Un arist¨®crata bengal¨ª
La noticia de que el coraz¨®n de Satyajit Ray (Calcuta, 1921) pod¨ªa apagarse en un hospital oblig¨® a Hollywood a enviar a Calcuta a dos emisarios para entregarle un Oscar honor¨ªfico. Era un reconocimiento t¨¢cito de que Hollywood hab¨ªa hasta ahora patinado a la hora de quitarse el sombrero ante uno de los grandes humanistas de hoy. Satyajit Ray no s¨®lo puede ser considerado como cineasta -el mejor y m¨¢s representativo de la India-, sino como pintor, m¨²sico y escritor (sobre todo de relatos de aventuras, como La noche de ¨ªndigo, con, personajes como el profesor-detective Shanku,popular¨ªsimo en Bengala).Ray puede ser comparado a Ch¨¦jov, uno de sus escritores preferidos, por la mirada serena, lirismo y precisi¨®n estil¨ªstica. Tambi¨¦n en el punto de vista moral, propio de quien por educaci¨®n pertenece a la mejor sociedad bengal¨ª -hijo de famoso hombre de letras, pintor y fot¨®grafo, Sukumar Ray, comparable por su sentido surrealista con Lewis Carroll, a quien tradujo al bengal¨ª- y que por lucidez y compasi¨®n no deja de acercarse a quienes sufren la historia. Como cineasta, si empleamos par¨¢metros europeos habr¨ªa que hablar de semejanzas con Dreyer o Renoir.
De hecho, Ray no puede ser comprendido sin su admiraci¨®n por la cultura occidental: en su despach¨®, un busto de Beethoven y una foto de Einsenstein. Pero las ra¨ªces de Ray no pod¨ªan ser m¨¢s indias, e incluso aprendi¨® a pintar de la mano de Rabindranath Tagore: a la muerte de ¨¦ste, Ray rod¨® un homenaje al maestro, y Tres esposas (1961) y Charulata (1962) se basan en obras de Rabindranath.
Hollywood no se di¨® por enterado del tama?o art¨ªstico de Ray, aunque en tiempos el productor David O SeInick le ofreci¨® rodar Anna Karenina, pero deseaba que adem¨¢s interpretase al conde Vronsky. "Nunca tuve la ambici¨®n de actuar"dir¨ªa Ray, "y adem¨¢s no podr¨ªa trabajar con el cors¨¦ del sistema de Hollywood. Ya tengo problemas con pensar en hacerlo en Delhi o Bombay".
Hasta el final conserv¨® un estilo de humor a caballo entre la zumba india y la iron¨ªa brit¨¢nica. Por ejemplo, hace tres a?os, en un periodo de convalecencia, invitaba as¨ª a terminar una entrevista: "No necesitamos un doctor para saber que es la hora del t¨¦".
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