Prevenir accidentes
EL TR?FICO de la ¨²ltima Semana Santa fue menos sangriento que el de las tres anteriores pero su balance final en v¨ªctimas mortales -151 muertos en 120 accidentes- contribuy¨® a la tragedia que cada a?o se representa en las carreteras espa?olas. La de 1991 afect¨® de manera irreversible a las vidas de 6.797 personas -m¨¢s o menos las mismas que se viene cobrando en los ¨²timos a?os-, habitantes de esa peque?a ciudad que se nos muere todos los a?os por causa del tr¨¢fico, en expresivas palabras del ministro del Interior, Jos¨¦ Luis Corcuera.Para evitar que este derroche en vidas humanas se instale como un hecho fatal en la conciencia de los espa?oles el Ministerio del Interior se dispone a aplicar el nuevo Reglamento de Circulaci¨®n, que desarrolla la Ley de Seguridad Vial, vigente desde hace dos a?os. La presentaci¨®n del nuevo reglamento, que entrar¨¢ en vigor el pr¨®ximo d¨ªa 15 de junio, y el inicio de la campa?a para su divulgaci¨®n no han podido ser m¨¢s oportunos: cuando millones de automovilistas preparan su desplazamiento, o lo hacen en estos momentos, por las carreteras espa?olas aprovechando los d¨ªas de asueto de Semana Santa.
Si existe un ¨¢mbito en el que est¨¢n justificadas las pol¨ªticas de prevenci¨®n por parte de los poderes p¨²blicos, ¨¦ste es el de, la carretera. De ah¨ª el acierto de repartir entre los 15 millones de automovilistas espa?oles otros tantos folletos con las principales novedades del nuevo reglamento y con consejos pr¨¢cticos sobrela conducci¨®n. El coste social y econ¨®mico de los accidentes de tr¨¢fico es incalculable. Todo el esfuerzo que se haga para reducirlo ser¨¢ siempre poco. Los periodos de descanso laboral, como el que ahora se inicia con las vacaciones de Semana Santa, con su ¨¦xodo masivo y con el aumento de los riesgos normales de la conducci¨®n, hacen especialmente acuciante la adopci¨®n de medidas preventivas. Pero la prevenci¨®n debe consistir en algo m¨¢s que en advertir al conductor con lemas del g¨¦nero de no corra, que es peor, blandiendo ante ¨¦l las aspectos m¨¢s represivos de la legislaci¨®n vial.
Adem¨¢s de los represivos -el ministro del Interior anunci¨® que en 1991 se expedienta a 195.020 conductores con la retirada del carn¨¦ de conducir- existen en la legislaci¨®n otros aspectos que van m¨¢s all¨¢ de la expeditiva filosof¨ªa de multar para sobrevivir y cuyo adecuado desarrollo tendr¨ªa saludables efectos preventivos. Se echa en falta, por ejemplo, una mayor iniciativa de los agentes en la regulaci¨®n viaria. En su actuaci¨®n sigue primando una concepci¨®n est¨¢tica y pasiva de control y de vigilancia del tr¨¢fico -por ejemplo, la instalaci¨®n de radares m¨®viles camuflados- que parece buscar m¨¢s bien objetivos recaudatorios y estad¨ªsticos que la fluidez circulatoria. La Ley de Seguridad Vial atribuye a la Administraci¨®n la prestaci¨®n de asistencia sanitaria en las v¨ªas p¨²blicas o de uso p¨²blico. ?sta es de vital importancia para salvar vidas y evitar lisiados tras los accidentes. Pero no ha superado a¨²n el estadio de los ensayos. La asistencia sanitaria en estos casos sigue recayendo en manos de personas voluntariosas pero profesionalmente poco preparadas. Las estad¨ªsticas muestran que despu¨¦s de un accidente el 85% de las v¨ªctimas est¨¢n vivas en los primeros cinco minutos, y s¨®lo el 65% a los 20. Con una atenci¨®n m¨¦dica especializada urgente el n¨²mero de heridos que recuperan una ¨®ptima funcionalidad es de un 72%. Este porcentaje cae a un 20% cuando esa atenci¨®n m¨¦dica no se presta.
Si se quiere evitar que cada uno de los ¨¦xodos vacacionales se convierta en un ensayo general con muertos no basta con aplicar la ley s¨®lo en sus aspectos represivos para el conductor, incluso para el que forma parte de esa minor¨ªa del 15% que se mofa por principio de las normas de tr¨¢fico y convierte su veh¨ªculo en una bomba rodante en carretera. Debe cumplirse en todos sus t¨¦rminos, incluidos los que incumben a la Administraci¨®n.
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