Noche de los tiempos
COMO UNA maravillosa m¨¢quina del tiempo, el sat¨¦lite norteamericano COBE, lanzado al espacio en 1989 para explorar los primeros instantes del universo, ha logrado detectar ondulaciones de temperatura provenientes del momento en que se formaron los primeros ¨¢tomos -hace unos 15.000 millones de a?os-, que constituir¨ªan la m¨¢s s¨®lida presunci¨®n establecida hasta ahora a favor de la teor¨ªa del Big Bang como explicaci¨®n del origen del universo. Es l¨®gico que el descubrimiento haya causado sensaci¨®n en la comunidad cient¨ªfica y que se le haya considerado como una especie de Santo Grial de la cosmolog¨ªa.Pero no solamente para el cerrado mundo cient¨ªfico, enfrentado a la tarea diaria de ir desvelando el misterio que rodea la noche de los tiempos, es de excepcional importancia haber captado se?ales del momento en que se form¨® la materia primigenia. Para el hombre en general -en cuanto forma evolutiva m¨¢s compleja de las conocidas hasta ahora de esa materia- no deja de ser tambi¨¦n emocionante tener en sus manos una fotograf¨ªa instant¨¢nea de c¨®mo era el universo poco despu¨¦s de la explosi¨®n originaria, cuando la nebulosa bola de fuego y de materia comenzaba a enfriarse y a generar -en un proceso que necesitar¨ªa todav¨ªa de algunos miles de millones de a?os suplementarios- el conjunto de cuerpos celestes que forman el universo actual.
Es pronto para medir todas las consecuencias de este viaje a los confines del pasado, hecho posible por la capacidad tecnol¨®gica y cient¨ªfica del hombre moderno y por su irrefrenable tendencia a explicar en claves de racionalidad el mundo que le rodea. En principio, las fluctuaciones de temperatura descubiertas a partir de mediciones hechas por el sat¨¦lite COBE constituyen un serio espaldarazo a la teor¨ªa est¨¢ndar del origen del universo -el modelo de la gran explosi¨®n o Big Bang-, que vali¨® a sus descubridores, los cient¨ªficos Arno Penzias y Robert Wilson, el Premio Nobel de F¨ªsica de 1964. Pero entretanto se sacan todas las consecuencias de los datos recogidos por las c¨¢maras ultrasensibles del COBE hay algo que su formidable descubrimiento ya ha conseguido: afianzar un poco m¨¢s el apego del hombre moderno por la raz¨®n como instrumento de conocimiento m¨¢s fiable que cuantos suced¨¢neos se le ofrecen.
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