Un relato p¨®stumo de Althusser describe el proceso que le llev¨® a la locura y a matar a su esposa
El fil¨®sofo marxista se crey¨® siempre un cobarde y un impostor
En mitad de la larga noche que comenz¨® el d¨ªa en que estrangul¨® a su mujer y termin¨® con su propia muerte, Louis Althusser escribi¨® un largo texto delque nadie tuvo conocimiento hasta hace unos meses. "He decidido dar explicaciones p¨²blicas para levantar la pesada losa sepulcral que reposa sobre m¨ª", escribi¨® el que hab¨ªa sido uno de los m¨¢s brillantes pensadores del siglo y hab¨ªa terminado encarnando el personaje del fil¨®sofo loco y homicida .Ese texto, El porvenir dura mucho tiempo, acaba de ser publicado en Francia por Stock. Es un documento estremecedor, de unas 250 p¨¢ginas escritas en la primavera de 1985 y escondidas hasta ahora, en el que se revela que Louis Althusser se crey¨® siempre un impostor.
Althusser muri¨® el 22 de octubre de 1990 en un asilo. Una enfermera le encontr¨® en su sill¨®n con la cabeza inclinada hacia adelante; un doctor certific¨® una parada cardiaca. Ten¨ªa 72 a?os y hab¨ªa vivido la ¨²ltima d¨¦cada en sucesivos hospitales, considerado por la medicina y la justicia como un loco. Ante casi todo el mundo hab¨ªa dejado de existir el d¨ªa del drama de la Rue d'Ulm. El domingo 16 de noviembre de 1980 amaneci¨® triste y gris, como suele ocurrir en Par¨ªs. Desde el final de la II Guerra Mundial, Althusser sufr¨ªa crisis depresivas, que se hab¨ªan multiplicado en los ¨²ltimos a?os. Su mujer y sus disc¨ªpulos explicaban las desapariciones provocadas por los tratamientos como retiros para meditar. Pero esa ma?ana de domingo, la verdad estall¨® cruelmente.
En el dormitorio del apartamento que ocupaba en la Escuela Normal Superior, en la Rue d'Ulm, Althusser comenz¨® a dar un masaje a H¨¦l¨¨ne, la mujer que compart¨ªa su vida desde hac¨ªa casi siete lustros. La escena, enmarcada por cortinas rojas y desgarradas, termin¨® cuando el fil¨®sofo recuper¨® la raz¨®n y comenz¨® a gritar: "?He estrangulado a H¨¦l¨¨ne!". En aplicaci¨®n del art¨ªculo 64 del C¨®digo Penal franc¨¦s, Althusser fue declarado irresponsable de su acto criminal. El tribunal consider¨® que hab¨ªa actuado en un estado de "confusi¨®n mental" y "delirio on¨ªrico".
Al profundo estupor de la comunidad intelectual siguieron los intentos de explicaci¨®n. ?C¨®mo un pensador reputado por su rigor y su racionalismo hab¨ªa podido matar a la mujer que amaba? Al estrangular a H¨¦l¨¨ne, dijeron unos, Althusser hab¨ªa pretendido desembarazarse simb¨®licamente de su madre. Otros sugirieron que lo que hab¨ªa pretendido eliminar era el peso aplastante del Partido Comunista. Los int¨¦rpretes de la derecha afirmaron que el dogmatismo marxista conduc¨ªa a los peores excesos: los campos de concentraci¨®n de Stalin el muro de Berl¨ªn y el crimen de Althusser.
