"S¨®lo con una bomba nos sacan de aqu¨ª"
La viuda de un guardia civil mutilado se libra del desahucio gracias a los vecinos
Dos agentes judiciales llegaron ayer, pasadas las 9.30, a la calle de Sotomayor, n¨²mero 13. Deb¨ªan desahuciar a Julia L¨®pez G¨®mez, de 66 a?os, viuda de un guardia civil, de la casa donde vive desde hace un cuarto de siglo. Los funcionarios no pudieron cumplir su cometido. Setenta vecinos les impidieron acercarse al portal, que estaba cerrado con un candado. Las normas del Patronato de Viviendas de la Guardia Civil son taxativas: los jubilados y las viudas deben abandonar los pisos. "Hemos ido dando tumbos por media Espa?a con sueldos de miseria y ahora nos ponen en la calle", responden los afectados. "?Ad¨®nde nos vamos con la pensi¨®n que nos queda?".
Las vecinas de los portales impares de la calle de Sotomayor, mujeres y viudas de guardias civiles, fueron ayer m¨¢s tarde a la compra. Las dos primeras horas de la ma?ana las dedicaron a hacer guardia ante el n¨²mero 13. Julia, la viuda del 3? B, iba a ser desalojada de su vivienda. Pero los agentes judiciales tendr¨ªan que pasar por encima de sus combativos cad¨¢veres. Pusieron un candado en la puerta y se api?aron, desafiantes, en la acera.No era la primera vez. Los inquilinos de los bloques llevan un a?o impidiendo desahucios de viudas y jubilados. Las viviendas, destinadas a guardias civiles en activo, est¨¢n gestionadas por el Patronato de Viviendas del cuerpo. Y las cl¨¢usulas son claras: a la jubilaci¨®n o muerte del arrendatario, deben quedar vac¨ªas.
?se fue el aviso que recibi¨® Julia hace cuatro a?os, un mes despu¨¦s de la muerte de su marido, caballero mutilado. Antes de un a?o ten¨ªa que dejar su vivienda. Como otros vecinos, Julia recurri¨® a los tribunales, que fallaron a favor del patronato. Hace cuatro meses lleg¨® la primera orden de desahucio. Un certificado m¨¦dico que indicaba que la mujer se encontraba en estado de "estr¨¦s nervioso" la salv¨®. En esta ocasi¨®n han sido sus vecinos.
Los inquilinos creen que esta medida es injusta. Esgrimen razones legales: a las cl¨¢usulas del patronato anteponen la Ley de Arrendamientos Urbanos, que prev¨¦ la subrogaci¨®n de la vivienda para la viuda. "Son casas militares, pero con contrato de alquiler, privado. Pagan los gastos de mantenimiento y la contribuci¨®n urbana, como todo el mundo", explica Pedro Noya, hijo de Julia.
Tampoco faltan las razones humanitarias: "Es una cuesti¨®n de justicia social. Hemos recorrido Espa?a con los muebles a cuestas, y ahora nos tratan a zapatillazos", protestan. "?Ad¨®nde nos vamos, con las pensiones que tenemos?".
"No pas¨¢is"
Los dos agentes del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 52 se toparon con estos argumentos y con varias decenas de cuerpos robustos. "No pas¨¢is", les dijeron. "Si quieren echamos que manden a la ETA. S¨®lo con una bomba nos sacan de aqu¨ª". Las mujeres estaban dispuestas a no moverse. Son veteranas en estas lides. El verano pasado, cuando cercaron la casa de Te¨®filo Lafuente, retirado hace tres a?os, hubo carga policial. Los antidisturbios, seg¨²n cuenta Te¨®filo, no salieron bien parados. "Hubo ocho heridos. Las mujeres les retorcieron sus partes".
Los afectados se sienten discriminados respecto a los miembros de las Fuerzas Armadas: un decreto del Ministerio de Defensa permite que las actuales viudas y jubilados puedan seguir habitando las viviendas militares hasta su muerte. La Guardia Civil est¨¢ a caballo entre dos ministerios. Dependen org¨¢nicamente de Defensa, pero funcionalmente de Interior. "Nos aplican el C¨®digo de Justicia Militar, pero luego no tenemos las ventajas del Ej¨¦rcito", protesta un vecino con un fino bigote, cuya forma requiere habilidades depuradas en el afeitado. Ahora han presentado en el Ministerio del Interior un escrito en el que piden una equiparaci¨®n al decreto de Defensa.
Mientras tanto, los vecinos se han organizado. Dolores Gonz¨¢lez, esposa de jubilado, que vive desde hace 25 a?os en el portal 1, se compr¨® un candado cuando la amenazaron con el desahucio. Ahora lo usan "cada vez que hay folclore". "Yo he vivido en el cuartel de Fuencarral, con mi hijo reci¨¦n nacido, sin agua ni luz. De ah¨ª no me quer¨ªan echar. Hemos pasado mucho mal", comenta Dolores.
Viviendas vac¨ªas
Los inquilinos creen que detr¨¢s del empe?o por cumplir las cl¨¢usulas hay intereses especulativos. "No quieren las viviendas para darlas a otros guardias civiles. Si no, ?por qu¨¦ ha cinco o seis viviendas vac¨ªas?".vecinos Las casas, dicen, se han revalorizado mucho. La zona es buena: entre las calles de General Mart¨ªnez Ibero y Guzm¨¢n el Bueno, cerca de la Ciudad Universitaria. "No pedimos las casas en propiedad", dice un jubilado. "Si quieren, que actualicen los alquileres", pero que nos dejen ocuparlas hasta la muerte, o que nos den otro sitio asequible".
A las diez, los agentes judiciales levantan acta y se marchan. Las mujeres vuelven a sus quehaceres. En su casa, Julia est¨¢ llorando. Esa noche no ha dormido. "No te preocupes, te acabas acostumbrando", la consuela Te¨®filo. Se siente acosada. "Tengo un miedo terrible a abrir la puerta, siempre pienso que es una orden o un telegrama". "Yo soy asesor fiscal, tengo una casa grande, no tengo hijos. Me podr¨ªa llevar a mi madre perfectamente", dice su hijo, Pedro. "Pero no es eso. Lo que tiene que cambiar es esta situaci¨®n".
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