva aprovech¨® la crisis pol¨ªtica de los partidos de la oposici¨®n portuguesa para presentar su plan sin consenso -ni siquiera consulta-, e incluso para entrar en el Sistema Monetario Europeo (SME). Como primera medida, el Gobierno portugu¨¦s se ha garantizado, en su plan de convergencia, la posibilidad de adoptar medidas correctoras cada vez que el gasto p¨²blico se desv¨ªe de lo presupuestado. Otra medida de gasto p¨²blico prevista en el plan es la redistribuci¨®n de ¨¦ste a favor de educaci¨®n y sanidad, con el coste de recortar en otras ¨¢reas. El plan portugu¨¦s tambi¨¦n apuesta por una redistribuci¨®n del gasto del Gobierno central hacia la Seguridad Social y los gobiernos locales.
El grado de autoexigencia portugu¨¦s, sin embargo, no pasa por la fijaci¨®n de un cuadro macro para los pr¨®ximos a?os. El Gobierno del pa¨ªs vecino ha optado por la exposici¨®n de cu¨¢l puede ser la evoluci¨®n media de la econom¨ªa en ese periodo, quiz¨¢ porque es preferible acertar aproximadamente que equivocarse en todo.
El Reino Unido, por ¨²ltimo, se mantiene en su estilo especial al afirmar que su pol¨ªtica econ¨®mica interna cumple de sobra los objetivos de convergencia. Despu¨¦s, para dar pistas, a?ade que las pol¨ªticas b¨¢sicas ser¨¢n la estabilidad cambiarla dentro del Sistema Monetario Europeo, el control de la cantidad de dinero en circulaci¨®n y una pol¨ªtica fiscal que persiga el equilibrio presupuestario a medio plazo. Antes de su ¨¦xito electoral, el primer ministro brit¨¢nico, John Major, plante¨® su programa dentro de los presupuestos y sin contar con la opini¨®n de la oposici¨®n nide los sindicatos, a los que los conservadores han infligido un duro castigo durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas. Los laboristas s¨ª anunciaron durante la campa?a electoral un cambio en la pol¨ªtica comunitaria y es previsible que se enfrenten a los planteamientos de convergencia de Major.
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