Pr¨®xima publicaci¨®n de cuatro textos in¨¦ditos de la parte dispersa de la obra de Jack Kerouac
Prosigue el goteo de la obra dispersa e in¨¦dita del novelista, poeta, fil¨®sofo y profeta Jack Kerouac, pionero de los escritores de generaci¨®n beat, que marc¨® no s¨®lo a la literatura estadounidense en los a?os cincuenta, sino que tambi¨¦n contribuy¨® a propagar modos de vida y de expresi¨®n art¨ªstica que por entonces comenzaban a cristalizar en las cunetas de la vida en EE UU y que hoy son patrimonio universal. Cuatro manuscritos de Kerouac: los poemas de Pommes all sizes y Book of Blues y los textos de meditaci¨®n Wake up y Show me the Dharma ser¨¢n editados en los pr¨®ximos meses. Los primeros, por la editorial de San Francisco City Lights, vinculada a la literatura beat desde su fundaci¨®n, y los otros, en 1993, por la editorial Viking Press.
La noticia proviene de la agencia de noticias estadounidense Associated Press, que alude como fuente a un familiar del escritor, su cu?ado John Sampas, hermano de Stella Sampas, ¨²ltima mujer de Jack Kerouac. La casa editorial californiana City Lights, encargada de la publicaci¨®n de dos de estos in¨¦ditos, fue fundada por otro de los escritores fundamentales de la generaci¨®n beat, el poeta Lawrence Ferlinghetti, quien, junto con otro poeta, Allen Ginsberg, y el novelista William Burroughs, componen un legendario cuarteto que fue punta de lanza de esta singular erupci¨®n de artistas desolados y transgresores, a cuya obra, pesimista pero llena de energ¨ªa ind¨®mita, hoy se quiere domesticar.
En el camino
Si dentro del simple y sonoro nombre de Jack Kerouac conviven ¨ªntimamente asociados algunos signos b¨¢sicos de la identidad de multitud de hombres, muchos cada vez m¨¢s j¨®venes, de todo el mundo, en el simple t¨ªtulo de su novela m¨¢s c¨¦lebre, En el camino, se aprietan otros tantos signos igualmente b¨¢sicos de la arrolladora y, no obstante, melanc¨®lica y casi suicida identidad de su autor. Jack Kerouac, en efecto, se dej¨® literalmente en el camino no s¨®lo la parte m¨¢s en¨¦rgica de su personalidad y su vida (que termin¨® prematuramente en 1969, cuando ten¨ªa 47 a?os y estaba ya minado por el cansancio y la droga, en un invencible declive hacia el la meditaci¨®n m¨ªstica, el sedentarismo y la apat¨ªa), sino tambi¨¦n tiras de su propio pellejo como creador: un n¨²mero incalculable de sus primeros y torrenciales manuscritos -despojos cotidianos de lo que ¨¦l y sus compa?eros de lucha llamaron "escritura espont¨¢nea"-, que se quedaron abandonados a su suerte en barras de cantinas de carretera, en casas de amigos, en mesas de tugurios y mesillas de los cobijos de urgencia donde dormitaba sus resacas, o en las manos de ef¨ªmeros compa?eros de desbandada -gente que por entonces hu¨ªa de las ciudades de una victoriosa posguerra mundial que a ellos les sab¨ªa a derrota- con los que coincidi¨® alguna noche imprecisa en alg¨²n punto igualmente impreciso del itinerario del escritor: gente a la que ¨¦ste nunca volvi¨® a ver.
Por ah¨ª, por los caminos, sigue perdida -probablemente para siempre- una parte de la obra dispersa de este fr¨¢gil coloso de la literatura de este siglo, que cada d¨ªa que pasa es m¨¢s un escritor de hoy. Existen testimonios de esta sangr¨ªa de textos de Kerouac en los caminos de su juventud, pero tambi¨¦n hay de cuando en cuando rescates de algunos de ellos, como ¨¦ste que anuncian ahora sus familiares.
Tras la publicaci¨®n en 1990 de una primera aproximaci¨®n a sus obras completas, en la que se incluyen transcripciones de muchos de sus alegatos y poemas no escritos, la sombra rebelde e incendiaria de Jack Kerouac se agiganta, despu¨¦s de mucho tiempo difumidada por el declive de la imaginaci¨®n inconforme, que en Estados Unidos comenz¨® con el tiroteo en las calles de Dallas a John Kennedy; que se acentu¨® en la era de Nixon y el avance del mito de una revancha de la derrota de Vietnam; y que lleg¨® con el nacionalismo de Reagan a los alrededores del silencio.
Es de esta recuperaci¨®n -tras d¨¦cadas de un semiolvido no premeditado pero tampoco casual- del dolorido e iconoclasta escritor de donde surgen estos, y surgir¨¢n probablemente nuevos in¨¦ditos, procedentes del pozo sin fondo de esa su obra dispersa a lo largo del tormentoso itinerario de su juventud. Es probable que por ello, durante muchas ediciones, haya que considerar siempre provisionales a todas las futuras obras completas de Kerouac, que quiz¨¢ nunca lleguen a serlo del todo.
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