Encrucijada peruana
EL RETORNO a Lima del vicepresidente San Rom¨¢n con el prop¨®sito anunciado de jurar su cargo como presidente constitucional -una vez que una mayor¨ªa de los diputados ha votado la destituci¨®n de un Fujimori convertido en dictador por su propia voluntad ha creado en Per¨² una situaci¨®n completamente nueva y de la que hay pocos precedentes en la historia. Los decretos de Fujimori no han logrado disolver de modo efectivo la C¨¢mara de Diputados ni el Senado: los parlamentarios se han reunido en otras sedes y siguen encarnando la legalidad constitucional frente a un poder de hecho que cuenta sobre todo con el Ej¨¦rcito y la polic¨ªa para que sus ¨®rdenes sean cumplidas. La polic¨ªa ha requisado sus pasaportes al vicepresidente San Rom¨¢n y a su esposa, y ha impedido su encuentro con los diputados en el aeropuerto. Vejaciones absurdas: poco despu¨¦s se reun¨ªa en su casa con los diputados y se dirig¨ªa al pa¨ªs. Su condena del golpe, sus acusaciones contra Fujimori, encontraban amplio eco en los medios de comunicaci¨®n.?Hasta cu¨¢ndo durar¨¢ esta extra?a cohabitaci¨®n del golpe y de la legalidad? En dos semanas, Fujimori ha cambiado de lenguaje. Ha arrinconado su altaner¨ªa de los primeros d¨ªas, cuando lanzaba contra la C¨¢mara las m¨¢s duras acusaciones. Ahora habla de di¨¢logo con todas las fuerzas. Quiere dar la impresi¨®n de que respeta las libertades. La prensa puede publicar cr¨ªticas contra ¨¦l. El mismo hecho del retorno de San Rom¨¢n despu¨¦s de haber denunciado el golpe ante la OEA y ante el Gobierno de EE UU, y de haber proclamado que su plan es restablecer la legalidad conculcada por un presidente perjuro que ha violado la Constituci¨®n, es una prueba de la debilidad de Fujimori. ?ste ha pasado de su ofensiva arrogante de los primeros d¨ªas a una actitud defensiva.
Mucho depende, en esta situaci¨®n compleja, de la actitud de las Fuerzas Armadas. Desde el inicio del golpe, los altos mandos de las Fuerzas Armadas apoyaron a Fujimori y los militares fueron utilizados en la censura de prensa y en la adopci¨®n de otras medidas represivas. Muchos oficiales pensaron que se volv¨ªa a un sistema de dictadura militar, con los privilegios que ellos siempre han obtenido de experiencias de ese g¨¦nero. Sin embargo, San Rom¨¢n ha hecho p¨²blico -antes de volver a Lima- que varios altos jefes le han animado en su empresa de devolver la constitucionalidad al pa¨ªs. No hay duda de que existen discrepancias en las Fuerzas Armadas.
Pero el hecho m¨¢s significativo ha sido el fracaso total que Fujimori ha sufrido en el plano internacional. Nadie le ha apoyado. La actitud de EE UU ha sido particularmente neta en contra suya. El secretario de Estado, James Baker, ha comentado el caso peruano diciendo: "No se destruye la democracia para salvarla". Al mismo tiempo -y ello debe hacer reflexionar a militares y civiles en Per¨²- EE UU ha anunciado restricciones en la ayuda econ¨®mica si no se restablece la democracia. Por su parte, la OEA parece haber actuado sobre todo con vistas a enviar una delegaci¨®n a Lima, cuya presencia deber¨¢ coincidir, ma?ana, con la jura por San Rom¨¢n del cargo de presidente constitucional. La diferencia entre los casos de Hait¨ª y Per¨² cobra as¨ª gran significaci¨®n: la legalidad, con San Rom¨¢n, est¨¢ ya en Lima, no en el extranjero en espera de que los militares acepten su retorno. La situaci¨®n peruana se acerca a momentos decisivos. O Fujimori toma medidas represivas duras -y quiz¨¢ sea demasiado tarde- o la presi¨®n internacional e interior pueden obligarle a retroceder y a abandonar su proyecto antidemocr¨¢tico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.