La historia secreta
En El porvenir dura mucho tiempo, Althusser cuenta la historia secreta de su locura. El libro se abre con la ma?ana fatal en que mat¨® a su esposa. Y salta luego hacia atr¨¢s y nos recuerda su nacimiento, el 16 de octubre de 1918, en una casa forestal situada a 15 kil¨®metros de Argel. A partir de ah¨ª, hechos reales, deseos, alucinaciones e intentos de autopsicoan¨¢lisis van a entremezclarse en un relato en el que su autor cuenta c¨®mo ¨¦l vivi¨® las cosas: "Lo que he comprendido o cre¨ªdo comprender". Este testimonio est¨¢ colocado bajo el signo de la voluntad de sinceridad. Althusser rememora su infancia en la Argelia colonizada, los estudios secundarios en un instituto de Marsella, los deseos homosexuales sentidos desde la adolescencia y nunca materializados, su ardiente catolicismo juvenil, la movilizaci¨®n en septiembre de 1939, los a?os de cautiverio en un campo de concentraci¨®n alem¨¢n, los estudios en la Escuela Normal, su conversi¨®n en profesor de ese templo del saber franc¨¦s, el encuentro con H¨¦l¨¨ne Rytmann-Legotien un d¨ªa en que la nieve cubr¨ªa Par¨ªs, la afiliaci¨®n al Partido Comunista en 1948, etc¨¦tera.
A medida que va haciendo balance, Althusser encuentra nuevos argumentos para proclamarse un cobarde y un impostor: "Yo era tan s¨®lo una existencia de artificios e imposturas, es decir, nada de verdaderamente aut¨¦ntico, nada de real". La publicaci¨®n en 1965 de Para Marx y Leer 'El Capital' ahond¨® esa impresi¨®n. Esos textos, pensaba, hab¨ªan revelado sus enormes lagunas en materia de historia de la filosof¨ªa y su flaca comprensi¨®n de la obra de Marx. Seg¨²n su propia recapitulaci¨®n, conoc¨ªa "bien a Descartes, Plat¨®n y Pascal; un poco a Spinoza, Hegel y Marx, y nada a Arist¨®teles, los sofistas, los estoicos y Kant".
Sin embargo, a mediados de los a?os sesenta, Althusser, secretario de la Escuela Normal Superior, militante ilustre del Partido Comunista, promotor de una lectura cient¨ªfica de la obra de Marx, estaba considerado como uno de los grandes sacerdotes del pensamiento contempor¨¢neo franc¨¦s, al lado de Jean-Paul Sartre, Michel Foticault y Jacques Lacane.
Su participaci¨®n en la II Guerra Mundial, presentada por sus disc¨ªpulos y los militantes comunistas como un ejemplo de heroismo, abochornaba tambi¨¦n a Althusser. Confiesa que, dominado por "un terror total" a la idea de combatir, se inventaba enfermedades para rehuir las misiones, y afirma que acogi¨® con alivio su captura por los alemanes. "Me sent¨ªa en seguridad, protegido de todo peligro por la cautividad. Nunca pens¨¦ seriamente en escaparme".
En el campo de concentraci¨®n alem¨¢n en el que pas¨® la mayor parte de la II Guerra Mundial, Althusser imagin¨® un plan. Se trataba de esconderse para hacer creer que se hab¨ªa escapado y, una vez pasada la alerta, reaparecer. Era un modo de evadirse y seguir siendo prisionero. Una situaci¨®n que volver¨¢ a vivir en los a?os setenta, cuando no se decid¨ªa a abandonar un Partido Comunista que criticaba radicalmente.
Althusser vivi¨® del mismo modo sus relaciones con la familia, la Iglesia cat¨®lica, la guerra, el comunismo, su mujer y la Escuela Normal Superior: buscaba refugios s¨®lidos donde lamer una herida abierta desde la infancia. Esa herida era el conocimiento de que, antes de su nacimiento, hab¨ªa habido otro Louis Althusser: un joven piloto fallecido en la I Guerra Mundial. Ese otro Louis Althusser ten¨ªa un hermano y una novia, y fue el primero el que comunic¨® a la segunda la noticia de su muerte, al tiempo que le ped¨ªa que se casara con ¨¦l. Charles Althusser, bebedor y mujeriego, y Lucienne se casaron, en efecto, y tuvieron un hijo -el futuro fil¨®sofo-, al que dieron el nombre del piloto muerto. La impresi¨®n de suplantar la personalidad del t¨ªo fallecido angusti¨® desde peque?o a Althusser: "Louis era ¨¦l, mi t¨ªo, al que mi madre amaba en vez de a m¨ª".
Babelia
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